La elección presidencial de México del 2 de junio estaba decidida con meses de anticipación, según lo anticipaban casi todas las encuestas de preferencias electorales; lo que no estaba previsto es que Claudia Sheinbaum ganara en 2024 con una ventaja mayor a la obtenida por Andrés Manuel López Obrador en las elecciones de 2018.
El triunfo en la elección de la primera mujer que será presidenta de México está marcado por todo tipo de símbolos y significados. Implica, desde luego, un cambio estructural en un sistema político —el emanado de la Revolución Mexicana— que fue fundado y diseñado por hombres, y que durante décadas fue dominado y recreado casi exclusivamente por varones.
Junto con Sheinbaum llegarán al poder, en los próximos meses, una nueva jefa de Gobierno de la Ciudad de México y tres gobernadoras en estados donde siempre había habido hombres al frente: Morelos, Guanajuato y Veracruz. En el nuevo mapa político nacional habrá 13 entidades gobernadas por mujeres, y no nueve, como ocurre actualmente.
Cientos de mujeres más llegarán a los congresos locales, alcaldías y ayuntamientos en todos los estados del país, y habrá 250 diputadas federales y 64 senadoras en la legislatura que se instalará el 1 de septiembre.
Las reformas de paridad sustantiva, aprobadas en 2019, habrán rendido frutos indiscutibles, y México será la economía más grande del mundo gobernada por una mujer presidenta.
El 2 de junio cimbró al país y sobre todo a la oposición, que esperaba mucho más de sus candidatas y candidatos, de sus estructuras partidistas, de sus estrategas de mercadotecnia política y, quizá, hasta de la sociedad mexicana.
DESAFÍOS DE ESTE MANDATO
Cuando han pasado varios días desde la jornada electoral, en los cuarteles del PAN, PRI y PRD muchos se siguen preguntando qué pasó: ¿dónde quedó el “voto oculto” que según sus estrategas no se estaba reflejando en las encuestas?, ¿dónde el “voto de castigo” a la fallida estrategia de seguridad, a la supuestamente mala gestión de la pandemia, a la corrupción imperante, a la ineficacia gubernamental, a la “militarización”, al supuesto despilfarro en obras públicas que “no sirven”? ¿Alguien habrá decidido su voto porque “la refinería aún no ha refinado un solo barril de petróleo, o porque el AIFA está muy lejos, o porque el Tren Maya implicó un “ecocidio”? Al parecer no, al menos no masivamente.
La oposición —como muchos analistas y comentaristas de radio y televisión— esperaba una especie de irrupción de las clases medias, que quizá no sería suficiente para ganar la elección presidencial, pero sí para triunfar en la Ciudad de México, una fuerza importante en las cámaras del Congreso que permitiera conformar un bloque legislativo de contención, gubernaturas, ciudades capitales en los estados, congresos locales, alcaldías en la Ciudad de México y municipios conurbados del Estado de México.
Pero eso no ocurrió en la dimensión esperada. La participación del 2 de junio fue de 61 por ciento del padrón electoral, y fue más baja que en 2018 (63.4 por ciento) y en 2012 (62 por ciento). El voto de castigo a las políticas de AMLO y de Morena no se dio, ni siquiera en estados donde los gobiernos locales han sido desastrosos, como el de Cuitláhuac García en Veracruz; Cuauhtémoc Blanco, en Morelos; Rutilio Escandón, en Chiapas, o las administraciones de Puebla y Tabasco, encabezadas por gobernadores interinos apenas conocidos.
ELECCIÓN 2024: LA DIMENSIÓN DEL TRIUNFO DE SHEINBAUM EN DIEZ DATOS
¿De qué tamaño es el triunfo de Claudia Sheinbaum, Morena y sus aliados del Partido Verde y el Partido del Trabajo en la pasada elección?
1. La próxima presidenta ganó con 35 millones 923,969 votos, según los cómputos distritales del INE; 35.9 millones de sufragios que equivalen al 59.7 por ciento de la votación nacional emitida. Eso significa 5 millones de votos más que los de Andrés Manuel López Obrador en 2018.
2. Claudia Sheinbaum obtuvo 19 millones de votos más que la candidata Xóchitl Gálvez, de la coalición Fuerza y Corazón por México (PAN-PRI-PRD), que obtuvo 16 millones 502,000 votos y un 27.4 por ciento.
3. La ventaja de Sheinbaum frente a su principal competidora es de 32.3 por ciento; mientras que López Obrador ganó en 2018 con 53.1 por ciento, que equivalían a una diferencia de 30 puntos sobre su principal contendiente, el panista Ricardo Anaya.
4. El efecto Sheinbaum provocó, además, un crecimiento en votos de los partidos de su coalición: en la elección presidencial Morena ganó 2.1 millones más que en 2018; el PVEM, 3.6 millones de votos más, y el PT, 485,000 votos más.
5. Además, Claudia Sheinbaum gobernará con cómodas mayorías en la Cámara de Diputados y el Senado de la República.
EL EFECTO SHEINBAUM EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS
6. En el caso de la Cámara de Diputados, los conteos rápidos del INE indican que Morena y aliados tendrán entre 346 y 380 curules; esto significa que contará con una mayoría absoluta (50 por ciento más uno) para aprobar su propuesta de Presupuesto de Egresos de la Federación en sus tres primeros años de gobierno sin necesidad de negociar una sola coma con la oposición. Pero no solo eso, también tendrá mayoría calificada (dos terceras partes) para aprobar reformas a la Constitución.
7. En el Senado de la República los partidos de la coalición gobernante tendrán mínimo 76 escaños y máximo 88, lo que quiere decir que tienen garantizada la mitad más uno, pero no las dos terceras partes. Y esto se confirmará hasta agosto, cuando el Tribunal Electoral haya resuelto impugnaciones y le dé elementos al INE para asignar las curules y escaños de representación proporcional, las famosas “plurinominales”.
8. El poder territorial de Morena-PVEM-PT también aumentará como fruto de las elecciones de 2024. Si antes del 2 de junio estos partidos gobernaban 23 entidades, ahora conducirán 24, pues refrendaron seis estados que ya dirigían (Chiapas, CDMX, Morelos, Puebla, Tabasco y Veracruz) y además le arrebataron Yucatán al PAN.
9. Morena y sus aliados gobernarán ahora a 93.1 millones de mexicanas y mexicanos que viven en esas 24 entidades.
10. La coalición Sigamos Haciendo Historia ganó la mayoría en más de 20 congresos estatales (lo que le permitiría agilizar la aprobación de reformas constitucionales), cientos de ayuntamientos, y alcaldías. Y recuperó territorios que había perdido en 2021; por ejemplo, en la Ciudad de México, donde recobró las alcaldías de Tlalpan, Álvaro Obregón, Magdalena Contreras y Azcapotzalco.
DESAFÍOS DEL NUEVO GOBIERNO
Claudia Sheinbaum ha recibido un respaldo popular mayúsculo y un mandato claro: continuar con la llamada “cuarta transformación”, pues es innegable que su triunfo estuvo respaldado por la popularidad de un presidente que llegó a su elección con alrededor de 70 por ciento de aprobación ciudadana, quien estuvo presente permanentemente en el proceso electoral.
De hecho, tanto López Obrador como Claudia Sheinbaum plantearon el 2 de junio como un referéndum. “Que continúe la transformación o regrese la corrupción”, decía Sheinbaum en todos sus discursos.
Pero este referéndum ganado también le plantea problemas a Sheinbaum.
Sheinbaum, ganadora de la elección será declarada presidenta electa hasta el mes de agosto, cuando el Tribunal Electoral califique y declare la validez de los comicios, pero su próximo mandato enfrenta desde hoy un primer desafío que, en esta semana, ya le ha causado problemas: el famoso plan C de López Obrador.
El plan C es un paquete de 18 iniciativas de reforma constitucional que presentó López Obrador al Congreso el pasado 5 de febrero, cuyo proceso legislativo se puso en marcha en el último periodo ordinario de la legislatura saliente y que hoy laten —como una bomba de tiempo— en la incipiente transición.
Entre esas reformas se propone la elección por voto popular de ministros, magistrados y jueves del Poder Judicial; una reforma electoral que trastoca el funcionamiento del INE; la eliminación de la representación proporcional (lo que acabaría con la pluralidad) y la desaparición de organismos autónomos como el INAI, garante del derecho ciudadano al acceso a la información.
EL PLAN C
El contenido de dichas reformas es considerado tóxico por la oposición, por muchos especialistas y, por lo visto en estos días, también por los mercados. La sola posibilidad de que el oficialismo tenga mayoría calificada afectó el tipo de cambio y el Índice de Precios y Cotizaciones al día siguiente de los comicios.
Días después, cuando los legisladores de Morena salieron a advertir que el plan C va en septiembre, el dólar se disparó a más de 18 pesos.
Ante el nerviosismo, han sido notorios los esfuerzos de la doctora Claudia Sheinbaum por tranquilizar a los mercados. Confirmó la intención de ratificar a Rogelio Ramírez de la O en la Secretaría de Hacienda, le pidió difundir un mensaje y divulgó una foto en una reunión con él. Luego nombró a alguien tan moderado como el exrector Juan Ramón de la Fuente coordinador del equipo de transición. Y, finalmente, tuvo que salir a declarar que las reformas se van a dialogar e incluso someter a parlamento abierto.
Esas son buenas noticias, pero la mala es que todo parece indicar que a López Obrador sí le corre prisa para que su plan C se apruebe, o al menos avance, en septiembre, cuando se instale la nueva legislatura y a él le queden aún 30 días en el poder.
El presidente no parece dispuesto a hacerse a un lado para que la presidenta electa brille con luz propia, actúe libremente y decida, entre otras cosas, la agenda legislativa de su primer año de gobierno.
SHEINBAUM: DE LA ELECCIÓN A UNA TRANSICIÓN INTENSA
En los próximos meses viviremos una transición intensa: López Obrador hará su gira de despedida; las autoridades electorales resolverán juicios de impugnación y emitirán constancias de mayoría; se instalará un nuevo Congreso y todos los partidos políticos harán sus balances y ajustes internos. Cambiarán nueve gubernaturas y se renovarán los poderes municipales en casi todo el país.
La primera presidenta de México integrará su gabinete y comenzará a tomar los hilos del enorme poder que le ha otorgado el electorado. Paradójicamente, su primer problema no será la oposición —disminuida a una mínima expresión—, sino el presidente que la impulsó para llegar al poder y sus propios compañeros de partido y coalición. N
—∞—
Ernesto Núñez Albarrán es subdirector de Información en Animal Político. X: @chamanesco