África, el continente más pobre del mundo, se prepara para el confinamiento, ya en vigor en países como Ruanda, y decretado el lunes en Sudáfrica, con el fin de hacer frente al coronavirus.
El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, ordenó un confinamiento nacional de tres semanas a partir del jueves y anunció que el ejército patrullaría las calles para hacerlo respetar.
“Un confinamiento nacional estará en vigor veintiún días (…) a partir del jueves a medianoche”, declaró en un discurso televisado Ramaphosa, quien la semana pasada había declarado el estado de emergencia en el país, el más afectado por la enfermedad en África subsahariana.
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En Lubumbashi, corazón de la economía minera de la República Democrática del Congo (RDC), la actividad y sus cuatro millones de habitantes se paralizaron este lunes durante 48 horas, por orden de las autoridades provinciales.
La razón: dos pasajeros procedentes de Kinshasa dieron positivo al covid-19 al bajar de un vuelo regular con 77 personas.
Unos 30 casos han sido oficialmente declarados desde el 10 de marzo en RDC –con dos fallecimientos–, todos en la capital de 10 millones de habitantes.
Cuatro diputados han pedido “poner a Kinshasa en cuarentena y aislarla del resto del país” para evitar la propagación del virus al territorio de esta nación de 2,3 millones de km2 y al menos 80 millones de habitantes.
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Hasta ahora, África se ha mantenido relativamente al margen de la pandemia: se han registrado al menos 1,691 casos de contagio, con unos cincuenta fallecimientos, frente a los más de 340.000 casos de infección y 15, 100 muertos en todo el mundo, según un recuento de la AFP establecido a partir de fuentes oficiales.
En África occidental, los presidentes de Senegal, Macky Sall, y de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, podrían anunciar este lunes nuevas medidas, tras las ya adoptadas: cierre de fronteras y de lugares públicos, entre otras.
Con 67 casos oficialmente anunciados –sin muertos– Senegal es uno de los países de África del oeste donde el coronavirus está más presente.
En Burkina Faso –con un total de 99 casos– las autoridades “contemplan cada vez más un confinamiento total de la población en un período de dos a tres semanas”, según una fuente de seguridad.
En África central el presidente gabonés Ali Bongo Ondimba anunció restricciones nocturnas a la circulación de 19:30 a 06:00, que se inició el domingo.
En el vecino Camerún (56 casos) el confinamiento es aún objeto de debate. “Esperamos no tener que confinar todo el país”, declaró el domingo el ministro de salud Malachie Manaouda.
Ruanda, con 17 casos declarados, ha prohibido desde el sábado “los desplazamientos no esenciales”.
“Dos semanas sin trabajo en una ciudad donde todo es caro, es una condena a muerte” se alarma Alphonse de 29 años, que trabaja en su moto-taxi en la capital, Kigali.
Desde el viernes, los 1,3 millones de habitantes de isla Mauricio, situada a 1.800 km de la costa oriental de África, también están confinados en sus casas durante 14 días.
Nigeria, gigante de África occidental, intenta hacer respetar las medidas ya en vigor, empezando por la prohibición de aglomeraciones.
“Dispérsense, y vuelvan a sus casas. Por el bien de todos. No vuelvan mañana”, gritó el domingo la policía al dispersar a deportistas y vendedores ambulantes ubicados frente al estadio nacional de Surulere, un barrio popular del centro de Lagos.
“¿Que vamos a comer, que van a comer nuestros clientes?”, se indigna Alice, vendedora de frutas y legumbres. “Pago (mis verduras) a crédito y ahora ya no puedo venderlas. Necesitamos sobrevivir ¡no me puedo quedar en mi casa!”
“En realidad, el confinamiento parcial o total corre el riesgo de tener efectos desastrosos para el continente africano”, se preocupa la célebre escritora camerunesa Calhixte Beyala, en su página Facebook.
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“La población más desfavorecida será la primera víctima, morirá de hambre o entonces su organismo debilitado por la desnutrición la hará más proclive a contraer la enfermedad”, dice.
“Hay que encontrar para África estrategias de urgencia que respondan mejor a las necesidades de nuestros pueblos”, concluye la escritora.