«La nación mexicana es única e indivisible». Así lo declara el primer párrafo del artículo segundo de la constitución federal. ¿Es una realidad o es un anhelo? La respuesta nos aguarda el lunes 3 de junio. La «voluntad general» se construye mediante consenso de la voluntad de cada ciudadano. En contraste, el «pueblo» es masa anónima que asume acríticamente la voluntad del líder. Por ello, su pertenencia es mecánica y efímera. En «Masa y Poder» (p. 51), Canetti aporta una idea que parece explicar nuestra coyuntura: «la masa de acoso se constituye teniendo como finalidad la consecución de una meta con toda rapidez. Le es conocida y está señalada con precisión; además se encuentra próxima…». Entonces, ¿es posible ser una nación indivisible arrostrando una masa de acoso?
De las concentraciones del 18 de febrero y del 1 de marzo de 2024, se destilarán tantos significados como agraviados o beneficiarios hubo. Empero, nunca en México se ha evidenciado fervor semejante por la única causa capaz de contener, literalmente, todos los males de nuestra república: la erradicación de la corrupción. El filósofo iraní Ramin Jahanbegloo, en «La Pasión por la Democracia» (p. 25) razona: «¿cómo podrían los ciudadanos pensar en la política hoy en día y luchar por la aparición de nuevas perspectivas de vida democrática? Antes de responder esa pregunta creo que podemos apuntar al problema de la corrupción en las democracias y calificarlo de mal democrático. Ese mal constituye un problema porque surge en el seno de las democracias y atañe a algo concreto: la legitimidad de la violencia». ¿Qué mayor ejemplo de violencia corruptora que el caso Seguridad Alimentaria Mexicana?
No faltan en México organizaciones civiles enfocadas en el estudio de la corrupción y los medios para denunciarla, contenerla y superarla. Entre tanto, el Sistema Nacional Anticorrupción está desmantelado y la Auditoría Superior de la Federación, en subasta. Demanda voluntad política genuina y liderazgo emprendedor, rehabilitar esas estructuras y reponer a los servidores públicos de carrera que, con criterios estrictamente técnicos, deberán ejercer las atribuciones anticorrupción hoy capturadas. La corrupción es enfermedad antigua en nuestro sistema. Así lo evidencia la saga de Ovedrech y muchos otros casos, mucho antes.
El futuro inmediato de la ciudadanía mexicana es desalentador bajo los parámetros sugeridos por Mario Bunge (Cápsulas, p. 167) cuando sugiere: «…para acabar con la corrupción habría que tomar al mismo tiempo tres grandes medidas. Primera: elevar el nivel de vida, en particular el de los servidores públicos, de modo que nadie sienta la necesidad de robar o extorsionar. Segunda: hacer cumplir las leyes, de modo tal que ningún funcionario pueda abusar impunemente de su poder, y ningún político corrupto pueda ser reelecto. Tercera: dar mayor independencia, poder y agilidad a los tribunales, para facilitar los juicios por corrupción». Nuestra realidad es ésta:
Primero: El próximo titular del ejecutivo federal recibirá una Administración Pública precarizada. Según el INEGI (comunicado 350/21) en 2019 el 47.8% de los servidores públicos federales percibió remuneraciones mensuales de 10 mil pesos o menores.
Segundo: El INE difundió (noviembre 23, 2023) que 88 integrantes del Senado (68%), así como 467 de la cámara baja (93%), notificaron su voluntad de reelegirse en 2024, si los electores lo permiten. Posiciones desde las cuales la «masa de acoso», intentará imponer reformas definitivas. Por favor, que tengan todos en mente el texto del articulo 136 constitucional.
Tercero: Una de las reformas constitucionales propuesta el 5 de febrero de 2024 desde la opulencia del Palacio Nacional, busca someter a jueces y magistrados a la tiranía de la «masa de acoso», para inocularles definitivamente la «bacteria Esquivel» y el «virus Zaldívar». Por cierto, la FGR ya está en metástasis.
Por tanto, hace falta mayor densidad de la ciudadanía para vigilar al gobierno. Muchas más organizaciones intermedias especializadas en observar el presupuesto y su ejercicio, así como en visibilizar las maniobras de captura de instituciones y los liderazgos mediocres. No basta la prensa libre, los tanques de pensamiento y la academia debe aportar racionalidad basada en datos. Reconozcamos que nunca fue posible promover la democracia desde una República rota. N