Cuarenta años han pasado desde la muerte del representante del existencialismo, Jean-Paul Sartre. El 15 de abril de 1980, a los 74 años de edad y cinco días después de muerto, el filósofo, escritor, dramaturgo, activista político y crítico literario fue despedido en el cementerio de Montparnasse. A sus funerales asistieron más de 20,000 personas.
Nació en París, el 21 de junio de 1905. Ante la ausencia de su padre, que murió de fiebre cuando Sartre tenía 15 meses de edad, su abuelo sería quien le enseñaría matemáticas y lo introduciría en la literatura clásica.
En su adolescencia, Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia, de Henri Bergson, sería su puerta de entrada a la filosofía. En 1915, Jean-Paul Sartre ingresó en el liceo Henri IV de París y, al año siguiente, debido al segundo matrimonio de su madre se mudó a La Rochelle, donde continuó sus estudios.
En 1920 regresó a París e ingresó en la École Normale Supérieure. En aquel año conoció a Simone de Beauvoir, el amor de toda su vida.
Lee más: Fidel Castro a través de los ojos de Jean-Paul Sartre
En 1938 publicó La náusea, su primera novela y la primera vez que exponía a profundidad los principios del existencialismo. Años más tarde se convirtió en uno de los máximos representantes de esa corriente filosófica.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Sartre sirvió como conscripto en el Ejército Francés. Fue prisionero de los alemanes durante un año.
Cuando recuperó su libertad volvió a Francia. Poco después se convirtió en profesor de filosofía en el liceo de Condorcet e inició una colaboración con Albert Camus en Combat, el periódico de la Resistencia.
En 1943 publicó El ser y la nada, su obra filosófica más reconocida. En esta explica su visión de la filosofía existencialista de Heidegger, de donde se desprende la famosa máxima: “La existencia precede a la esencia”.
En 1945, siendo ya un filósofo reconocido, se retiró de la docencia y se convirtió en el editor de la revista política y literaria Les Temps Modernes, la cual fundó junto a Simone de Beauvoir. Sartre se relacionó activamente con el socialismo y criticó severamente la Guerra Fría.
En octubre de ese mismo año pronunció un crudo y potente discurso titulado “El existencialismo es un humanismo”. Al sobrepasar con este todas las expectativas de asistencia, poco después se convirtió en uno de sus libros más conocidos.
Fue opositor de la Guerra de Vietnam y junto al filósofo Bertrand Russell organizó un tribunal cuyo objetivo era exhibir los crímenes de guerra perpetrados por Estados Unidos.
EL RECHAZO AL PREMIO NOBEL
En 1964, Jean-Paul Sartre dijo no al Premio Nobel de Literatura. Al enterarse escribió una carta a la Academia Sueca y pidió que no se le concediera el premio. Pero se omitió su petición y, días después, se anunció que el filósofo francés era el ganador.
“Por razones que me son personales y por otras que son más objetivas, no quiero figurar en la lista de posibles laureados y ni puedo ni quiero, ni en 1964 ni después, aceptar esta distinción honorífica”, escribió Sartre.
La Academia Sueca aseguró que entregaba el Nobel a Sartre “por su trabajo, rico en ideas y lleno del espíritu de libertad y de la búsqueda de la verdad”. Los rumores en los medios versaban que lo había rechazado por “temor” a que Simone de Beauvoir sintiera celos, y otros insistían en que estaba molesto por haberlo obtenido después de Albert Camus.
Tras estas publicaciones, Sartre envió una carta firmada y pagada por él a Le Figaro. En ella explicó que siempre rechazaría condecoraciones oficiales, como la Legión de Honor, que se le concedió por su papel como combatiente en la Segunda Guerra Mundial y que también declinó.
Entérate: A 111 años de Jean Paul Sartre, la “náusea” invade al mundo
“Un escritor que adopte posiciones políticas, sociales o literarias debe actuar solo con sus propios medios, esto es, el mundo escrito. Todos los honores que pueda recibir exponen a sus lectores a una presión que no considero deseable”. Y añadió: “Si firmo Jean-Paul Sartre no es lo mismo que si firmo Jean-Paul Sartre, ganador del Premio Nobel de Literatura”.
En 1975, su salud se vio severamente afectada. La ceguera se apoderó de él y lo alejó para siempre de la lectura y la escritura. Antes logró finalizar su obra El idiota de la familia, producto de una larga investigación dedicada a la personalidad de Gustave Flaubert.
Sartre definió su existencialismo como un humanismo. Así refutó a quienes lo calificaron como un filósofo nihilista.
“Gracias a Sartre, los grandes problemas humanos, como su relación consigo mismo y con la sociedad, pasaron a ser centrales dentro de la filosofía luego de haber quedado durante décadas completamente olvidados”, declaró el director de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Chile, Jorge Acevedo.
FRASES DE SARTRE
“El mundo podría existir muy bien sin la literatura, e incluso mejor, sin el hombre”.
“Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace”.
“Aquello que cada uno de nosotros es, en cada momento de su vida, es la suma de sus elecciones previas. El hombre es lo que decide ser”.
“Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad”.
“Cuando los ricos se hacen la guerra, son los pobres los que mueren”.
“En el amor, uno y uno son uno”.
“Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros”.
“No se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan”.
OBRAS DESTACADAS
—El ser y la nada (1943)
—El existencialismo es un humanismo (1945)
—La transcendencia del ego (1936)
—La náusea (1938)
—El muro (1939)
—Esbozo de una teoría de las emociones (1939)