En un estudio con varios lobos y perros, ambos animales obtuvieron mejores resultados en la búsqueda de comida escondida si habían observado cómo la escondía una persona. Esta es una evidencia de la memoria espacial.
Esto sugiere que recordaban dónde estaba la comida y no se basaban únicamente en el olor para encontrarla, a esto se le conoce como memoria espacial observacional, según publican sus autores en la revista de acceso abierto PLOS ONE.
Muchas especies transmiten información importante mediante el aprendizaje social, en el que un individuo aprende observando a otro o interactuando con él. Investigaciones anteriores sugieren que los lobos y los perros —que fueron domesticados a partir de lobos— son capaces de una forma de aprendizaje social conocida como memoria espacial observacional.
En esta, un individuo puede recordar dónde escondió otro un alijo de comida y robarlo. Sin embargo, aún queda mucho por aprender sobre estas capacidades y sus posibles diferencias entre lobos y perros.
Para arrojar nueva luz, Sebastian Vetter, de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria), y sus colegas realizaron un estudio con nueve lobos madereros y ocho perros mestizos que vivían en el Centro Científico del Lobo de Ernsbrunn.
Pusieron a prueba la capacidad de cada animal para encontrar cuatro, seis u ocho escondites de comida, después de ver a un humano escondiéndolos o sin que el animal viera el escondite.
NO SOLO UTILIZAN SU OLFATO, TAMBIÉN LA MEMORIA ESPACIAL
Los investigadores descubrieron que tanto los perros como los lobos encontraban más de los cinco primeros escondites de comida más rápidamente y con menos distancia recorrida si veían cómo se ocultaba la comida que si no veían el escondite. Esto sugiere que los animales no solo utilizaron el olor para encontrar la comida y respalda la hipótesis de que ambos tipos de animales son capaces de tener memoria espacial observacional.
Tanto si vieron la comida escondida como si no, los lobos superaron a los perros a la hora de encontrar los escondites. Los investigadores sugieren que esta diferencia de rendimiento puede no deberse a una capacidad diferente de memoria espacial observacional, sino a diferencias en otros rasgos, como la persistencia y la motivación relacionada con la comida.
Los autores añaden que, “aunque la domesticación probablemente afectó a la disposición de los perros a adaptarse a los humanos, los resultados del estudio actual colaboran con hallazgos anteriores. Estos sugieren que las capacidades cognitivas no difieren mucho entre perros y lobos”.
De acuerdo con el Instituto Mexicano de Neurociencias, en psicología cognitiva, la memoria espacial es la parte de la memoria responsable de registrar la información sobre el entorno y la orientación. Por ejemplo, la memoria espacial de una persona es necesaria para navegar por una ciudad familiar. N
(Con información de Europa Press)