Investigaciones de un grupo de científicos revelan que a fines del presente siglo la acidez de las aguas del océano Antártico se duplicará y pondrá en riesgo la supervivencia de los pingüinos y otras especies marinas.
Publicado el pasado 4 de enero en la revista Nature Communications, un nuevo estudio de la Universidad de Colorado en Boulder, Estados Unidos, halló que en 2010 la acidez de las aguas costeras de la Antártida pudo experimentar un incremento de hasta 100 por ciento respecto de los niveles registrados en 1990.
En dichas aguas del Antártico viven no solo numerosas especies de pingüinos (incluida la más grande, Aptenodytes forsteri, mejor conocido como pingüino emperador), sino también muchas otras especies marinas, como las ballenas.
La acidificación de los océanos tiene graves consecuencias para todos los animales marinos, pues la acidez degrada los minerales que almejas, caracoles, cangrejos y erizos utilizan para formar sus caparazones. Y esto, a su vez, afecta la cadena alimentaria, ya que los depredadores —como pingüinos y ballenas— se alimentan de estas presas.
El agua de mar se acidifica debido a que absorbe dióxido de carbono y gas atmosférico que reduce los niveles de pH del agua, volviéndola más ácida. A resultas de la actividad humana, el dióxido de carbono es cada vez más abundante en la atmósfera. Ello significa que la naturaleza no ha podido eliminarlo, por lo que dicho gas termina disolviéndose en los océanos.
LOS RESULTADOS SON EN EXTREMO PREOCUPANTES
“Nuestros hallazgos son críticos para entender las futuras repercusiones en la salud del ecosistema marino”, escribió la Dra. Nicole Lovenduski, coautora del estudio y directora interina del Instituto de Investigación Ártica y Alpina (INSTAAR, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Colorado en Boulder, en un resumen que detalla los resultados de la investigación.
Para llegar a sus conclusiones, el equipo de investigadores aplicó un modelo computarizado para simular los cambios que el agua del océano Antártico (o Austral) podría sufrir durante el presente siglo, en la eventualidad de que no disminuyan las emisiones globales de dióxido de carbono. Y, a todas luces, los resultados son en extremo preocupantes.
En su artículo, los científicos afirman que el problema más grave es el cambio climático ocasionado por el hombre (antropogénico). “Las emisiones antropogénicas de dióxido de carbono son el factor más crítico para la acidificación marina”, aseveró la Dra. Cara Nissen, autora principal del estudio e investigadora científica de INSTAAR.
“Y el problema no se limitará a la capa superior de los océanos, sino que esa acidez extrema abarcará toda la columna de agua en las costas del océano Austral y llegará hasta el fondo marino”, añadió la especialista.
Aun cuando la investigación se centró en áreas donde se han restringido la pesca y demás actividades humanas para proteger la biodiversidad, los resultados sugieren que dichas áreas también experimentarán una “acidificación significativa” hacia el año 2100.
PINGÜINOS Y OTROS ANIMALES MARINOS DEL ANTÁRTICO ENFRENTAN MUCHAS AMENAZAS
Si bien es cierto que el océano Antártico es más vulnerable a la acidificación debido a que el agua fría absorbe más dióxido de carbono, Nissen insiste en que la gravedad de la acidificación en las áreas estudiadas es por demás sorprendente.
La vida silvestre del Antártico enfrenta ya muchas otras amenazas derivadas del cambio climático. Por ejemplo: conforme aumentan las temperaturas globales, el manto de hielo (hábitat esencial para muchas especies animales) se derrite cada vez con más rapidez, y el agua de esa fusión eleva el nivel marino en toda la región.
Como conclusión de su estudio, el equipo propone convertir el mar de Weddel en un área protegida, ya que el hielo marino de esa zona conserva el nivel más elevado de toda la región antártica.
La justificación para esa propuesta es que el hielo no solo es un hábitat crítico, sino que también puede amortiguar los efectos del dióxido de carbono y evitar que el agua de mar absorba grandes cantidades del gas atmosférico. “Nuestros hallazgos confirman que la prioridad es convertir el mar de Weddel en un área protegida”, aseveró Nissen.
“Aunque habituada a estudiar el mar abierto, he descubierto que las aguas costeras del Antártico son un referente fiel de las señales climáticas que llegan a las profundidades marinas de todo el mundo. Este estudio me hizo recordar que, debido a su dinamismo, las costas del Antártico también son susceptibles de sufrir cambios acelerados”, concluyó Lovenduski. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)