Cuando Joseph Lynskey fue empujado a las vías del metro en Nueva York (NY) el 31 de diciembre, supo inmediatamente que era víctima de uno de esos actos aleatorios provocados por personas con problemas de salud mental que mantienen en máxima alerta a los ciudadanos. Milagrosamente sobrevivió para contarlo.
“Nunca piensas que algo así te puede ocurrir a ti, a pesar de la creciente preocupación de los usuarios del metro neoyorquino. Fue tan rápido, que lo único que piensas es: ‘Me empujaron, me va a atropellar el tren y me voy a morir’”, dice Lynskey, quien permanece en su casa convaleciente de una fractura de cráneo, cuatro costillas rotas y el bazo reventado.
El hombre de 45 años es uno de los 4 millones de usuarios diarios del metro de Nueva York, el mayor y más concurrido de Estados Unidos con 472 estaciones y más de 1,000 kilómetros de vías, abierto día y noche.
Cayó en el hueco que hay entre los rieles. Al abrir los ojos tras el golpe, estaba debajo del tren, a escasos centímetros del riel de alta tensión que alimenta los vagones; “además había sangre en el suelo debajo de mi cabeza”, recuerda
“Sabía que tenía que mantener la calma”, dice. Y empezó a pedir ayuda porque no estaba seguro si el maquinista, cuya silueta entrevió cuando caía, o alguien en el andén —estaba vacío cuando llegó—, le habían visto.
Poco después oyó la voz de una “buena samaritana” que empezó a preguntarle su nombre, si podía mover los dedos de las manos y de los pies. “Creo que trataba de que estuviera despierto”, comenta.
Cuatro minutos después llegaron bomberos de una estación vecina, policía y personal de la Autoridad Metropolitana del Transporte (MTA, por sus siglas en inglés), la compañía del metro neoyorquino.
Dos bomberos que le extrajeron de debajo del tren habían hecho el día anterior un curso para proceder en estos casos. Lynskey, , un productor musical, se ha reunido con ellos para agradecerles que “pusieron sus vidas en peligro” y darles un abrazo.
“Todo el mundo merece sentirse seguro cuando toma el metro para ir a su trabajo”, señala Lynskey.
LOS CRÍMENES EN EL METRO DE NY
Un afroamericano de 23 años, con un historial delictivo y problemas de salud mental fue detenido tras el ataque. Se declaró no culpable. En 2024 un total de 26 personas cayeron a las vías del tren (una de ellas perdió la vida), nueve más que el año anterior, según datos de la Policía de Nueva York.
Otros casos como el de un joven con problemas de salud mental que fue reducido y asfixiado en 2023 por un exmilitar (absuelto en diciembre), y el de una mujer que murió carbonizada después de que un inmigrante guatemalteco prendiera fuego a su ropa en un vagón antes de Navidad, han hecho saltar todas las alarmas.
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A principios de año, las autoridades neoyorquinas anunciaron una caída del 5.4 por ciento de los delitos y crímenes en el metro de Nueva York el año pasado, con relación a 2023. Pero el número de muertes, una decena en 2024, se duplicó.
El propio presidente de la MTA, Janno Lieber, reconoció recientemente que aunque las estadísticas de seguridad han mejorado en general, “estos incidentes de alto perfil son francamente aterradores”.
Marissa Keary, una joven de 24 años, apunta que se han “intensificado” las precauciones. “Cuando tomo el metro y tengo que esperar, me pongo de espaldas contra la pared, y también me pongo cerca de otra mujer. Me coloco al lado de gente que no parezca amenazante”.
“UN DECRÉPITO Y SUCIO METRO DE LA CAPITAL FINANCIERA”
El decrépito y sucio metro de la capital financiera y meca del turismo de 8 millones de habitantes, que desde la pandemia de covid-19 ha perdido 1.5 millones de viajeros diarios, sigue siendo el transporte más rápido.
Las autoridades anunciaron a mediados de enero refuerzos policiales en las estaciones y vagones, más recursos públicos y mejorar las políticas de salud mental. De igual manera, han empezado a instalar barreras en los andenes para proteger a los viajeros y miles de cámaras de seguridad.
Con una deuda de 46,800 millones de dólares y unas necesidades de financiación de 65,400 millones para renovarse en el periodo 2025-2029, las autoridades del metro confían en que el presidente Donald Trump no eche abajo el peaje de congestión (9 dólares). Este lo deben pagar los autos que entran al corazón de Manhattan, vigente desde enero, que se destinará a modernizar el metro.
Mientras tanto, el presidente de la MTA espera convencer al congreso del estado a que apruebe ingresos adicionales para evitar el colapso del metro neoyorquino. N
(Con información de AFP)