El expresidente uruguayo José Mujica renunció este martes a su banca en el Senado de Uruguay con un emotivo discurso en el que instó a las nuevas generaciones a “levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae“.
Mujica, de 85 años, argumentó que la vejez y una enfermedad del sistema inmunitario, en medio de la pandemia de coronavirus, lo motivaron a dejar el cargo.
“Para un anciano que además padece una enfermedad inmunológica estos tiempos de pandemia que durarán demasiado no son recomendables si se valora el milagro de vivir“, escribió el mandatario en su carta de renuncia.
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Sin embargo, dijo que esto “no significa el abandono de la política, sino el abandono de la primera fila por entender que un buen dirigente es el que deja gente que lo supera con ventaja”, agregó.
En su discurso frente al pleno, detalló: “Sinceramente me voy porque me está echando la pandemia. Ser senador significa hablar con gente y andar por todos lados. El partido no se juega en los despachos (…) Y estoy amenazado por todos lados, por doble circunstancia: por vejez y por padecer una enfermedad inmunológica crónica”.
Lo único permanente en la vida es el cambio y hay que dar espacio a las nuevas generaciones, insistió en su discurso. “La vida se nos va, y es inevitable, pero las causas quedan”, dijo.
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“Y les quiero transmitir a los jóvenes que hay que darle gracias a la vida, porque triunfar en la vida no es ganar sino que es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae”, concluyó.
Junto con Mujica renunció Julio María Sanguinetti, presidente de Uruguay de 1985 a 1990 y de 1995 a 2000, quien durante décadas fue su adversario político. Sin embargo, acordaron dejar la banca el mismo día.
Ambos se saltaron los protocolos sanitarios para darse un fuerte abrazo en la Cámara bajo el aplauso de todos los legisladores que se pusieron de pie.
Aquí la parte final del discurso de Mujica:
Sinceramente me voy porque me está echando la pandemia. Ser senador significa hablar con gente y hablar por todos lados. El partido no se juega en los despachos, y estoy amenazado por todos lados, por doble circunstancia: por vejez y por padecer enfermedad inmunológica crónica. Si mañana aparece una vacuna yo no me puedo vacunar. Entonces tengo que tomar esta decisión y agradecerles la paciencia que han tenido de soportarme y han sido muy elogiosos, demasiado elogiosos.
Yo tengo mi buena cantidad de defectos, soy pasional, pero en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio, porque aprendí una dura lección que me puso la vida: que el odio termina estupidizando porque nos hace perder objetividad frente a las cosas. El odio es ciego como el amor, pero el amor es creador y el odio nos destruye. Una cosa es la pasión y otra es el cultivo del odio.
El tiempo impone cambios y estamos entrando en otra época, en la época digital. Ni mejor ni peor, distinta. Creo que han aparecido problemas tecnológicos que son capaces de predecir cómo es el carácter y cómo son esencialmente las líneas motrices de la conducta humana, a veces sin siquiera hablar con nosotros, por el mundo digital. Y este va a ser un dilema que van a tener los Estados y los sistemas políticos del futuro: ¿hasta dónde es violable la intimidad humana y hasta dónde existe la libertad?
Porque hasta hace poco creíamos con pasión, una definición de la libertad y ahora la ciencia nos dice ‘si por libertad se entiende seguir los deseos y las inclinaciones, la libertad existe. Si por libertad se entiende que somos capaces nosotros de gestar esas inclinaciones y esos deseos, la libertad no existe’.
He vivido con una definición y me cambiaron toda la letra ahora: este problema lo tienen las nuevas generaciones, y la política tendrá que hacerse cargo. Porque la política es la lucha por la felicidad humana, aunque suene a quimera. Por eso valga mi agradecimiento.
Y finalmente, mucha gente nos ha dado el apoyo estos años, veintipico de años, y tengo que estarle agradecido con ellos, los que deciden anónimos ahí en el seno del pueblo. En política no hay sucesión, en política hay causas y los hombres y las mujeres también, todos pasamos. Algunas causas sobreviven y se tienen que transformar y lo único permanente es el cambio. La biología impone cambios, pero también tiene que existir la actitud de cambio, de dar oportunidad a nuevas generaciones, ayudar a construir el porvenir ya que la vida se nos va, y es inevitable, pero las causas quedan.
He pasado de todo en la vida. He estado seis meses atado, con alambres con las manos en la espalda. Irme del cuerpo por no poder aguantar en un camión y estar dos días o tres. Estar dos años sin que me lleven a bañarme, y tener que bañarme con una taza de agua y un pañuelo. He pasado de todo, pero no le tengo odio a nadie. Y les quiero transmitir a los jóvenes que hay que darle gracias a la vida, porque triunfar en la vida no es ganar sino que es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae.
Muchas gracias.