En no pocas ocasiones, leo lo que los reporteros de distintos medios de comunicación presentan sobre noticias policiacas, de página roja, de la violencia que experimentamos todos los días en México.
He aprendido a sortear párrafos completos de esas notas que a ratos intentan explicar algo, en otros buscan ocultarlo y las más de las veces, magnifican lo absurdo y minimizan lo relevante.
Le presento algunos de los dichos que he identificado con frecuencia en los diarios y demás medios digitales, para que esté usted alerta cuando lea la página roja que ya mutó a página nacional.
“Ataque directo” o “Ajuste de cuentas”
Dado que el término “ejecutar” es identificable en todo México pero al mismo tiempo suele producir escozor en distintos ámbitos de gobierno, se sustituye por estos términos vagos.
¿Robarle la cartera a alguien no es un ataque directo? ¿No se aplicaría el mismo término a una golpiza propinada en miles de casos de violencia familiar? Pues, parece que el aplastar a golpes a una mujer indefensa no es un ataque directo, pero sí lo es a un delincuente.
Por su parte, ajustar cuentas supone cobrárselas a alguien, ya sea por venganza o revancha; sin embargo, se requiere tener la certeza de que el occiso le debía algo a alguien y éste decidió ir por lo suyo, pero para contar con tal seguridad se necesitaría conocer el caso en pormenor.
Mataron a una mujer; luego entonces, es feminicidio
La mayoría de los expertos coincide en que la muerte de una mujer primero es homicidio (quitarle la vida a un ser humano) y después, requiere de un análisis cuidadoso para determinar si fue feminicidio. El ejemplo que suelo presentar es el de una mujer que sea narcomenudista.
Si esta mujer es asesinada por un competidor, no hay odio por su condición de mujer, sino rivalidad delictiva. En cambio, si esta mujer llega a su casa y es muerta a golpes por su esposo, es un feminicidio.
Hay medios que llevan su cuenta de feminicidios, pero a punta de axiomatizar que toda mujer asesinada es feminicidio. Y con ello, flaco favor le hacen a la seriedad de la investigación criminal profesional con enfoque de género.
Si ejecutaron a un homosexual o lesbiana, es un ataque a la comunidad LGBT
Repasando centenas de notas en todo el país, jamás he leído que una sola dijera algo así como “heterosexual es agredido a disparos”. Por otra parte, conozco a colegas hombres y mujeres con pareja del mismo sexo y platicándoles el tema, ni ellas ni yo encontramos que la muerte de una persona señale en automático una agresión a una comunidad.
El asunto se confirma por maximización: no toda muerte de un judío, musulmán, católico, ateo o agnóstico es una agresión a la comunidad judía, musulmana, católica, atea o agnóstica. El compartir un rasgo emocional, espiritual o biológico no supone espíritu de cuerpo en automático.
Los sicarios lograron escapar
Es una de mis frases favoritas, sobre la que se escribe algo así como “los asesinos lograron escapar con rumbo desconocido”. El sentido común señala que en nueve de cada diez casos, los sicarios se retiraron porque ya no tenían otra cosa que hacer en el lugar. Escapar se refiere a salir de un riesgo inminente, generalmente a toda prisa.
Si dos motosicarios vacían sendos cargadores a la víctima, ¿a qué se quedan? No parece tener mucho sentido de que desmonten sus unidades, enciendan un cigarrillo y conversen sobre lo ocurrido. Es evidente que se van a ir, por lo que el considerar que irse es sinónimo de huir, es absurdo.
El agresor o la víctima tenían acento centroamericano o sudamericano
Por derivación, el agresor podría tener acento veracruzano, sinaloense, guerrerense o, como dirían en Nuevo León, “se sabe que es chilango porque habla cantado”.
Si el interés es descriptivo, valga y bueno pero usualmente no es así, ya que el propósito es señalar que el agresor es de otro lugar, no de este (el que sea) adonde sus habitantes son níveas creaturas del ser necesario. Tal vez la realidad no sea así.
Hay que admitirlo: la violencia se ha normalizado en el país. Es inane necear por activa y pasiva que un fuereño es el causante de los males de un municipio.
Remarcar que el auto en el que viajaban los agresores o el agredido eran de una entidad federativa distinta a donde ocurrió el ataque
Este es un lugar común de notorio uso. Si el homicidio se dio en Ciudad de México, hay que remarcar que el auto de los sicarios traía matrícula de Nuevo León o que el occiso viajaba en una camioneta con placas de Jalisco si el evento fue en Nayarit.
Si se apunta la matrícula por precisión en la nota, es distinto a que lo haga para señalar que los agresores no son nativos del lugar y por lo tanto, todos los homicidas son fuereños.
El autodenominado grupo criminal
Notorio es el uso del término “autodenominado” para agregarlo a una organización delictiva. Habida cuenta que los cárteles, clanes y pandillas no acostumbran acudir al Notario Público y posteriormente a la oficina de Derechos de Autor más cercana a su domicilio, seguramente el señalar la auto denominación es baladí.
Hace décadas, recuerdo que a las huestes del entonces Subcomandante Marcos le decían “el autodenominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. Al tiempo, dejaron de asestarle la obviedad de que los milicianos decidieron llamarse de esa manera.
No he encontrado tal especificación cuando los medios se refieren al Cártel Jalisco Nueva Generación o al Cártel de Sinaloa. Parece que la puntillosidad se aplica solamente en los grupos que no pueden pasar a levantar al reportero.
Los narcóticos tenían características propias… de los narcóticos
Cuento por cientos a las notas que he leído en el tono de que “se encontraron envoltorios con hierba que posee características propias de la marihuana” o “se incautaron bolsas plásticas con polvo blanco que tiene características propias de la cocaína”.
En este irigote, una opción es copiar y pegar el boletín de prensa de la corporación policiaca. Otra, es asumir que el reportero tendrá que demostrar cierta independencia editorial y escribir algo distinto. En todo caso, entrecomillar puede servir.
Las víctimas se encontraban consumiendo bebidas embriagantes
¿Usted ha visto que alguna vez, un medio diga que el agredido estaba bebiendo agua mineral o saboreando un café? Es menester que la prensa señale que el agredido estaba ebrio o, ya iba en proceso de serlo, aunque sea con una cerveza en la mano.
La continuación del embuste viene sola: si el agredido estaba bebiendo alcohol, entonces algo malo debería ocurrirle, porque estaba intoxicándose, no bebiendo tizanas.
Las víctimas o los agresores traían tatuajes o imágenes de la Santa Muerte
Difícilmente he encontrado una nota roja en el país que apunte con minuciosidad si el difunto era devoto de la Virgen de Guadalupe o era fanático de alguno de los integrantes del Martirologio Romano. La minuciosidad se aplica para los casos en los que el difunto no profesa un credo estándar.
En donde se aplica la metralla es cuando el occiso traía indicios de que era adepto a la Santería y ni qué decir si el tipo traía una estampita de Malverde o el Angelito Negro.
La lógica silenciosa de innumerables medios es simple: si eres devoto de la Niña Blanca o estás en el ambiente yoruba, eres culpable. ¿De qué? Quién sabe, pero lo pareces. El prejuicio lleva directamente al acantilado de la sospecha.
Los presuntos agresores, las presuntas víctimas y… las presuntas heridas
No es broma: lo de “presuntas heridas” lo leí en un medio del estado de Puebla. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua dice que tal término significa “supuesto” o “hipotético”. ¿Puede ser hipotética una herida existente? Supongo que no, pero ahí está.
En ese tenor, es penalmente factible que una persona sea presuntamente agresor, dado que no se ha establecido que efectivamente lo sea o haya sido. Adonde las cosas no están tan claras es cuando se aplica a víctima, ya que independientemente de que esa persona no motivara la agresión o la mereciera, fue agredida, hasta por ella misma.
Y todo lo anterior, apenas es una muestra. En los medios de comunicación también se libran batallas, unas por sesgar y algunas, muy pocas, por informar.