Con dos décadas de trayectoria en el ballet clásico, la bailarina mexicana habla de cómo el arte, la danza y la cultura animan a los jóvenes a luchar por sus sueños ante la violencia que se vive en el país.
“La danza clásica me ha dado mucha alegría, es otra manera de manifestar las emociones, es una forma de expresarse y de acercarse al corazón de las personas que ven la danza”, cuenta Elisa Carrillo a Newsweek México tras terminar una presentación en Alemania.
Apoyar, visibilizar y valorar la danza en México forma parte de una de las luchas por el acercamiento al arte y la cultura en México que la bailarina ha emprendido desde que interpretó, por primera vez, una pieza de ballet.
“Es importante que la gente conozca la danza clásica, se acerque y sepa que cualquier niño o niña que quiera hacer danza o ballet es algo bello, estético y sano”, agrega.
Carrillo también ahonda en cómo esta disciplina puede cambiar conciencias y crear en los jóvenes el propósito de tener metas en la vida ante un México donde los índices de violencia no son alentadores. A pesar de las cifras adversas, la bailarina busca generar en las nuevas generaciones la motivación de ser mejores seres humanos.
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“[La danza] te puede dar mucho como persona. Es importante que la gente la conozca y no se quede con la idea de que es algo para niñas y solo es de color rosa… ¡no! La danza es más que eso, es actuar sin hablar. La danza produce muchas cosas”.
El pasado 22 de noviembre, la bailarina Elisa Carrillo Cabrera recibió, en Eslovaquia, el Premio del Fondo del Patrimonio Petipa en el Teatro Nacional de esa nación. El premio distingue por primera vez la labor de diversas personalidades de la danza por la institución que resguarda, investiga y promueve el legado del gran coreógrafo franco-ruso Marius Petipa, quien nació el 11 de marzo de 1818 y murió el 14 de julio de 1910.
“Este premio lo dedico a la comunidad dancística de México porque Marius Petipa fue un gran coreógrafo que inspiró a todo el mundo. Desde mi fundación, logré que llevaran algunos ballets a México basados en la obra de él”, revela.
Y agrega: “Creo que es importante que en México la comunidad dancística reconozca que tiene repertorio de Marius Petipa, que conozcan su trabajo. Pensé que era un buen momento para dedicarle a la gente este premio, y a la danza en México”.
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“YO NO LO BUSQUÉ”
Al igual que muchas otras niñas, Elisa tuvo su primer acercamiento con el baile cuando su mamá decidió inscribirla en una clase de ballet, “como muchas mamás llevan a sus hijos porque es algo muy sano”, dice entre risas.
“Ella decía que quería que yo caminara derechita y que fuera elegante, así fue como me acerqué a la danza realmente. Entonces, no tenía un conocimiento de la danza a la hora que llegué [a la clase]”, dice.
Cuando tenía ocho años, Elisa vio por primera vez una pieza de ballet titulada La silfide y el escocés. A partir de ese momento empezó a tener contacto con la danza clásica, hasta llamar su atención. “Fue cuando nació todo”, recuerda.
“Vi la función en el Palacio de Bellas Artes. Fui feliz de ver a las bailarinas, era todo un mundo de fantasía ver cómo saltaban y cómo se paraban en las puntas, fue algo muy mágico para mí. A los ocho años me llenó de alegría y supe que quería formar parte de ese mundo”.
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Elisa nació en 1981 y es originaria del municipio de Texcoco, Estado de México, en donde vivió hasta los cinco años. Estudió en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del INBA. Obtuvo su primera medalla de oro a los 14 años y se hizo merecedora de una beca del English National Ballet School, INBA y Fonca para continuar sus estudios en Londres, Inglaterra.
“De alguna manera, el haber nacido en Texcoco me dio algo en la sangre que tiene que ver con la cultura, aunque también es algo que ya tengo desde que nací. Yo me fui de Texcoco a los cinco años. Es el lugar donde nací y siempre lo voy a tener en el corazón y estoy muy contenta de venir de ese lugar”.
Tras graduarse en Inglaterra se integró en el Stuttgart Ballet de Alemania hasta llegar a ser solista. Paralelamente, estudió y se tituló como maestra de ballet con el reconocimiento del Ministerio de Cultura de Alemania.
SUFRIR LA VIOLENCIA A DISTANCIA
A pesar de que Elisa Carrillo no vive en México, está al tanto de la situación de violencia que el país vive y las precariedades en el ámbito cultural, por ello considera que la manera en que contribuye para hacer un cambio en el país es a través del arte y presentaciones de ballet.
“Sufro mucho lo que pasa en México. Sufro mucho esa inseguridad, el que no puedas tener paz al salir a la calle. Sobre todo ahora que tengo una hija, me imagino lo difícil que es vivir así”.
Por eso, “trato de hacer algo, aunque la gente no lo vea así; creo que los niños que ven estos eventos y funciones en algún momento de su vida tienen otra sensación en el corazón y los ayudas a ser felices, de verdad. De esa manera trato de apoyar y solidarizarme con todos los mexicanos, ofrecer algo que pueda cambiar una vida como me la cambió a mí”, menciona.
Elisa fue reconocida como primera bailarina en 2001, además de ser notable embajadora de la danza y la cultura dentro y fuera del país que tanto ama. Cree fervientemente, asimismo, que el arte y la cultura pueden hacer mucho por el ser humano y considera que es algo que México necesita.
Por ello, a través de la Fundación Elisa Carrillo Cabrera A. C. realiza funciones y el festival Danzatlán, en el que se da la oportunidad a jóvenes y niños de disfrutar espectáculos de alta calidad y nivel en danza, pero también al público en general. El 60 por ciento de los eventos son gratuitos.
“Apoyamos a jóvenes, niñas y niños con becas para que vayan al extranjero o a cursos. Lo que necesiten para vestuario o en clases. Todo el apoyo es dado para que logren su sueño y acercarse a la danza, el arte y la cultura”, sentencia.
LA DANZA, UN ARTE PROFESIONAL
Vivir el arte y la cultura en México es distinto a como lo viven los niños y jóvenes en Europa, de acuerdo con la experiencia de la bailarina, quien pone como ejemplo a Rusia, un país donde infantes y adolescentes anhelan formar parte de un ballet.
“En México falta que valoren más este arte y la cultura, esto pasa porque la danza clásica no es parte de nuestra cultura, no es algo que hemos aprendido. La estamos descubriendo todavía porque no es algo tradicional, apenas comienza a haber gente que lo respeta y lo ve como profesión… Creo que es algo que va a tomar tiempo”, señala.Y aunque existan escuelas privadas de ballet clásico en el país, Carrillo apunta que lo importante no es solo tener estas instituciones, sino que, además, deben ser de buen nivel, con maestros preparados y clases de altura para que los ballets sean profesionales.
“Claro que la danza es para todos y se hace a cualquier nivel, pero necesitamos mejores maestros y más preparados y mejores escuelas para que ofrezcan una carrera profesional”, insiste.
En México también hace falta que el ballet se considere un deporte de alto rendimiento, aunque sea un arte, pues los bailarines deben estar en forma para ofrecer una función de alta calidad, con la responsabilidad de entrenar todos los días, ser disciplinados y cuidar su cuerpo. El horario normal de entrenamiento de un bailarín profesional va de las cuatro a las ocho horas diarias. “Hay días que puedes pasar cinco o seis horas ensayando y de lunes a sábado”, agrega Elisa.
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Insiste en que ello es importante resaltarlo porque, “a veces, la gente no tiene idea de lo que implica ensayar una puesta en escena; aunque representes hoy un papel, mañana tienes que ensayar de todas maneras. Todos los días debes estar ensayando”.
La alimentación también es una parte importante, pues “debes comer sano, tener una dieta sana y mantenerte en forma a través del ejercicio”.
En el caso de las lesiones también se debe aprender a lidiar y vivir con ellas, es una parte importante del entrenamiento. “Necesitas que tu cuerpo esté fuerte, hacer tus estiramientos, descansar para que tu cuerpo se pueda recuperar, que no enfermes y saber escuchar tu cuerpo, saber en qué momento exigirte y estar tranquilo”, aconseja la también nombrada primera bailarina.
“Vivir con el ballet es saber que vivirás con dolor en el cuerpo, es una cosa diaria con algo que te duele o molesta y tienes que aprender a lidiar con eso, saber que tienes que esforzarte, aunque duela, pero hay que ensayar. Te acostumbras a vivir y ensayar con el dolor y, de alguna manera, eso también te hace más fuerte”, finaliza.