INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE BAJA CALIFORNIA OPINA
Los debates surgen para dar un espacio donde se expongan ideas, surja una discusión y cada participante dé sus perspectivas sobre las temáticas a tratar.
Claro, se necesita fijar un formato con reglas para que la discusión fluya y no se vuelva un caos. En este sentido el segundo debate cumple, pero los ciudadanos nos sentimos desencantados porque la exposición de ideas y la discusión en torno a ellas son laxas.
Se pretende que se exponga de manera concisa y técnica los qué y cómo de la política pública en espacios de 150 segundos.
Han transcurrido un poco más de 60 días de campaña, tiempo suficiente para decir que a estas alturas, los ciudadanos que ya tienen definido su voto difícilmente lo cambiarán; no obstante, sigue habiendo un universo de indecisos para los que el debate va totalmente dirigido.
El debate sirve, pues, para convencer al indeciso y éste no se va convencer con argumentos técnicos o generalidades que dicen poco o nada. El votante indeciso busca a aquel candidato que le transmita empatía, confianza, seguridad, por supuesto capacidad, pero no sin los otros atributos.
Además de los acostumbrados ataques entre candidatos y las frases célebres, también hubo propuestas, ratificando lo que en otros espacios han dicho.
Andrés Manuel López Obrador propone fortalecimiento de la economía interna, rescate al campo, combate a la corrupción, apoyo a connacionales por medio de una procuraduría enlazada a los consulados, un salario mínimo al doble en la frontera, que el Instituto Nacional de Migración (Inami) tenga sede en Tijuana y una autoridad moral que le brinda a la vez autoridad política.
Anaya considera esencial un trato igualitario entre socios comerciales, atracción de inversión extranjera, aumento gradual del salario mínimo hasta alcanzar el doble del valor actual, atacar las causas de la violencia, duplicar el presupuesto a consulados, hacer crecer la economía con un paquete de interconexiones, diversificar el comercio y representación de los migrantes en el Poder Legislativo.
Meade destaca el mutuo respeto y atracción de inversión sobre todo al sur del país para cerrar las brechas de ingresos y un muro tecnológico para combate al contrabando de armas y dinero ilegal.
Finalmente Jaime Rodríguez propuso reorientar tratados con Asia, subir el salario mínimo a 335 pesos, más recursos para el fondo fronterizo y hasta venirse a vivir a Tijuana.
En sí, ninguno de los cuatro candidatos se vio fortalecido o debilitado después del debate. En términos deportivos fue un empate entre los cuatro.
Entonces ¿no ganó nadie?
Para mí el gran ganador del debate fue la ciudadanía, ya que por vez primera y con todas las críticas que puedan tener, hubo preguntas directas de ciudadanos presentes en un espacio público como lo es la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), además de que hubo gran euforia sobre todo de jóvenes por reunirse a verlo.
Rescatar el cuestionamiento del “ciudadano de a pie” y someter a los candidatos ante un ambiente de incertidumbre y ver sus reacciones nos permite conocerlos.
Otra cuestión que destaco es el papel de los moderadores a los que se les ha señalado de excesivo protagonismo. Cabe decir que su función fue imparcial y precisamente resaltaron por la evasión a las preguntas por parte de los candidatos; era necesario insistirles que contestaran, fue un contexto de exigencia que invitaba al diálogo.
Los debates se han vuelto un ejercicio necesario para quien aspire a dirigir al país, la cuestión no es si se llevan a cabo o no, sino dimensionar su alcance.
Donde ya no hay marcha atrás es la inclusión de los ciudadanos en el diseño, los ciudadanos queremos participar y no ser simples espectadores.