¿Cómo eran los denisovanos? Una nueva investigación logró identificar, por primera vez, un cráneo casi completo perteneciente a este misterioso grupo extinto de homininos (parientes cercanos del ser humano moderno). Los denisovanos habitaron Asia durante el Pleistoceno, pero hasta ahora solo se les conocía a través de fragmentos óseos y análisis genéticos debido a la escasez de fósiles.
El hallazgo fue posible gracias al análisis de moléculas antiguas, que permitió a los paleontólogos confirmar que un cráneo descubierto en las cercanías de Harbin, en el noreste de China, corresponde a un individuo denisovano.
“Es la primera vez que un cráneo casi completo se vincula definitivamente con el pueblo extinto. El fósil presenta una prominente cresta superciliar con un cerebro tan grande como el de los individuos modernos y los neandertales”, pormenoriza este miércoles la revista Nature, que dio cobertura a la investigación publicada en Cell y Science.
Con una antigüedad estimada de al menos 146,000 años, el cráneo descubierto pone fin a más de 15 años de incertidumbre sobre el aspecto físico de los denisovanos. Hasta ahora, todo lo que se sabía de ellos provenía del análisis genético de un pequeño hueso hallado en Siberia. En 2008 arqueólogos encontraron en la Cueva de Denísova un fragmento de falange —un hueso del dedo meñique— perteneciente a una niña de entre ocho y 12 años, pero no fue hasta 2010 que se analizó su ADN.
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“Es realmente emocionante contar finalmente con ADN denisovano de un cráneo casi completo. Por fin tenemos información sobre la morfología craneal de este grupo extinto”, afirma Janet Kelso, bióloga computacional del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania.
DEL “HOMBRE DRAGÓN” A LOS DENISOVANOS
Esta investigación comenzó hace tiempo con el denominado “Hombre dragón”, un cráneo humano antiguo y muy bien conservado, hallado en Harbin, China, sin mandíbula inferior. El fósil fue desenterrado en 1933, pero ocultado durante décadas.
De acuerdo con Qiang Ji, paleontólogo de la Universidad Hebei GEO en Shijiazhuang, China, este obtuvo el espécimen de manos de un hombre anónimo en 2018, quien afirmó que su abuelo desenterró el fósil en 1933 durante las obras de construcción del puente sobre Long Jiang (que significa río dragón) y lo enterró en un pozo abandonado, donde permaneció hasta una confesión en su lecho de muerte.
En 2021 Qiang Ji propuso que pertenecía a una nueva especie humana arcaica, bautizada como Homo longi y apodada “Hombre dragón”. Cuando el paleontólogo publicó los hallazgos, Qiaomei Fu, genetista del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de Pekín, quiso saber si el fósil realmente era de una nueva especie o si podía estar relacionado con los denisovanos.

Para lograrlo, el equipo liderado por Fu intentó en un primer momento extraer ADN del hueso petroso —una región del cráneo que suele conservar bien el material genético— y de un diente unido al fósil, pero los investigadores no obtuvieron resultados positivos. Más adelante, optaron por analizar proteínas antiguas extraídas del hueso del oído, y fue allí donde encontraron secuencias proteicas idénticas a las de denisovanos previamente identificados en Siberia, el Tíbet y Taiwán.
“Una secuencia proteica del fósil de Harbin era idéntica a la de una proteína del hueso del dedo siberiano, así como de denisovanos descubiertos en el Tíbet y Taiwán, pero difería de la de los humanos modernos y neandertales. Esto sugería que el individuo del Hombre dragón era denisovano. El equipo de Fu identificó dos coincidencias proteicas más, aunque menos concluyentes”, explica la revista académica.
EL RASTREO DE ADN
Sin embargo, Fu quería más pruebas. Por esta razón, recurrió a un pequeño fragmento de placa dental calcificada o cálculo. Buscó ADN del huésped entre el ADN bacteriano de la muestra y lo encontró. Las secuencias genéticas del genoma mitocondrial, heredado por vía materna, del cráneo del Hombre dragón estaban estrechamente relacionadas con los primeros denisovanos de Siberia.
“Los científicos ahora tienen un cráneo de denisovan que los investigadores pueden usar para identificar otros especímenes de denisovanos en sus colecciones, incluso si no se puede encontrar ADN o proteína antigua”, concluye Nature. N