La existencia y naturaleza de las guerras ha sido estudiada por grandes pensadores derivado de la necesidad de explicar la perspectiva interpretativa sobre el fenómeno de la guerra, así como sus circunstancias y motivaciones.
No hace mucho tiempo suponíamos que las guerras eran un fenómeno social que se iba alejando cada vez más de nuestros horizontes y que dentro de pocos años prácticamente casi desaparecerían. Pero su renovada y terrorífica presencia nos demanda preguntarnos si realmente la inmensa mayoría de la población, incluidos los dirigentes más influyentes, conoce y sabe verdaderamente cuáles son las causas y la naturaleza de las guerras.
Al estudioso Gastón Bouthoul, pensador de origen francés, le tocó vivir las dos guerras mundiales, y como tantos otros grandes pensadores se propuso investigar y replantearse un asunto que parecía tener obvias respuestas. Así pues, después de la Segunda Guerra Mundial inició el estudio científico y objetivo de las guerras, la polemología, subrayando la diferencia con la antigua ciencia de la guerra. Esta última, la que siempre ha existido en las sociedades que iniciaron una cultura militar, que es importante recordar que no han sido todas, con el objetivo de ganar las guerras.
La polemología de Bouthoul es algo absolutamente diferente en su propósito; el objetivo es comprender las causas y naturaleza de las guerras para erradicarlas, a pesar del enriquecimiento. Desde entonces, con tantas investigaciones, seguimos sufriendo las guerras prácticamente como si ninguno de esos estudios se hubiera realizado. Los obstáculos para que esto sea así son una serie de suposiciones, señaladas por los polemólogos, que nos impiden ver con claridad.
ESTUDIAR LAS GUERRAS PARA NO REPETIRLAS
La polemología se desarrolló como una herramienta metodológica que busca interpretar y comprender el fenómeno bélico desde una perspectiva más amplia y abarcando la complejidad de su sentido, sus causas y consecuencias.
Este propósito también lo rescata la historia de la guerra, ya que no solo valora la incorporación de nuevos datos o temas en el estudio de los hechos bélicos (como lo hace la nueva historia militar), sino que también tiende puentes de explicación e interpretación más profundos con el objetivo de entender la complejidad de la guerra como fenómeno, lo que requiere no solo comprenderse por profesionales, sino que también necesita vincularse con la sociedad civil, pues esta es la principal afectada por la acción y el desarrollo de las guerras.
Como, por ejemplo, todos sabemos por qué se dan las guerras, por lo que no es necesario que nos señalen lo evidente. Se dice que es una consecuencia inevitable de nuestra instintiva violencia, una lucha por los recursos y los bienes que siempre existirá. También se dice que la guerra “es el motor de la historia”, imprescindible para renovarnos, así como la espeluznante idea de que “forja el carácter”.
Los polemólogos han podido explicar claramente las falacias de estas suposiciones. Y a todos estos obstáculos, para comprenderlos se les ha sumado el uso malintencionado de muchos militaristas, que han aprovechado estos estudios polemológicos para tergiversarlos y reconstruir escondiendo mejor sus argumentos y propósitos, continuando la eficacia destructiva de sus guerras, confundiendo así una disciplina con la otra.
La inevitable globalización comunicativa, que nos acerca cada vez más a otras comunidades, pidiéndonos imperativamente responsabilizarnos de ser más incluyentes y comprensivos, hace que pocas cosas sean tan urgentes como la de integrar los conocimientos logrados por la polemología a los planes de estudio de toda forma de educación.
¿LOS CONFLICTOS BÉLICOS SON EVITABLES?
La guerra es un fenómeno multifactorial, con aspectos y características fundamentalmente psicológicas, pero también antropológicas, etnológicas, sociológicas, míticas, religiosas y un largo etcétera. Al comprender estos sentidos de una manera integral podemos interconectar estas causas y así darnos cuenta de que las guerras son perfectamente evitables.
Los detalles sutiles de la naturaleza de las sociedades y de los humanos podemos seguir dejándolos a los polemólogos especialistas (y otros científicos sociales). Pero hoy es imprescindible difundir a todos los niveles educativos, de una manera sencilla y clara, las causas básicas y los detonadores fundamentales para comprender, e inmediatamente descubrir en nosotros y en los demás las situaciones que nos llevarán a la guerra, el más sangriento y doloroso fenómeno colectivo humano (que recordemos… es algo cultural y no natural). A ese horror que tanta tragedia y destrucción ha generado a lo largo de la historia.
Sí se puede quitar el velo a sus causas escondidas, subterráneas e inconscientes, y que todos nos unamos en esta labor contra tanto infinito dolor, destrucción y muerte. Con información, conocimiento, educación y voluntad, las guerras son evitables.
Resulta asombroso que “la guerra” es el fenómeno más visible de entre todos los comportamientos humanos, y que esta mantenga paradójicamente invisible su verdadera naturaleza.
Lo que no conocemos de nosotros mismos… nos gobierna. N
—∞—
Germán Ortega Chávez es historiador mexicano egresado de la UNAM, biólogo en la UAM y arqueólogo por la ENAH. Entre su extensa trayectoria destaca su conducción de televisión en Canal 22, maestro, filósofo y viajero. Ha sido reconocido en diversas ocasiones y ha tenido grandes aportaciones en el ámbito cultural. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.