Con una población estimada de 132.2 millones de habitantes en 2024, según datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO), México ocupa el lugar 12 entre las economías más grandes del mundo, determinada por su Producto Interno Bruto (PIB), que es la métrica que mide el valor total de los bienes y servicios producidos en un país en un año, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
México es asimismo la segunda economía más grande de América Latina, y la número 13 en el ranking de países que más comercian en el mundo.
Por otra parte, nuestro país cuenta con una red de 14 Tratados de Libre Comercio con 50 países (TLCs), entre estos el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC); 30 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones (APPRIs) con 31 países o regiones administrativas y nueve acuerdos de alcance limitado, en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI); además de participar activamente en organismos y foros multilaterales y regionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Mecanismo de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la ALADI.
Sirva el contexto señalado para hablar sobre la elección de Donald Trump en los Estados Unidos, la cual puede convertirse en un escenario de continuidades y potenciales cambios en la relación comercial con México. Si bien su administración en el pasado renovó el T-MEC, cuando tuve la oportunidad de vivir algunas anécdotas, también mostró una clara tendencia hacia el proteccionismo y la imposición de aranceles para proteger sectores estratégicos.
En el análisis de la presente elección es previsible que Estados Unidos establezca una política comercial que busque fortalecer su economía interna; debemos considerar todas las posibilidades, como la implementación de políticas proteccionistas, imposición de aranceles a productos, beneficios y estímulos fiscales a la inversión, proteger la producción estadounidense, una política migratoria más restrictiva que podría retrasar el tránsito de mercancías, elevando costos logísticos.
También es posible una revisión de términos laborales y ambientales, exigiendo estándares más altos a México en estos temas, obligando a la implementación de medidas que conllevan tiempo, costos y cambios culturales. Ante esto, los inversionistas podrían percibir un mayor riesgo al operar en el marco del T-MEC, limitando el flujo de capital a nuestro país.
Podemos pensar en la continuidad del T-MEC, dado que fue renovado bajo su primera administración; sin embargo, sabemos que los cambios en la política estadounidense pueden traer ajustes en los acuerdos comerciales; no obstante, estamos comprometidos a mantener y fortalecer el T-MEC, el cual es un pilar fundamental de nuestra economía y que ha beneficiado a millones de empresas mexicanas, a la población en general, e impulsado nuestra competitividad en América del Norte.
Esta condición depende de distintos factores incluso geopolíticos, en donde será importante mantener abiertas las relaciones comerciales, buscando acuerdos que beneficien al comercio, la inversión y la generación de empleos, y que permitan a México continuar siendo un socio confiable y estratégico en la región.
Es claro que habrá que considerar ajustes en la forma de dialogar y acordar con nuestros vecinos del norte, la cercanía y la dependencia económica nos obliga como país a reconsiderar las condiciones de negociación y, de ser necesario, a dar golpes de timón para mantener no solo el rumbo del barco, sino, sobre todo, llevarlo a buen puerto.
Ante los 100 compromisos contraídos por la presidenta Dra. Claudia Sheinbaum para llevar al país y a sus habitantes a mejores condiciones en todos los temas: salud, bienestar, educación, infraestructura, etc., el gobierno federal sabe que debe aliarse con actores estratégicos como el sector empresarial, pero no solo con cinco, veinte o cien; no, también con 4.8 millones de empresarios y dueños de negocios familiares que conforman el sector terciario de la economía, que la CONCANACO SERVYTUR representa, y que significan el 66% del PIB.
Por eso, como ya lo he mencionado antes, confiamos en que la presidenta Sheinbaum y su equipo sepan de la importancia que tiene el sector terciario y que, a diferencia de administraciones anteriores, se tomen acciones decisivas para generar las condiciones necesarias para que dicho sector siga siendo el motor del desarrollo económico del país, y sea el soporte no solo para cumplir los 100 compromisos asumidos por la presidenta, sino para amortiguar los posibles ajustes macroeconómicos emanados de un posible diálogo.
Desde la CONCANACO impulsaremos estrategias para hacer de México un destino cada vez más atractivo para la inversión extranjera. Hemos propuesto políticas que reduzcan la burocracia y ofrezcan incentivos a la inversión foránea y la nacional; esta última, fortaleciendo a las pequeñas y medianas empresas, pero alejándonos del discurso -mejor, acercándonos a las acciones-, y apoyando proyectos que impacten positivamente en las comunidades locales.
Esa es nuestra parte, pero también será necesario un ajuste de las políticas públicas impulsadas por el poder ejecutivo y, particularmente, del legislativo, porque, ante diversos escenarios probables, será importante reconfigurar las líneas de acción, fortalecer las medidas de atracción de inversiones y, principalmente, voltear a ver al sector Comercio, a los negocios mexicanos que jugarán un papel fundamental en el tránsito de esta nueva época. En otras palabras: debemos proteger y fortalecer nuestra economía interna, mejorar las condiciones de seguridad en las poblaciones, seguir invirtiendo en infraestructura estratégica, en energía, en tecnologías, y reducir la sobrerregulación, así como la economía laboral informal.
Tampoco debemos dejar a un lado lo referente a la aplicación de medidas arancelarias y fiscales que terminen estresando y ahorcando la inversión nacional y extranjera, con presiones permanentes tributarias y regulatorias, -particularmente las segundas, que impactan directamente cuando se modifican las reglas del juego-.
Por ello, es muy necesario entablar diálogo y consenso entre los actores involucrados: gobierno, legisladores y sector empresarial, para conocer necesidades, problemáticas y soluciones conjuntas que beneficien a la economía, y que no la afecten.
El desarrollo económico interno y el fortalecimiento de nuestras capacidades productivas nos permitirán amortizar así la dependencia y aumentar nuestra autonomía económica; para ello, el sector de Comercio, Servicios y Turismo, juega un papel crucial; baste señalar que dicho sector concentra siete de cada diez empleos formales y, en 2023, representó 63.7% de los ingresos tributarios del ISR, y 77.8%, de la captación de IVA, de acuerdo con el SAT.
Asimismo, ante los posibles escenarios y cambios en la política exterior de Estados Unidos, debemos enfocarnos en consolidar mercados alternativos y en fortalecer la oferta turística para atraer visitantes de diversas regiones del mundo.
Otro objetivo es diversificar el turismo en el país, promoviendo no solo nuestros destinos tradicionales, sino también aquellos que tienen gran potencial en términos de cultura y naturaleza, lo que llamamos lugares escondidos o menos conocidos.
Lo interesante de las opciones que hemos abordado es que todas nos llevan a nuestra economía local, comunitaria, nuestra economía interna, esa que se conforma de 4.8 millones de empresas familiares, de gente que saludamos y con la cual interactuamos día a día.
Es por lo citado que, en momentos como el actual, que marcan un alto para reflexionar y tomar las mejores decisiones, la CONCANACO SERVYTUR desempeña un papel fundamental en las comunidades de los 1,857 municipios donde está presente a lo largo y ancho del país; interactuamos con nuestro liderazgo comunitario directamente con los gobiernos locales, estatales y federales, somos empresas que generamos empleos formales, que fortalecen las economías locales, que construyen la prosperidad en sus comunidades, y que son el motor de la economía nacional.
Desde la CONCANACO, reiteramos nuestro compromiso de trabajar en favor del Comercio, los Servicios y el Turismo en México, a sumar esfuerzos para que la economía, no solo resista, sino que crezca y prospere ante los cambios y retos globales.
Ante la situación que se nos presenta, debemos tener la capacidad de identificar y gestionar los riesgos que afecten tanto a los agremiados de la Confederación como a la economía nacional en su conjunto, y solo podremos lograrlo si articulamos las capacidades y competencias de la CONCANACO con el gobierno, la sociedad civil, y actores como el poder legislativo.
Hablamos de una visión estratégica, más allá de la operativa; de un interés colectivo por encima del individual, de anteponer a las personas antes que los activos, de que cada uno haga su parte, de manera colaborativa, para prevenir y no ser reactivos. El tiempo, las circunstancias o la vida, como quieran considerarlo, nos dan la oportunidad de crear un marco de actuación sólido y robusto, conformado por alianzas, sinergias y lazos que tengan la fuerza y dirección ante situaciones como la presente, para que el país esté preparado y resista, si es necesario, contingencias o crisis de diversas índoles.
Con visión, determinación y acción conjunta, México puede aprovechar las oportunidades de este nuevo contexto, consolidándose como un líder en la región, como lo que ha sido siempre.
Por Dr. Octavio de la Torre de Stéffano
Presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo de los Estados Unidos Mexicanos (CONCANACO SERVYTUR MÉXICO)