DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS
México acaba de celebrar su independencia de España, por un lado, y por el otro, estamos lamentando que nos acaba de atrapar la dictadura y una nueva crisis. La población está dividida en dos sectores: uno no se ha percatado aún de lo que se perdió; el otro se duele de que se acabó la democracia. Vale la pena hacer un recuento de cómo llegamos hasta aquí. No olvidemos que el pasado es un espejo cuyo reflejo proyecta el porvenir.
Comencemos desde el principio: México nació cuando los insurgentes ganaron la guerra de independencia. Los vencedores eran soldados y ciudadanos realistas que intuyeron que el dominio español ya era inoperante. Ellos solo conocían una forma de gobierno: la monarquía, y fundaron una tal cual.
Así nació el Imperio Mexicano. Este arrancó con una infraestructura desarticulada e ineficiente y se fue a la quiebra. Al acabarse el Imperio, la junta de gobierno se decantó por la democracia deseando implementar un sistema que no conocían. Así, combinando la ignorancia con la ilusión, armaron un híbrido entre democracia y monarquía, en el que el presidente en turno era un monarca temporal que cuando le venía en gana se saltaba la ley a la torera.
Esto dio al traste con el orden, la administración y la democracia. El poder se conquistaba guerreando, el ganador hacía una elección amañada y se declaraba presidente electo. Así, entre golpes y asonadas pasaron casi 50 años con la economía nacional en quiebra.
Para poner remedio, con el apoyo de Napoleón III los conservadores trajeron a un príncipe europeo que reinstaló el Imperio Mexicano. Al mismo tiempo había un presidente en funciones, Benito Juárez, y los conservadores le declararon la guerra. Juárez, ni tardo ni perezoso, les pidió apoyo a Estados Unidos.
ESTADOS UNIDOS AYUDÓ A CORRER A MAXIMILIANO
Los estadounidenses tenían, entre ceja y oreja, la idea de que América era para los americanos y no para los europeos, de modo que pusieron soldados, armas, estrategia y dinero para sacar a Maximiliano y reinstalar a Juárez en el poder.
El poder le gustó a Juárez y el frenesí reeleccionista se apoderó de él. Sus reelecciones, claro, no les hacían gracia a los otros aspirantes a la presidencia, entre los cuales estaba Porfirio Díaz, quien comenzó a buscar la silla por el conocido método del golpe de Estado y quiso dar varios, pero nomás no le cuajaron. Luego a Juárez se le ocurrió morirse y dejó la silla vacía. Así, por fin Díaz dio el golpe de Estado que sí cuajó y llegó a la presidencia. Luego convocó a las consabidas elecciones amañadas y se convirtió en presidente legítimo con un lema que todavía resuena: “Sufragio efectivo, no reelección”.
Al término de su mandato le pasó el poder a su compadre Manuel González, y cuando Gonzáles terminó, Días se olvidó del antirreeleccionismo y se reeligió, se reeligió y se reeligió.
En Porfirio Díaz se combinaban habilidades militares, políticas y administrativas y puso al país en orden. Esto trajo una bonanza económica en la que México pagó sus deudas, hizo infraestructura, creó riqueza y alivió la crisis. El país pasó de la pobreza extrema a la ruta del desarrollo. Claro que una nación en camino al desarrollo, antes o después, iba a competir con Estados Unidos.
CRISIS POLÍTICA Y SOCIAL EN EL MÉXICO DE DÍAZ
Por las cartas en los archivos históricos sabemos que los estadounidenses se sintieron amenazados y decidieron desestabilizar a México. La oportunidad se presentó cuando Madero les pidió ayuda para derrocar a Porfirio. El gobierno norteamericano apoyó a Madero y cuando Madero estuvo en el poder apoyó a Huerta para que lo derrocara. Luego Carranza derrocó a Huerta; a Carranza lo mató Obregón y llegó a la presidencia. Al término de su mandato le cedió el poder al general Plutarco Elías Calles, y cuando Calles terminó su periodo, Obregón decidió reelegirse.
Después de ganar la elección, pero antes de ser investido por segunda vez, Obregón fue asesinado. Calles vislumbró que cuando Obregón se sentara de nuevo en la silla no se volvería a bajar ni por la buena ni por la mala y decidió matarlo. Quizá usted, querido lector, sepa que a Obregón lo mató José León Toral, y esto es cierto en parte, pero el reporte de la autopsia de Obregón da cuenta de 19 heridas de bala de diferentes calibres, y Toral solo disparó seis tiros. Así, la autopsia revela que fue un crimen de Estado. Con este se vio venir otra serie de pleitos en la familia revolucionaria.
Aquí entra en nuestra historia el embajador de Estados Unidos, Dwight W. Morrow. Este tenía la encomienda de su gobierno de pacificar a México, y además tenía buena amistad con el presidente Calles. Así que fue a verlo a su casa. Ahí repasó con él los magnicidios que sucedieron entre 1913 y 1924. A Madero lo mató Huerta; a Carranza lo mató Obregón y a Obregón… por cortesía el embajador dijo que a Obregón lo mató Toral.
CALLES Y LA FUNDACIÓN DEL PARTIDO ÚNICO
Con estos antecedentes, en una elemental cadena lógica resultaba claro que el próximo magnicidio apuntaba a Plutarco. El embajador debe haber hecho una pausa mientras Calles asimilaba este argumento y seguidamente le espetó al presidente: “Claro que todo esto se podría evitar”. Aquí don Plutarco inquirió: “¡Carambolas! ¿Cómo?”.
A lo que Morrow respondió: “Con el sencillo método de un partido único. Mire usted, señor presidente: se funda un partido político en el que todos los generales con efectivos estén afiliados. Se convoca a elecciones. El candidato del partido saldrá elegido y estará en el poder cuatro años, sin posibilidad de reelegirse. De esto se encargará el partido. Así se conformarán grupos de poder y estos, si se manejan con tiento, esperarán su turno para llegar al poder y enriquecerse. Usted quedará como la máxima autoridad para controlar los excesos de los generales y estos verán la conveniencia de tener un árbitro imparcial y cuidarán del árbitro que en este caso es usted, señor presidente”.
La fórmula resultaba atractiva sobre todo porque ayudaba a que don Plutarco mantuviera el poder bajo su mando y la cabeza sobre su cuerpo. Así nació el Partido Nacional Revolucionario. El jefe máximo era Calles y a esta época se le conoció como el Maximato. El partido era una aplanadora política y en una aplanadora más vale estar encima que debajo, por lo que de inmediato se afiliaron los generales revolucionarios.
LÁZARO CÁRDENAS CONSOLIDÓ EL PODER DEL PRI
A la muerte de Obregón se nombró a Emilio Portes Gil como presidente interino y convocó a elecciones. El candidato del PNR fue Pascual Ortiz Rubio y ganó por el sencillo método del fraude. Quienes protestaron fueron convencidos a balazos.
A los dos años don Pascual renunció a la presidencia y en su lugar llegó el general Abelardo Rodríguez, pero todo este proceso se desarrolló en relativa paz y mostró las ventajas del partido.
En 1934 Lázaro Cárdenas del Río llegó a la presidencia. A los dos años expulsó del país al general Calles. Luego consolidó la fuerza del partido integrando a las organizaciones obrera y campesina. Así, el partido se complementó con organizaciones populares y el fraude dejó de ser necesario para ganar las elecciones.
Al término de su mandato Cárdenas eligió a Manuel Ávila Camacho como su sucesor, y le dejó las manos libres para gobernar. Así, Cárdenas perfeccionó el sistema que habría de controlar al país de 1940 al año 2000. Durante estos 60 años se vivió una época de ajuste, una de desarrollo y una de debacles.
En 1941 los estadounidenses entraron a la Segunda Guerra Mundial y México se convirtió en el proveedor para abastecer a sus tropas. Así el PIB pasó de 1,900 millones de dólares en 1940 a 5,759 millones de dólares en 1946. La población creció tan solo 15 por ciento, y durante todo el sexenio la paridad peso-dólar se mantuvo constante.
CRISIS EN MÉXICO CON EL GOBIERNO DE ALEMÁN VALDÉS
Después llegó Miguel Alemán Valdés. Hubo una contracción económica y nuestra moneda pasó de 4 a 8 pesos por dólar, una devaluación del 100 por ciento. La población creció casi un 13 por ciento. La falta de disciplina presupuestal trajo a México una crisis económica de proporciones controlables.
Siguieron Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. Ruiz Cortines devaluó el peso de 8 a 12.50 pesos por dólar, pero mantuvo el crecimiento del 6 por ciento anual y otro tanto pasó con López Mateos y Díaz Ordaz. A esta época se le llama el “desarrollo estabilizador”. En ella el salario mínimo se duplicó, el PIB absoluto creció a tasas de 6.6 por ciento anual, la inflación estuvo en un 2.2 por ciento anual, el incremento demográfico fue de 3.4 por ciento anual y el valor peso-dólar se mantuvo en 12.50 pesos por dólar.
México crecía con el PRI y la riqueza permeaba a todos los sectores. La imagen del país se proyectaba con fuerza en el mundo. Esto nos llevó a ser sede de los Juegos Olímpicos de 1968. Ese año, un movimiento estudiantil mal manejado se convirtió en una crisis política enorme. Esto evidenció la necesidad de cambios estructurales en el sistema, pero no se hicieron. Díaz Ordaz dejó a Luis Echeverría como su sucesor y con este comenzó la debacle. Echeverría sumó otra represión criminal a los estudiantes en 1971, la matanza del Jueves de Corpus. La tensión política se tradujo en conflictos armados y se perdió la disciplina presupuestal al gastarse en exceso.
Sobrevino otra crisis económica. Esta vez la moneda se devaluó de 12.50 a 20.00 pesos por dólar y, en el último año, la crisis de México contrajo al PIB casi en 25 por ciento.
LÓPEZ PORTILLO SE APROVECHÓ DE UN CONGRESO DESEQUILIBRADO
Echeverría dejó en la presidencia a José López Portillo, quien se vio beneficiado por un incremento en los precios del petróleo. Con ello el país creció de nuevo, pero en el quinto año de gobierno una crisis petrolera mal manejada contrajo la economía y la moneda se devaluó de 22 a 150 pesos por dólar.
López Portillo, ciego de ira y desesperación, en el último año de su gobierno nacionalizó la banca sin causa legal. El hecho destrozó la confianza en el sistema y postergó el crecimiento del país durante diez años. Se hizo evidente la necesidad de un Congreso equilibrado, pues con él se hubiera impedido este dislate presidencial.
Miguel de la Madrid llegó a la presidencia y su gestión estuvo acotada por desastres, comenzando por el terrible desenlace del mandato de López Portillo, luego una explosión en los depósitos de distribución de gas en San Juanico y un temblor de proporciones catastróficas en 1985. El PIB en todo su sexenio se incrementó 0.37 por ciento, México dejó súbitamente de crecer y entró en una terrible crisis. La paridad peso dólar pasó de 160 a 2,295 pesos por dólar.
La sucesión presidencial vino a ponerle una raya más al tigre. La candidatura de Carlos Salinas fracturó al PRI. La fractura generó una competencia real entre Cuauhtémoc Cárdenas y Carlos Salinas. Cárdenas ganó la elección, pero el proceso se resolvió con un fraude electoral, por lo que se declaró vencedor a Carlos Salinas de Gortari. Salinas, así, llegó bajo la sombra del fraude, pero los canales políticos eran priistas y mantuvo el control del país.
LA CRISIS POLÍTICA ALCANZÓ A SALINAS Y MÉXICO SE HUNDIÓ
Salinas redujo las deudas externa e interna del gobierno vendiendo industrias paraestatales e Instituciones financieras y utilizando los fondos para pagar deuda. Luego negoció para reducirla logrando que esta bajara a un 22 por ciento del PIB, lo cual era manejable y permitía al país crecer.
También negoció un tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, logrando cristalizar un pacto comercial que hoy es uno de los motores económicos del país. Así, Salinas sacó a México de la crisis económica. En su sexenio el PIB creció 24.07 por ciento; la paridad pasó de 2,290 a 3,441 pesos por dólar. La economía se movía en miles de millones, y esto no era práctico. Salinas decidió quitar tres ceros a la moneda. Para ello se crearon los nuevos pesos: una moneda que valía el equivalente a 1,000 pesos. Con el tiempo los nuevos pesos dejaron el adjetivo de nuevos y volvieron a ser simplemente pesos.
Carlos Salinas había reducido la crisis económica; sin embargo, no pudo evitar la crisis política. Al final de su mandato designó como su sucesor a Luis Donaldo Colosio Murrieta. Luego las variables políticas parecieron conspirar contra él.
En enero de 1994 se levantó el Ejército Zapatista en Chiapas en una insurrección armada; en marzo asesinaron al candidato Luis Donaldo Colosio, en un evidente crimen de Estado; y en septiembre el cuñado de Salinas, José Francisco Ruiz Massieu, también fue asesinado. Se generó así una tensión política como no se veía desde el final de la Revolución.
EL EFECTO TEQUILA DE ERNESTO ZEDILLO
No obstante la enorme crisis en México, Carlos Salinas conservó la presidencia para el PRI y le entregó la banda presidencial a Ernesto Zedillo, y este tuvo que lidiar con las cuentas pendientes que dejó su antecesor. La fuga de capitales hizo imperioso devaluar la moneda. Un grupo de empresarios se enteró y una nueva fuga de capitales desató otra crisis económica a la que se denominó “el efecto tequila”.
Para manejarla se inició la libre flotación del peso. Su valor ya no obedecería a las necesidades políticas, sino a las necesidades del mercado. Luego, Zedillo y el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, pactaron un programa de rescate económico. México salió de la crisis y cumplió con las obligaciones contraídas en el rescate.
Luego Zedillo pagó una parte de la deuda externa reduciéndola de 100,000 a 84,000 millones de dólares, algo que no había pasado desde tiempos del Porfiriato. Además, implementó una serie de medidas que habrían de generar estabilidad política y económica en el país.
En su periodo el país creció más del 3 por ciento anual, se consolidaron las estructuras económicas y la apertura democrática permitió que la oposición conquistara tanto la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal como la Presidencia de la República.
Así, el PRI perdió la presidencia en el año 2000; pero la democracia que inició, si bien comenzó con algunas estructuras fundamentales, careció de instituciones fuertes e independientes para contrapesar a un poder presidencial que seguía con atribuciones monárquicas. De nuevo se combinaron la ignorancia con la ilusión democrática y hubo una refundación del sistema para crear una democracia funcional.
FOX Y CALDERÓN, PAN CON LO MISMO
Sin embargo, el dominio priista terminó y comenzó la era democrática. Vicente Fox fue el primer presidente panista. El crecimiento en su sexenio quedó por debajo del 2 por ciento anual, pero la tasa de pobreza se redujo del 43 a 35 por ciento. Asimismo, pagó la deuda externa reduciéndola de 84,000 a 54,000 millones de dólares. En dos sexenios consecutivos México disminuyó su deuda externa prácticamente a la mitad, con lo que recuperó soberanía.
A Fox lo sucedió Felipe Calderón Hinojosa. Otra caída en los precios del petróleo y una recesión en Estados Unidos lastimaron nuestra economía. Con esto la población en situación de pobreza aumentó, pasó de 45 millones en 2006 a 61 millones en 2012.
La deuda externa aumentó también y regresó a los niveles de 1994. El crecimiento fue del 10 por ciento en el periodo, y su crecimiento anual promedio fue de 1.7 por ciento. La crisis llevó a la alternancia en el poder.
El PRI parecía renovado y la población le dio un voto de confianza. Con Enrique Peña Nieto el partido revolucionario recuperó la presidencia. Se orquestó el Pacto por México, con el que se implementaron una serie de reformas administrativas que abarcaron los rubros de educación, energía, economía, telecomunicaciones, hacienda y seguridad.
El número de pobres se redujo en casi un millón de mexicanos de acuerdo con el Coneval. El PIB creció 2.4 por ciento anual y acumuló un 15 por ciento en su sexenio, pero la conseja popular dice: “Perrito que come huevo… aunque le quemen el hocico”. La corrupción priista floreció en el sexenio y al final del mandato los escándalos marcaron a Peña Nieto como uno de los presidentes menos populares de los últimos tiempos. Esto de nuevo provocó una alternancia en el poder.
LEGISLADORES ALINEADOS A LA VOLUNTAD DEL PRESIDENTE, LA NUEVA CRISIS DE MÉXICO
A Peña Nieto lo sustituyó Andrés Manuel López Obrador, quien arrasó en la elección con una diferencia de más del doble de votos a su favor. Además, su coalición tenía mayoría en el Congreso, lo que le permitía hacer cambios sustanciales.
A la mitad de su gestión perdió terreno electoral, pero esto le sirvió para reforzar sus programas clientelares y preparar las estrategias para un presunto fraude. Así endrogó al país y compró el voto de un pueblo, con bajo nivel académico, que se decantó por Morena sin percatarse de que, al hacerlo, hipotecaba el futuro del país.
El saldo de la gestión que termina es una pérdida generalizada de los valores conquistados en más de 100 años. La seguridad, la armonía, la democracia y el crecimiento entre otras cosas se han ido. Con esto se ha instalado el miedo colectivo inherente a las dictaduras. El bucle cíclico se cerró con el final de la democracia real y el inicio de una dictadura de partido que, como al comienzo del ciclo anterior, trae adosado a un jefe máximo.
Pero el ciclo dictatorial que se inaugura no comienza con una bonanza económica. La reciente reforma judicial que atropella la autonomía de la Suprema Corte de Justicia de la Nación arriesga el futuro económico. Lo peor es que en el proceso de esta reforma insensata el Congreso demostró que está compuesto por una pandilla de legisladores dispuestos a secuestrar, intimidar a los legisladores de oposición y atropellar el estado de derecho para salirse con la suya, sin el menor pudor jurídico.
LAS CIFRAS QUE NO NOS DEJAN DORMIR
Con esto la confianza se esfuma y la inversión habrá de reducirse. Y a esto hay que sumarle que el crecimiento en el sexenio fue de 1.1 por ciento anual, el más bajo desde Miguel de la Madrid, y el déficit primario pasó de 90,942 millones de pesos en 2021 a 136,205 millones de pesos en junio de 2024.
En tanto, el déficit total pasó de 479,000 millones en 2018 a 744,201 millones a junio de 2024. La deuda externa se incrementó en 5 por ciento al pasar de 201,307 millones de dólares en 2018 a 213,925 millones de dólares en 2024, y la deuda interna creció 78 por ciento, pues pasó de 6 billones 867,594 millones de pesos en 2018 a 12 billones 242,600 millones en 2024.
Asimismo, el servicio de la deuda externa se ha venido incrementando con el proceso devaluatorio que se está presentando y las calificadoras de riesgos nos ponen a un paso del umbral de inversión de riesgo. Todo esto anuncia que en México se gasta más dinero del que ingresa y hace evidente que una crisis se avecina.
Nuestros socios del T-MEC, que es el principal motor de nuestra economía, han mandado varias advertencias. La más importante se ocupa del daño potencial que creó la reforma judicial. También denunciaron que el narco controla el 60 por ciento del territorio nacional y que los cárteles han insertado a sus elementos en las presidencias de algunos de los municipios más importantes del país. Pero el presidente López Obrador permanece sordo a las advertencias y un congreso dócil permite sus dislates.
LA ANUNCIADA CRISIS ECONÓMICA PRONTO SE MATERIALIZARÁ EN MÉXICO
Las votaciones en favor de Morena obedecen a un sistema de dádivas gubernamentales que se reflejan en aumentos al ingreso de un sector de la población. Los números que hemos visto revelan que la anunciada crisis económica en México habrá de materializarse en los meses por venir. Esto vendrá a comprometer los programas sociales, que no contemplan un financiamiento definido para solventarlos.
Así, vemos que nuestra historia de desastres económicos hereditarios se repite. López Portillo con un Congreso servil le heredó uno a Miguel de la Madrid, y López Obrador, con otro Congreso servil, hereda otro a Claudia Sheinbaum.
López Obrador copió las fórmulas políticas de Hugo Chávez en Venezuela. Así podemos vernos reflejados en el espejo de un Estado que pasó de ser la cuarta economía latinoamericana en el año 2000 a la decimosexta economía latinoamericana en el año 2024, de acuerdo con el FMI. La educación es otro problema grave, pues el nivel académico pierde valor en el nuevo sistema educativo, y en su lugar se impone el adoctrinamiento político.
Las reservas económicas que existían en fideicomisos ya se las acabó el gobierno. Recientemente se fueron encima de los ahorros de las afores de los ancianos. Pronto la presión de los programas sociales habrá de acabarse el dinero y es posible que se vayan encima de las reservas del Banco de México. Si se acaban el dinero sus programas clientelares se quedarán sin fondos. Ahí se quedarán sin votos, pero si en la próxima votación ganase la alternancia, el fraude, al igual que en los tiempos de la hegemonía priista y la Venezuela de Maduro, habrá de imponerse.
CLAUDIA SHEINBAUM ES UN MISTERIO
Las oportunidades económicas que se nos han abierto son extraordinarias, pero al parecer pasarán de largo, pues el nuevo sistema no ofrece las garantías indispensables para cristalizarlas.
Claudia Sheinbaum hasta el momento es un misterio, pues ante la crisis económica corrió a hablar con los bancos y es difícil saber qué prometió y más difícil saber si cumplirá las promesas que ignoramos, pero lo que se evidenció es que calmó a los mercados. Eso es buena señal, pero en cambio da todas las señales de un cambio de poder terso y transparente y hasta el momento parece que habrá un Maximato.
Lo sabremos seis meses después del 1 de octubre. Cuando tenga el control de su periodo presidencial. Así, hay una remota posibilidad de escaparnos del desastre que se avizora.
En los tiempos porfirianos se decía: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Hoy México sigue lejos de Dios y sigue cerca de los estadounidenses, pero esta vez estar cerca nos conviene. Sin embargo, le estamos dando la espalda a la inversión que requerimos y al hacerlo nos situamos dolorosamente cerca del desastre. En los ciclos virtuosos de México casi siempre llega el diablo y mete la cola. Ojalá que esta vez suceda el milagro de que nos le escapemos al maligno.
VAGÓN DE CABÚS
El imaginario colectivo oficial es inagotablemente incongruente. Primero salieron con que declaraban a Ovidio Guzmán como traidor a la patria. Supongo que, terminado ese proceso, Gertz Manero declarará al Mayo Zambada como héroe nacional.
Ahora salen con que la elección de los jueces se habrá de manejar con los ahorros de la Suprema Corte. Ya le pegaron al estado de derecho y lo van a financiar con el dinero de jueces y empleados de la Corte. Es una incongruencia perversa de la que nada bueno puede salir. N
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.