El derretimiento rápido del permafrost en el Ártico podría duplicar el efecto de calentamiento producido por los gases de invernadero que son liberados por el suelo, potencialmente exacerbando el cambio climático. Esto según los investigadores.
Este “gigante dormido” escondido en las tundras de Canadá y otras regiones norteñas de todo el mundo también podría transformar paisajes enteros en cuestión de meses. Según argumentan Merritt Turetsky, de la Universidad de Guelph, Canadá, y sus colegas en un informe publicado en la revista Nature.
La investigación ha mostrado que la región del Ártico actualmente se calienta dos veces más rápido que la media mundial, y esto provoca que el permafrost —o suelos congelados— se derrita, a menudo por primera vez en miles de años.
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“Conforme aumenta la temperatura del suelo por encima del congelamiento, los microorganismos descomponen la materia orgánica en el suelo”, escribieron los autores en el artículo. “Los gases de invernadero —incluidos dióxido de carbono, metano y óxido nitroso— son liberados en la atmósfera, acelerando el calentamiento global”.
Esto es especialmente preocupante dado que el permafrost del Ártico contiene el doble de carbono que toda la atmósfera, casi 1,600 billones de toneladas, dicen los investigadores.
“Los modelos actuales de liberación de gases de invernadero y del clima asumen que el permafrost se derrite gradualmente de la superficie hacia abajo”, escribieron los autores. “Las capas más profundas de materia orgánica son expuestas al paso de décadas o incluso siglos, y algunos modelos empiezan a monitorear estos cambios lentos”.
Sin embargo, este tipo de investigación, que observa procesos graduales, ignora lo que tal vez sea un problema más inquietante: el colapso rápido del permafrost. Esto es cuando varios metros de suelo permafrost —que en esencia mantiene unida la tierra— se desestabiliza al paso de días o semanas, en vez de unas cuantas pulgadas al año.
Dicho colapso rápido altera físicamente en un espacio de meses los paisajes que tardaron millones de años en formarse, mediante subsidencia, inundación y deslaves. A veces la tienda se puede hundir, inundarse por aumento de lagos y humedales. Los científicos incluso han observado laderas que, en esencia, se licuan.
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“Este derretimiento abrupto cambia los ecosistemas boscosos en lagos y humedales por derretimiento, resultando en una transformación a gran escala del paisaje que no solo impacta los retroefectos del carbono en el clima, sino que también altera el hábitat de la vida silvestre”, dijo en una declaración Miriam Jones, coautora del informe del Servicio Geológico de Estados Unidos.
En contraste con el derretimiento gradual, el colapso abrupto del permafrost desestabiliza los almacenamientos más profundos de carbono en un periodo más corto y también libera más metano, un gas que tiene un efecto de invernadero mucho más fuerte que el dióxido de carbono.
“Observamos a este gigante dormido despertar justo frente a nuestros ojos”, dijo Turetsky. “Sucede más rápido de lo que todos predijeron. Mostramos que el derretimiento abrupto del permafrost afecta menos de 20 por ciento del región de permafrost, pero las emisiones de carbono de esta región relativamente pequeña tiene el potencial de duplicar el retroefecto climático asociado con el derretimiento del permafrost”.
Además de los efectos adversos al medioambiente, el derretimiento abrupto también presenta un problema grave para las comunidades árticas. Puede llevar a que las viviendas se vuelvan inestables o provocar daños a la infraestructura, como caminos y líneas férreas. También tiene un efecto adverso en las prácticas tradicionales de caza, así como en los científicos que tratan de trabajar en la región.
“Trabajamos en áreas donde el permafrost contiene muchísimo hielo, y nuestros sitios de campo están siendo destruidos por el colapso abrupto de este hielo, no gradualmente al paso de las décadas, sino muy rápido al paso de meses o años”, dijo Turetsky.
Teniendo en cuenta sus conclusiones, el equipo hace varias recomendaciones, incluido el pedir más monitoreo del permafrost ártico, así como más investigación de los efectos del derretimiento en el cambio climático.
“Hay una necesidad urgente de hacer un avance sustancial en la representación de los efectos del derretimiento abrupto en el ciclo del carbono en los modelos del sistema Tierra”, dijo en la declaración Dave Maguire, de la Universidad de Alaska Fairbanks. “Esto informará a los legisladores sobre cómo la liberación del carbono por el derretimiento abrupto podría afectar la implementación de estrategias de gestión del carbono para controlar la acumulación de gases de invernadero en la atmósfera”.
Aun cuando la magnitud de la amenaza que presenta el derretimiento del permafrost ártico es significativa, Turetsky sigue siendo optimista con respecto al futuro.
“Si podemos limitar las emisiones humanas, todavía podemos frenar las consecuencias más peligrosas del calentamiento climático”, dijo ella. “Nuestro espacio de acción está reduciéndose, pero todavía lo tenemos y podemos hacer cambios para salvar el ártico como lo conocemos, y el clima de la Tierra junto con él”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek