Esta es la historia de cómo un pez grande se come a un pez chico. Sólo que en este Océano habitan dos gigantes, y el resto son pequeños.
Cuando un corporativo compra a un negocio pequeño, la metáfora natural es la del pececillo que se vuelve presa.
Eso es lo que está pasando entre los productores de cerveza artesanal en Baja California, a quienes no parece molestarle convertirse en bocado.
En México los dos gigantes de la industria cervecera son Grupo Modelo y Cuauhtémoc Moctezuma Heineken México. Y al menos uno de ellos ha comenzado a comprar cerveceros artesanales de la región.
Ambos grupos dominan más del 99% del mercado cervecero en México y son los dueños de marcas como Corona, Victoria, Pacífico, y Tecate, Sol, Indio y Heineken.
Y de acuerdo al presidente de la Asociación de Cerveceros de la Baja, Francisco Ussell, en el país, menos del 0.8% corresponde al mercado artesanal, cerveza independiente y elaborada por pequeños productores, con mayor variedad de estilos y alta calidad.
“Obviamente hay cerveza comercial de muy buena calidad”, dice Héctor, de 26 años “sin embargo, mi preferencia es la cerveza artesanal porque me gusta que una bebida tenga sabor”.
Mientras la “cheve” comercial se produce con baja fermentación, la cerveza artesanal puede ser tan experimental como subrewmaster (maestro cervecero en inglés) decida cocinarla: frutales, con sabor a chocolate, a café o a chile jalapeño. La cerveza artesanal puede hacerse en tantos sabores como ingredientes hay en el mundo.
Por esto, un vaso de 16 onzas de cerveza artesanal en bares puede costar hasta 100 pesos. Y su mercado lo paga.
Uno de cerveza comercial cuesta alrededor de 25 pesos, pero el consumidor de artesanal valora más el sabor y la oportunidad de probar algo diferente.
Para consumidores como Héctor, no hay mayor cualidad en una cerveza, que esa variedad gustativa.
Modelo y Cuauhtémoc lo comprenden e intentan sumar nuevos tipos y estilos de cerveza para competir.
Cuauhtémoc, por ejemplo, tiene Bohemias Weizen y Chocolate Stout.
Modelo, por otro lado, ya absorbió cuatro marcas artesanales del norte. Tijuana, Mexicali y Cucapá de Baja California, y Bocanegra de Monterrey.
Sobre si Grupo Cuauhtémoc planea o no hacer lo mismo, un funcionario de la marca reconoce que “la industria cervecera va creciendo y hay que estar atentos a lo que suceda”.
Y es que en los negocios no hay rivales pequeños, y menos cuando se trata de un mercado que se proyecta como tendencia mundial.
“Un hombre, aunque sea pequeño, puede proyectar una gran sombra”, escribió George R.R. Martin en su libro Choque de Reyes. En todo México, la Asociación de Cerveceros de la República Mexicana (Acermex) calcula que existen más de 500 cervecerías artesanales.
En 2015, Baja California contaba con 53 cervecerías y una producción de 3 millones 390 mil litros. Este 2016, ya existen 87 microcervecerías, —legalmente constituidas— que producen 5 millones de litros. Podría considerarse el estado de la cerveza artesanal, según Maribel Quiroga, directora de Cerveceros de México.
Quiroga es titular del órgano representativo del sector de la cerveza en México, y observa en la región un crecimiento “impresionante” y único en el país.
Prueba de ello, son los reconocimientos que ha sumado la Baja en los últimos años. En la edición más reciente de la Expo Cerveza México, el estado consiguió 22 medallas en distintas categorías. Entre ellas, se ganó por quinto año consecutivo el reconocimiento a “Mejor cervecería de México” gracias a ‘Urbana’ de Mexicali.
Pero el desarrollo de esta industria se ha dado contra la adversidad que por varios años, enfrentaron los productores microcerveceros en el estado.
Apenas este año se definieron los conceptos jurídicos de “cerveza artesanal” y “microcervecería”. También se agregó el de “boutique de cerveza artesanal”.
Antes de esto, la ley estatal medía con la misma vara a un productor independiente, que a uno industrial, pero en julio de 2016, se modificó la Ley para la Venta, Almacenaje y Consumo Público de Bebidas Alcohólicas del Estado de Baja California, que fijó un marco regulatorio especial para este producto.
Óscar Escobedo Carignan, Secretario de Turismo del Estado, cree que la modificación a la ley era necesaria para garantizar calidad y confianza hacia el sector cervecero.
Según Secture, el 37% de los viajeros que visitan Baja California llegan especialmente atraídos por el sector gastronómico, de vinos y cerveza artesanal.
“Nosotros como turismo no podemos promover un producto que no cuente con esa calidad”, dice Escobedo.
Él considera que vale la pena su inclusión en la ley, porque el segmento cervecero artesanal es uno con gran potencial, en vías de catapultar al estado.
“Si la ruta del vino nos ha posicionado como el segundo destino favorito de los mexicanos, y la gente consume más o menos 14 veces más cerveza que vino, creo que la cerveza artesanal nos puede posicionar como un destino cervecero”.
La reforma fue impulsada por cerveceros locales a fin de mejorar sus condiciones de producción y comercialización, y fue una lucha que duró al menos dos años, según Eduardo Arce, titular de la Asociación de Cerveceros de la Baja en Ensenada.
Por su baja capacidad de producción, es difícil para cualquier producto independiente competir con los corporativos de mayor poder económico.
Entonces, ¿qué ha hecho que una industria desfavorecida florezca del modo que se ha visto en Baja California?
Adrián Echavarria, productor cervecero de Baja Brew Labs, piensa que parte del crecimiento se debe a la cercanía geográfica y cultural con San Diego.
“Aquí en la frontera tenemos mucha influencia”, dice el productor.
San Diego es un referente importante en cuanto a cerveza artesanal, no solo en California, sino en el mundo.
El interés que estalló en San Diego hacia lo artesanal, se replicó en Tijuana entre sus productores y consumidores también.
Además la directora de Cerveceros de México cree que la proximidad jugó un papel importante para la cerveza hecha en Baja California: conseguir ingredientes a mejores precios que en el interior de la república.
En México, una microcervecería invierte entre 450 mil y 500 mil pesos en maquinaria y producir mil litros mensuales.
Si un lugar en México parecía ideal para producir cerveza, era este. El marco legal, era solo cuestión de tiempo. Algunos cerveceros locales consideran el tema jurídico como algo importante, pero no vital para operar.
Adrián reconoce que Tijuana gozó por mucho tiempo de una tolerancia en el tema de los permisos, lo cual ayudó a que el sector centrara esfuerzos en producir y crecer, más que en constituirse formalmente.
Trabajaban en la informalidad, y aunque sí pagaban impuestos, no contaban, —o no cuentan— con todos los permisos.
Ya con la reforma que incorpora las figuras de “Cerveza artesanal” y “Microcervecería”, esta informalidad tendría que disminuir.
La utilidad de aclarar qué es artesanal y qué no, es el beneficio de obtener permisos a menor costo. Así, paga menos el cervecero que tiene menos dinero: el artesanal.
En la reforma se explica que una cerveza artesanal es “una bebida fermentada, elaborada principalmente con malta de cebada, lúpulo, levadura y agua potable”, sin aditivos químicos. Aunque el límite de producción no es claro.
La ley dice que una microcervecería es un establecimiento independiente, donde se produce y almacena cerveza artesanal para su venta.
En cambio, una boutique de cerveza artesanal, es un local donde se vende el producto artesanal en envase cerrado.
Entonces, ¿Grupo Cuauhtémoc y Moctezuma pueden elaborar cerveza artesanal? “Depende a quién se lo preguntes” dice Quiroga. “Si le preguntas a la Brewer Association de Estados Unidos, te van a decir que tiene que ser forzosamente independiente”.
La Asociación de Cerveceros de la República Mexicana (Acermex) opina lo mismo.
Ellos se encargan de ver a favor de la industria artesanal.
Acermex ya no reconoce a Bocanegra, Tijuana, Mexicali y Cucapá como parte del gremio, porque fueron comprados por Grupo Modelo.
La razón es que ya pueden adquirir ingredientes al mayoreo y tener contratos de exclusividad, un tema que se castiga entre pequeños productores.
Si la adquisición de microcervecerías por parte de los corporativos, es buena o no para la industria, hay opiniones divididas. Acermex cree que estas compras pueden afectar los espacios de comercialización para el resto de las cervecerías artesanales.
Adrián Echavarria, como cervecero, ve la compra como una oportunidad.
“En mi perspectiva, que los grandes corporativos estén volteando a ver a los artesanales y a distribuirlos, empieza a generar más interés sobre la cerveza artesanal en si. Creo que es benéfico para todos”, dice.
Y Cuauhtémoc Moctezuma no podría estar más de acuerdo: la bebida artesanal y comercial contribuyen a mejorar el mercado.
Aunque la compra de cerveceros pueda abrir el debate sobre prácticas monopólicas, este es un riesgo que desestima el Coordinador de la carrera en Administración de Empresas de CETYS, Eduardo Durazo Watanabe.
“Los grandes grupos van a comprar algunas marcas que atiendan al mercado de cerveza artesanal, pero seguirán naciendo nuevas ofertas de cerveceros locales”, dice.
La Ley Federal de Competencia prohíbe los monopolios y la concentración de asociaciones que dañen la competencia y la libre concurrencia.
Durazo Watanabe, dice que la compra por parte de grandes grupos cerveceros favorece a la distribución de un producto específico, sin forzosamente afectar negativamente al resto de las marcas.
Cita el caso de Ballast Point, una marca sandieguina que fue adquirida en 2015 por Constellation Brands, —dueña también de los derechos para vender Modelo en EUA— en mil millones de dólares.
Constellation Brands compró Ballast Point, para encargarse de su expansión y crecimiento sin lidiar con la producción.
A partir del trato, los dueños originales han podido dedicarse a cocinar la cerveza, mientras Constellation Brands se encarga de la parte comercial y de negocios.
Fuera de esto, nada más ha cambiado, según declaraciones de los dueños originales.
Constellation Brands, como parte de su proyecto de expansión, se ha dicho interesado en instalarse en Mexicali en atención al “impulso actual de las marcas mexicanas” que ya forman parte de su catálogo, según Beverage Daily.
México es un punto clave para la industria cervecera. Como país, ocupa el segundo lugar en consumo de cerveza en América Latina, según la consultora Kantar Worldpanel.
Pero el norte de México, en especial, es un mercado generoso. Esto ayudó a que la oferta bajacaliforniana se situara justamente donde está.
Mientras que el consumo per cápita en México es de 60 litros al año, en Baja California alcanza los 90 litros, de acuerdo a Cerveceros de México y Cuauhtémoc Moctezuma.
“Es una de las bebidas de preferencia entre la gente del norte del país”, dice Quiroga, de Cerveceros de México.
Aunque Héctor prefiere beber la cerveza artesanal, no ha dejado de consumir la comercial. Su elección depende del momento, y con quién está. Si es una fiesta, compra Indio. Si es un convivio más íntimo, bebe Insurgente.
Como consumidor de cada fin de semana, celebra el interés de los corporativos por sumarse al mercado artesanal. “Mientras más opciones tenga uno, mejor”.
A efecto de la libre competencia, los microcerveceros no han podido nadar a salvo de sus depredadores en el mar de los negocios.
Y quizá nunca lleguen a vencerlos. No se sabe. Lo innegable, es que los peces chicos de esta historia llegaron para agitar a la industria.
Y para algunos, eso ya es ganar.