En un paso legislativo sin precedentes, los diputados británicos aprobaron este viernes un proyecto de ley que legaliza el suicidio asistido para pacientes en fase terminal, tras una intensa jornada parlamentaria que terminó con 314 votos a favor y 291 en contra. La medida, que ha generado un encendido debate social, se someterá ahora al escrutinio de la Cámara de los Lores, antes de poder entrar en vigor.
La iniciativa marca un hito en la historia legal del Reino Unido, diez años después del último intento fallido en 2015 y tras una creciente presión de sectores ciudadanos y organizaciones que defienden el derecho a morir dignamente.
¿QUÉ PROPONE LA LEY?
El texto aprobado establece que personas diagnosticadas con enfermedades terminales y una esperanza de vida inferior a seis meses podrán solicitar el suicidio asistido, siempre y cuando puedan ingerir por sí mismas la sustancia letal.
Tras su aprobación inicial en noviembre de 2024, el proyecto ha sufrido varias modificaciones clave:
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Evaluación médica obligatoria por parte de dos doctores.
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La decisión final no recaerá en jueces, sino en un comité de expertos independientes.
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Se incluye la objeción de conciencia para personal médico, farmacéutico o sanitario.
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Se creará un consejo consultivo sobre discapacidad y se designarán expertos en salud mental para apoyar a pacientes vulnerables.
APOYO SOCIAL MAYORITARIO
Según una encuesta del instituto YouGov, el 73 % de la población británica respalda la ley tal como ha sido redactada. El dato refuerza el sentir popular expresado en las inmediaciones del Parlamento, donde manifestantes mostraron pancartas con lemas como “My death, my decision” (Mi muerte, mi decisión).
Sarah Wootton, directora de la organización Dignity in Dying, celebró la aprobación del texto como “un mensaje claro de que el cambio está en marcha”. Por el contrario, Gordon Macdonald, portavoz del grupo Care Not Killing, calificó la iniciativa como “profundamente imperfecta y peligrosa”.
TESTIMONIOS ENCONTRADOS
Kim Leadbeater, diputada laborista promotora de la ley, subrayó que se trata de una “respuesta compasiva” para personas que enfrentan una muerte “dolorosa e indigna”. La diputada destacó que “la injusticia del statu quo nos impide esperar más tiempo para ofrecerles una opción mejor”.
Fuera del Parlamento, Milly Blenkinshop-French, jubilada de 81 años, relató que su hijo murió de cáncer “con dolores espantosos” y expresó que, de haber existido esta ley, él habría tenido la posibilidad de elegir.
Sin embargo, también hubo voces disidentes. Ramana Kumar, investigadora de 37 años, alertó sobre los peligros de “malas aplicaciones” y la posibilidad de que personas vulnerables sean presionadas.
CONTEXTO LEGAL EN EL REINO UNIDO
Actualmente, el suicidio asistido es ilegal en Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, y puede acarrear hasta 14 años de prisión por incitación o complicidad. En Escocia, aunque no está tipificado como delito específico, puede considerarse homicidio voluntario.
Recientemente, la isla de Man se convirtió en el primer territorio británico en legalizar el suicidio asistido, aprobando una ley similar en marzo de este año.
¿QUÉ SIGUE?
Ahora el proyecto deberá ser discutido en la Cámara de los Lores, y si obtiene su aprobación, aún pasarán al menos cuatro años antes de su implementación total, según estimaciones del Parlamento.
Mientras tanto, la votación no solo marca un parteaguas legislativo, sino también un cambio cultural sobre el final de la vida, que ya resuena en la sociedad británica y podría influir en futuras decisiones en otros países europeos.
La pregunta que ahora se abre es si el Reino Unido está listo, legal y moralmente, para ofrecer el derecho a elegir una muerte digna. Lo que es indudable es que el debate ya no puede postergarse más. N
(Con información de AFP)