La situación en Brasil continúa empeorando y no solo por el aumento en el número de contagios sino por los problemas políticos.
El presidente Jair Bolsonaro sigue criticando y minimizando la enfermedad que ya mató a más de 300,000 personas en el mundo. A través sus redes sociales, el presidente sigue cuestionando políticas de confinamiento y elogiando el uso de cloroquina como tratamiento contra la COVID-19, sin comentar las trágicas cifras de Brasil.
Brasil es el sexto país con más muertos por la enfermedad con 17,971, después de España, Francia, Italia, Reino Unido y Estados Unidos, según el balance de la Universidad de Hopkins.
Esta situación ha provocado la renuncia de dos ministros de Salud en menos de un mes. El 16 de abril Bolsonaro anunció la remoción del ministro Luiz Henrique Mandetta, quien pedía a las personas a practicar el distanciamiento social y permanecer en casa.
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A menos de un mes de haber tomado el cargo, Nelson Teich renunció el pasado viernes 15 de mayo, luego de criticar un decreto del presidente que permitía la reapertura de gimnasios y salones de belleza.
Teich fue sustituido de forma provisoria por su secretario ejecutivo, el general Eduardo Pazuello, sin que se sepa si será efectivizado.
Brasil a la deriva
Brasil totaliza 241,080 casos y 16,118 muertes por COVID-19, y varios gobernadores y alcaldes relatan altos índices de ocupación de las unidades de cuidados intensivos, que amenazan con el colapso del sistema de salud público.
En la ciudad de Sao Paulo, epicentro de la enfermedad en el país, con más de 35,000 casos y casi 3,000 fallecidos, el secretario de Salud local informó que las muertes aumentaron 432% en cinco semanas y advirtió que el sistema de salud podría colapsar en 15 días si estos índices continúan en ascenso.
Gobernadores y alcaldes defienden medidas de confinamiento que Bolsonaro rechaza. El poder judicial falló a favor del derecho constitucional de autoridades regionales y municipales de decidir medidas restrictivas para enfrentar la crisis sanitaria.
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Seguidores de Bolsonaro han protagonizado manifestaciones, algunas con la presencia del mandatario, atacando al Congreso y al Supremo Tribunal Federal, o pidiendo una intervención militar y el cierre del parlamento.
El presidente, que llegó a calificar a la COVID-19 de “gripecita”, ve inevitable que haya cierto número de muertos para evitar el colapso económico del país, en una línea similar a la del estadounidense Donald Trump.
“Tenemos que tener coraje para enfrentar el virus. ¿Está muriendo gente? ¡Está! ¡Lo lamento! Pero va a morir mucha, mucha, mucha más si la economía continúa siendo destrozada por esas medidas”, dijo.