El secretario de Sanidad de Río de Janeiro, Fernando Ferry, ha presentado este lunes su dimisión tras poco más de un mes en el cargo en plena pandemia de coronavirus, según informaciones del portal de noticias G1.
“Hoy solicito mi destitución de mi cargo como secretario de Sanidad en Río de Janeiro. Quería decir que lo intenté”, ha expresado Ferry antes de agradecer “haber tenido la oportunidad de tratar de resolver estos graves problemas de salud”.
“Solo quería decir una cosa más: me disculpo con la población. Pero lo único que tengo que decir es que lo intenté”, ha remachado en un vídeo. Su equipo también tendrá que abandonar la cartera, tal y como ha explicado.
Según informaciones de la cadena TV Globo, una de las principales razones de su dimisión es la presión sufrida para continuar pagando “contratos problemáticos”. Estos contratos han sido firmados durante la pandemia y son ahora objeto de investigaciones.
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Entre ellos se encuentran los de la construcción de hospitales de campaña para atender a las víctimas de la COVID-19 y aquellos para la adquisición de equipos sanitarios. En este caso, existen indicios de un posible esquema de sobrefacturación en la compra de respiradores.
La semana pasada, la Fiscalía brasileña denunció a 17 personas “por daños a la salud de Río de Janeiro” como resultado de la operación ‘Favorite’, una rama de ‘Lava Jato’ lanzada el 14 de mayo, que tuvo como objetivo contratos sospechosos.
Brasil supera los 50,000 muertos
Brasil superó este domingo la marca de 50,000 muertos por el nuevo coronavirus y acumula 1,085,038 contagios, informó el Ministerio de Salud.
Tras sumar 641 nuevas muertes en las últimas 24 horas, el gigante sudamericano registra hasta el momento 50,617 decesos. Es el segundo país más afectado por la pandemia, detrás de Estados Unidos, que contabiliza cerca de 120,000 muertos y más de 2.2 millones de casos.
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Con más de 12,500 muertes y casi 220,000 contagios acumulados, Sao Paulo sigue siendo el estado brasileño con más casos, seguido por Rio de Janeiro, que superó las 8,800 muertes y los 96,000 contagios.
Las curvas de casos y muertes venían mostrando en los últimos días señales de achatamiento en las capitales y varios estados empezaron a flexibilizar las medidas de aislamiento social, entre ellos Sao Paulo y Rio. Pero las previsiones son difíciles en un país de dimensión continental y que está entrando en el invierno austral.
“Hablando de Brasil como un todo, la epidemia sólo podrá analizarse con la estabilización de la curva en todas las regiones, lo que debe ocurrir a fines de agosto o en septiembre”, dijo esta semana a la AFP el exministro de Salud Luiz Henrique Mandetta.
El presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro, que llegó a calificar la enfermedad de “gripecita”, ha criticado desde el inicio las medidas de aislamiento promovidas por las autoridades locales debido a sus efectos negativos en la economía. Y en el lapso de un mes dimitieron dos ministros de Salud por desacuerdos en relación a la gestión de la crisis.
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Con información de AFP y Europa Press