Para el año 2050, alrededor de 1,500 millones de personas en todo el mundo podrían ser desplazados como resultado del cambio climático, según la Organización Internacional para las Migraciones.
Pero a pesar de esa predicción cruel, la comunidad global aún no acepta o consagra protecciones a los refugiados climáticos en la ley internacional.
“Este es un problema que necesitamos abordar con urgencia”, dice a Newsweek Oscar A. Chacón, cofundador y director ejecutivo de Alianza Americas (una coalición de organizaciones defensoras de la inmigración con sus oficinas centrales en Estados Unidos).
“En los protocolos de protección humanitaria, el cambio climático no aparece en ningún lado”, dice él. Entonces, “en términos de cómo hemos estructurado las reglas del juego, por así decirlo, los refugiados climáticos todavía existen solo en círculos académicos y defensores, pero no aparecen en ningún lado en términos de alguna integración legal de estos conceptos”.
Al momento, comenta Chacón, la comunidad internacional está demasiado retrasada en tratar de enmendar ese error por omisión. Alrededor del mundo, todos los días, la gente es obligada a abandonar su hogar a causa de los efectos del cambio climático, ya sea que se percaten de ello o no.
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En Centroamérica, se cree que el cambio climático está empujando a comunidades de toda la región hacia la frontera estadounidense; pero Chacón, quien creció en El Salvador y ha pasado gran parte de su vida trabajando como defensor en toda la región, dice que muchos todavía no saben el nombre del “culpable” detrás de gran parte de su infortunio.
“Los países centroamericanos están ubicados en los que los expertos mundiales consideran que es una de las áreas de mayor riesgo”, comenta él. “Estamos a un tiro de piedra de experimentar catástrofes importantes relacionadas con el clima, incluidas tormentas considerables y poderosas en su capacidad destructora”.
Pero él explica que parte del problema se debe a la falta de consciencia mundial con respecto al cambio climático, pues muchas comunidades todavía no han identificado “eventos relacionados con el clima… como los perpetradores de su miseria”.
“Todo se muere”
Por ejemplo, en partes del llamado “Corredor Seco”, que abarca Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, los agricultores han enfrentado pérdidas significativas de cultivos debido a la sequía.
“Cuando era niño, era casi seguro que al empezar el mes de abril, entraríamos en la temporada de lluvias… La gente iba a sembrar en los campos precisamente en ese momento y luego, en julio, veías que todo estaba verde y éramos capaces de cosechar con bastante confiabilidad”, comenta Chacón. “Incluso los pequeños agricultores que solo sembraban para sobrevivir, cultivando los campos para su propio consumo, podían planear exactamente cómo se iban a desarrollar las cosas”.
Sin embargo, ahora los agricultores de toda la región han sido afectados por sequías prolongadas que “se extienden hasta julio… y cuando llega la lluvia, no lo hace de una manera que ayude. Llega en la forma de seis o siete días de lluvia continua, resultando en inundaciones, así que todo se muere”.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) advirtió en septiembre pasado que las malas cosechas provocadas por sequías en partes de Centroamérica podrían dejar hambrientas a más de 2 millones de personas, pues las precipitaciones menores a la media en junio y julio llevaron a pérdidas significativas de cultivos, en especial para los pequeños agricultores de maíz y frijol en el Corredor Seco.
Tras batallar para alimentar a sus familias y generar un ingreso, las familias afectadas por la sequía a menudo se sienten motivadas a marcharse, primero a las ciudades grandes, donde a menudo batallan para encontrar empleo, y luego a otros países. Esto resulta en que miles de personas vayan a la frontera estadounidense, dice Chacón, y muchos “no saben quién es el culpable”.
Aun cuando el cambio climático, explica él, no es la única razón de que los centroamericanos se abran paso a la frontera estadounidense —pues es una mezcla de problemas, que incluyen violencia de pandillas, inestabilidad política e inseguridad económica, lo que motiva a muchos a huir—, “a la gente probablemente le iría mejor si entendieran de qué han sido victimas”.
“Hay una agenda política aquí”
Sin embargo, la negación generalizada de los efectos del cambio climático documentada por la comunidad científica está evitando que la difusión de información crucial llegue a las comunidades que son impactadas cada vez más por ellos, comentó él.
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Y pocos países tienen más responsabilidad que Estados Unidos, sugirió Chacón.
El lunes, se espera que el presidente Donald Trump no participe en conversaciones claves de la cumbre climática en Naciones Unidas, pues se espera que el líder estadounidense presida su propia reunión sobre la libertad religiosa.
Tras las protestas recientes por el clima en Estados Unidos y todo el mundo, la ausencia anticipada de Trump en las conversaciones climáticas, las cuales se espera que atraigan a 60 representantes de todo el mundo, es solo otra marca en el pésimo historial del presidente cuando se trata de abordar los impactos del cambio climático.
En vez de abordar las preocupaciones mundiales sobre el destino de la humanidad conforme la comunidad científica continúa haciendo sonar la alarma sobre los impactos de nuestras contribuciones que suscitan cambios en el sistema climático de la Tierra, mucho del enfoque de Trump a lo largo de su primer período como presidente ha sido disuadir a los migrantes, buscadores de asilo y refugiados que no se abran paso hacia la frontera estadounidense.
“Se está creando la percepción de que los migrantes están invadiendo el país”, comenta Chacón. “Pero, si revisas los datos oficiales de la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza [CBP], verás que no hemos experimentado números súper altos [de gente migrando a Estados Unidos]”.
Por supuesto, en el año fiscal 2019, la CBP ha visto un aumento considerable en los arribos en la frontera estadounidense, en especial de familias centroamericanas que huyen del Triángulo del Norte, el cual lo comprenden Honduras, Guatemala y El Salvador. Más de 144,000 personas fueron aprehendidas o nombradas inadmisibles en la frontera estadounidense en mayo, más del doble de las cifras vistas en 2018 y más del séptuple de las vistas en 2017.
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Los arribos en mayo fueron los más altos en más de una década. Sin embargo, han disminuido constantemente desde entonces.
Mientras tanto, desde una perspectiva más amplia, hasta que Estados Unidos vio un aumento en los arribos la primavera pasada, en general ha habido una disminución clara en la cantidad de gente arrestada en la frontera los últimos 18 años.
En el enfoque universal de la administración de Trump, dice Chacón, no es proporcional a la tendencia general.
“A la gente le cuesta ver que hay una agenda política aquí que está más relacionada con cómo el alimentarle miedo a esta histeria de que nos están invadiendo sirve a países como Estados Unidos, a un presidente como Donald Trump… como una manera de, básicamente, alimentar a sus partidarios más fanáticos”, explica él.
Sin embargo, hay gente dentro de la administración de Trump que sabe más, dice el director de Alianza Americas.
Dentro de ellos está el mismísimo secretario interino del Departamento de Seguridad Nacional, Kevin McAleenan.
De hecho, McAleenan pareció mostrar un entendimiento bien versado de los impactos del cambio climático en los centroamericanos quienes viven en el Corredor Seco en diciembre durante una discusión sobre los factores de atracción y repulsión que provocan a los residentes de la región a huir a Estados Unidos.
“En los últimos años”, dijo por esas fechas McAleenan —el entonces comisionado de la CBP—, Estados Unidos ha tomado nota de la “demografía en verdad cambiante que proviene de Centroamérica”, y los buscadores de asilo “no arriban de ciudades grandes, sino principalmente, ahora… de Guatemala y Honduras, gente de las áreas rurales”.
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En particular, dijo McAleenan, los retos significativos en la seguridad alimentaria como resultado de la sequía estaban “afectando la capacidad de las familias de mantenerse a sí mismas”.
“Estas áreas enfrentan retos significativos en la seguridad alimentaria”, dijo él, señalando que el PMA y la Organización Internacional para las Migraciones “han escrito estudios muy astutos sobre la sequía, sobre la caída en el precio del café y cómo eso está afectando al capacidad de las familias de mantenerse a sí mismas”.
“Estamos viendo que eso se traduce directamente en quién llega a nuestra frontera”, dijo McAleenan. “Entonces, realmente, la preocupación de hambruna se ha convertido en un factor de repulsión en verdad relevante desde nuestro análisis y perspectiva”.
Aun cuando McAleenan tal vez no haya nombrado directamente al cambio climático como un factor impulsor detrás de la sequía, él mostró un entendimiento claro de los impactos que los cambios en el tiempo tenían en las comunidades agricultoras del Corredor Seco.
Sin embargo, eso no debería sorprender a nadie, pues recientemente salió a la luz que un informe interno compilado hace un año por la CBP también había señalado la escasez de cultivos debida a la sequía como un factor que empujaba a los buscadores de asilo hacia la frontera estadounidense, según NBC News, que obtuvo el estudio.
Sin embargo, a pesar de los hallazgos de la agencia, parece que los contenidos del informe fueron ignorados en gran medida, si se puede considerar como indicio la decisión de la administración de Trump de redoblar las acciones para disuadir a los centroamericanos de llegar a la frontera estadounidense, a la par que se optaba por retirarle ayuda a esos países.
“Parte del problema dentro del gobierno estadounidense es que tienes personas que son, llamémosles así, diplomáticos de carrera, si quieres, los cuales, hasta hace poco, eran bastante decentes en la manera en que entendían, desde un punto de vista intelectual, por qué la gente ha estado abandonando [Centroamérica]”, dice Chacón. “Pero ahora trabajan en el único gobierno en el que pueden trabajar, el cual ahora es manejado por gente a quien no podría importarle menos la ciencia o las consideraciones humanitarias”.
“Esta es una administración encabezada, especialmente cuando se trata de los méritos de la movilidad humana a través de las fronteras, por ideólogos”, opina él. “Gente que no necesita explicación alguna de cómo deciden todo excepto sus ideologías”.
Mientras tanto, dice él, “la gente más instruida que, hasta hace poco, era capaz de hablar con bastante inteligencia sobre estos problemas ha decidido quedarse callada”.
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“Algunos podrían estar esperando que pudiera haber un cambio en el gobierno en 2020 y que regresaremos a un momento más ilustrado en la historia del país”, comenta él. “Pero es un gran ‘si acaso’.”
Asimismo, dice él, la dirigencia estadounidense en los dos problemas más grandes del mundo —el cambio climático y la migración— y las muchas maneras en que se cruzan actualmente y con toda probabilidad solo continúen haciéndolo en el futuro, está alimentando una narrativa “increíblemente tóxica” alrededor del mundo.
“¿Cómo podemos darnos el lujo de no tomar en cuenta la ciencia, los hechos y la evidencia?”, pregunta Chacón. “Pero, tristemente, la ciencia, los hechos y la evidencia son exactamente las víctimas de la actual narrativa política tóxica que es tan dominante”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek