El dron de Cedric Petit sobrevuela el campo de una granja en Bélgica. De repente, un punto blanco en la pantalla de control señala la presencia de un pequeño cervatillo oculto entre el pasto, que pronto será salvado de un macabro destino. Se trata del grupo “Salvar a Bambi”.
Hace cuatro años, Cedric Petit, un amante de la vida silvestre, fundó el grupo con una simple misión: ayudar a los agricultores a evitar la desagradable sorpresa de encontrar el cadáver de un diminuto mamífero pegado a las ruedas de un tractor o las cuchillas de una segadora.
Petit y sus amigos voluntarios suelen ser llamados antes de la cosecha y, benévolamente, utilizando drones equipados con cámaras y sensores de calor, ubican a los mamíferos extraviados y los trasladan a un bosque cercano.
“Los accidentes ocurren cada vez más, por eso estamos aquí”, explica Petit mientras atraviesa un campo de alfalfa tras un rescate de madrugada en Eghezee, en el centro de Bélgica.
“Con el tiempo impredecible por el cambio climático, los cultivos se dan todo el año y las cosechas comienzan cada vez más temprano, incluso entre fines de abril y fines de junio, que es el periodo de nacimiento de los cervatillos”, dice Petit, de 40 años, procedente de una familia de agricultores.
Su organización, que opera en Bélgica y la vecina Luxemburgo, dice que el año pasado rescató 834 cervatillos, encima de los 353 del año previo. Su trabajo sigue el ejemplo de Alemania y Suiza, donde grandes redes de voluntarios realizan miles de rescates cada año a lo largo de grandes extensiones de cultivos.
“SALVAR A BAMBI” CUENTA CON 80 PILOTOS DE DRONES
La organización de rescate de Petit tiene unos 80 pilotos de drones que dedican su tiempo libre durante las seis semanas más críticas del año. Los pilotos hacen volar los drones a unos 70 metros de altura para tener buena visibilidad del campo y se toman el tiempo necesario para ubicar a los cervatillos.
Con pocas semanas de vida, las enjutas patas de los animales son demasiado frágiles para cargar su peso, lo que los deja expuestos a las ruedas o cuchillas de una segadora gigante.
En la granja de Eghezee, el sensor del dron detecta un conejo disfrutando de su merienda de alfalfa, luego un corzo macho que sale a caminar entre el pasto. Finalmente, Petit encuentra un cervatillo durmiendo hecho un ovillo. Se le acerca usando guantes y un carretillo con heno para trasladar al animal lo más suavemente posible.
“Este tiene una semana y media, quizá dos semanas. El objetivo ahora es ponerlo a salvo en el umbral del bosque, donde su madre pueda encontrarlo y llevárselo”, explica Petit.
TAMBIÉN AYUDA A EVITAR EL ENVENENAMIENTO
La mayoría de los rescates son cervatillos de corzo cuyas madres los llevan del bosque al campo después de nacidos para que reciban luz de sol en sus primeros días de vida. “Los cervatillos de venado son más raros, son más fuertes y pueden seguir a la madre poco después de nacer”, explica Petit.
Además del argumento del bienestar animal, “Salvar a Bambi” también ayuda a evitar el envenenamiento por botulismo del ganado. Este puede ocurrir si comen heno contaminado con carcasas de animales.
“Ese es un gran problema que puede ser evitado”, resume Bernard Debouche, un agricultor que llamó a Petit a una misión de madrugada. Antes de conocer el sistema de rastreo, Debouche solía encontrar restos de cervatillo atrapados en las cuchillas tras podar el campo, algo que recuerda como “una experiencia muy desagradable”.
“Antes íbamos a ciegas y a veces no los veíamos. Son tan diminutos que les pasábamos por encima. Y nadie quiere ver un joven cervatillo aplastado por una cegadora”, insiste. N