La demanda mundial de energía sigue creciendo y en 2024 se espera un crecimiento de 1.8 por ciento impulsado por el desarrollo industrial, el aumento de la población y la expansión de la tecnología, lo cual ha llevado a una serie de desafíos relacionados con la sostenibilidad y la gestión responsable de los recursos. Estamos ante hechos un tanto contraintuitivos, pues a pesar de la escalada de precios y las interrupciones en la cadena de suministro, la demanda de combustibles fósiles alcanzará niveles récord y, al mismo tiempo, la demanda de energía renovable aumentará 11 por ciento.
Los mercados energéticos comenzaron a ser mucho menos flexibles desde 2021 debido a factores como el repunte económico tras la pandemia. Pero tras la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 la situación escaló dramáticamente hasta convertirse en una crisis energética mundial. El precio del gas natural alcanzó niveles récord y, como resultado, también lo hizo la electricidad en algunos mercados. Mientras, los precios del petróleo alcanzaron su nivel más alto desde 2008.
LA DEMANDA DE ENERGÍA CONTRIBUYE A LA POBREZA
Ahora, los precios más altos de la energía han contribuido a una inflación elevada, empujado a las familias a la pobreza, han obligado a algunas cadenas de valor a reducir la producción o incluso a cerrar, impactando directamente el crecimiento económico hasta el punto de incluso tener recesiones regionales.
Así se presenta un ecosistema que enfrenta un complejo entramado: asegurar energéticos en el corto plazo a la par de no perder tracción con los objetivos de descarbonización. Por un lado, la industria ha sido históricamente dependiente de fuentes no renovables, lo que ha contribuido significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero y al cambio climático. Por otro, la transición hacia fuentes renovables sigue siendo un desafío crucial, pues sigue implicando inversiones en infraestructuras de gran magnitud y cambios en los procesos productivos.
LA PRODUCCIÓN DE HIDROCARBUROS AUMENTARÁ
En 2024 se presentará un crecimiento en la producción de hidrocarburos impulsado por mayores inversiones en el segmento upstream y los esfuerzos de los productores por capitalizar los precios. El impulso de la Unión Europea por reemplazar los suministros de gas rusos generará inversiones en África, donde se prevé que la producción de gas aumente 2.2 por ciento.
El precio del Brent promediará 82 dólares por barril en 2024, aproximadamente lo mismo que en 2023, para luego caer a 79 dólares en 2025, cuando el crecimiento de la producción supere ligeramente el crecimiento de la demanda, lo que permitirá que los inventarios aumenten y ejercer cierta presión a la baja sobre los precios.
COMBUSTIBLES FÓSILES EN NIVELES RÉCORD
La demanda de petróleo aumentará un 1.7 por ciento interanual en 2024, impulsada por los mercados asiáticos, latinoamericanos y de Oriente Medio. El carbón presentará su cuarto año consecutivo de crecimiento a nivel global, lo cual resulta alarmante en términos de impacto ambiental.
Por último, la demanda de gas natural será conservadora debido a los altos precios; sin embargo, Asia y Oriente Medio seguirán creciendo en este segmento, particularmente en la generación de energía.
EXPANSIÓN DE LA DEMANDA DE ENERGÍA RENOVABLE
En 2024 se verá una rápida expansión del mercado de renovables a medida que se aceleren los esfuerzos globales para garantizar la seguridad energética, mientras se realiza la transición a fuentes descarbonizadas. El consumo combinado de energía solar y eólica crecerá 11 por ciento, y se espera que la capacidad supere los 400 GW de 2023.
Un tema que crecerá de manera acelerada es el hidrógeno, en buena medida motivado por la convergencia de políticas públicas y el interés empresarial por desarrollar activos. Los desafíos más importantes que enfrentarán los proyectos de hidrógeno serán lograr costos competitivos y asegurar compromisos firmes por parte de los compradores.
CONCLUSIONES
Superar los desafíos de asegurar acceso regular y creciente de energía mientras se sigue motivando la descarbonización del sector y su transición efectiva a modelos de desempeño realmente sostenibles es prácticamente un escollo irresoluble.
Es importante centrar los esfuerzos en generar estrategias nacionales y regionales que encarrilen el crecimiento industrial a objetivos relevantes de desarrollo social y económico, para que en esa consonancia se enfile al sector energético y su necesaria descarbonización. N
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Miguel Tovar es director general de Sociedad Plural y analista político. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.