México, es la séptima economía mundial y la segunda en América Latina con el mayor número de Tratados de Libre Comercio (TLC) celebrados, sumando, en la actualidad, un total de 23 instrumentos comerciales en vigor, superado sólo por la Unión Europea, quien cuenta con 46 TLC, el Reino Unido con 38, Chile con 31, la Asociación Europea de Libre Cambio con 29, Singapur con 27 y Turquía con 24. Además del renovado TMEC, nuestro país cuenta con acuerdos comerciales de igual importancia que el celebrado con los vecinos del norte. Ejemplo de ello son los Tratados de Libre Comercio suscritos con la Unión Europea (TLCUEM), o con naciones como Japón, Israel o Brasil, además de otros instrumentos internacionales de gran envergadura, tal y cómo los dos Acuerdos de Alcance Parcial (AAP), seis Acuerdos de Complementación Económica (ACE) y 32 Acuerdos de Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones (APPRI).
Esto muestra cómo la economía mexicana está inmersa en una dinámica global de libre mercado que, desde hace algunos años, se ha venido transformando al introducir, paulatinamente, obligaciones históricamente disociadas de las relaciones comerciales, cómo el cumplimiento en materia de derechos humanos. Ejemplo de ello es que el texto original del TLCUEM previó, desde su ratificación original en el año 2000, su fundamentación en el respeto a los principios democráticos y a los derechos humanos, de acuerdo con su artículo primero, circunscribiéndose a lo dispuesto por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y, advirtiendo incluso, que éstos constituyen un elemento esencial de dicho acuerdo comercial. De hecho, su artículo 39, dispone un apartado exclusivo de cooperación en materia de derechos humanos y democracia.
Asimismo, el TMEC, en su artículo 24.13, advierte la importancia de reconocer la promoción de la responsabilidad social corporativa y la conducta empresarial responsable en el marco de las relaciones comerciales sostenidas entre México, Estados Unidos y Canadá. Además, dicho instrumento introdujo, en su Anexo 31-A, el Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida (MNR), para denunciar posibles violaciones a los derechos laborales de las y los trabajadores.
No obstante, a pesar del empuje de México para articularse comercialmente a nivel global, la realidad es que el país parece no estar a la altura de las nuevas condiciones que exigen los mercados internacionales. Basta recordar que, desde la renovación del TMEC en 2020, nuestro país acumula un total de siete quejas ante el MNR por posibles vulneraciones a derechos laborales. Asimismo, si bien las negociaciones para renovar el TLCUEM concluyeron en 2020, se ha complicado su ratificación ante la preocupación de que México incumpla con las obligaciones en materia de derechos humanos solicitadas por la Unión Europea, en el contexto del desarrollo de actividades comerciales con nuestro país.
Si bien, la internacionalización comercial de México busca crecer, las inversiones pueden inhibirse si no se cuenta con los estándares de calidad y regulatorios que el mercado internacional exige y, peor aún, si nuestro país no es consciente de los impactos que tendrá la nueva regulación de sus socios comerciales. Por ejemplo, la Unión Europea recién aprobó su Directiva sobre Debida Diligencia Corporativa en materia de Sostenibilidad, que impondrá obligaciones extraterritoriales en materia medioambiental y de derechos humanos a las empresas europeas con operaciones en el extranjero; asimismo, Japón y Estados Unidos cuentan ya con un Plan Nacional de Empresas y Derechos Humanos, contemplando nuevos estándares regulatorios en esta materia, mientras que Brasil está por aprobar una ley al respecto, con impactos similares.
De acuerdo con un estudio de 2022 conducido por KPMG, únicamente el 31% de las empresas en México cuenta con un presupuesto asignado para temas de sostenibilidad, y de éstas, sólo el 25% emite un reporte sobre dicho tema. Si consideramos además que nuestro país es uno de los 13 más contaminantes del planeta, cabe entonces cuestionar si México y su empresariado están preparados para estas nuevas exigencias del mercado internacional. La respuesta, aunque preocupante, se advierte obvia. N