El desperdicio de comida es uno de los grandes desafíos mundiales que, además de tener implicaciones éticas, tiene importantes impactos en el medioambiente y la economía. Parte de esta problemática está ligada al consumismo alimentario, por lo que gestionar la adquisición, el almacenamiento y la preparación de alimentos de manera responsable es clave para reducir el desperdicio.
Al hablar de desperdicio de comida se hace referencia a los alimentos que son descartados durante la producción, el procesamiento, la distribución, la venta al por menor y el consumo. Aunque el término puede englobar diferentes tipos de descarte, es preciso diferenciarlo de las pérdidas de alimentos, que se producen cuando estos se quedan en las explotaciones agrarias y se reincorporan al suelo.
Según el “Informe sobre el índice de desperdicio de alimentos 2024”, publicado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de los 1,050 millones de toneladas de alimentos que se desperdiciaron a escala mundial durante el año pasado, 60 por ciento se generó en los hogares, lo que evidencia la necesidad de que los consumidores replanteen su relación con las compras y la comida.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA COMBATIR EL DESPERDICIO DE COMIDA?
Naciones Unidas considera que el desperdicio a nivel del consumidor se debe a menudo a una mala planificación de las compras y las comidas, ante lo cual expertas de la Universitat Oberta de Catalunya brindan algunos consejos para evitar el desperdicio y ofrecen recomendaciones como realizar listas previas con los platillos que se espera preparar a lo largo de la semana.
De acuerdo con las especialistas, otro gran factor que propicia el desperdicio es el exceso de compra, influido por porciones y tamaños de envases demasiado grandes, por lo que es vital elegir la medida de embalaje adecuada o alimentos a granel para adquirir solo la cantidad requerida. Además, estudios estiman que realizar compras cuando se tiene hambre aumenta la probabilidad de comprar alimentos que no se necesitan o en cantidades excesivas.
También es vital contar con un inventario constante de los productos y alimentos que se tienen en casa, de modo que al realizar una lista compras se incluya solo lo necesario. Esto ayuda a la rotación de alimentos, al utilizar lo más antiguo y, en el mejor de los casos, evitar compras innecesarias.
El almacenamiento inadecuado en el hogar es otro factor que se debe corregir. Se recomienda poner especial cuidado al guardar las porciones preparadas en el congelador a una temperatura de -18 °C y asegurarse de etiquetarlos con la fecha de congelación para utilizarlas antes de que pierdan calidad.
DESECHAR LO MENOS POSIBLE
Este último detalle es de suma importancia, pues existe cierta confusión sobre las etiquetas referente al consumo preferente y de caducidad, por lo que es importante diferenciar que la fecha de consumo preferente señala factores de calidad, mientras que la fecha de caducidad indica la seguridad.
Los alimentos con fecha de consumo preferente pueden ser seguros para comer después del plazo señalado; aunque pueden haber perdido parte de su sabor o textura, no hay ningún peligro al ingerirlos y es preferible a desecharlos. En cambio, los alimentos con fecha de caducidad no se deben consumir después de esta fecha por motivos de seguridad para la salud.
En la misma línea, se recomienda ver las sobras como alimento vigente y propenso a darle una segunda vida a manera de sopas, purés, bocadillos o ensaladas. Al momento de comprar también se aconseja elegir frutas y verduras imperfectas que suelen tener descuento y son igual de buenas que el resto.
Por último, compartir consejos y herramientas de gestión alimentaria en el lugar de trabajo, con los amigos o familiares es de suma importancia. Difundir las ideas sobre la prevención del desperdicio puede inspirar a otras personas a adoptar prácticas similares y crear una cultura de sostenibilidad. N