A raíz de que el Reino Unido se comprometió a proporcionar a Ucrania municiones de uranio empobrecido, se ha desatado un “acalorado debate” sobre los efectos de salud de estos materiales.
El pasado 20 de marzo, Annabel Goldie, ministra de Estado para la Defensa del Reino Unido, confirmó que los tanques británicos Challenger 2 donados a Ucrania irían acompañados de municiones de uranio empobrecido (DU, por sus siglas en inglés).
Poco después, un portavoz del ministerio de defensa aclaró que “desde hace décadas” las fuerzas armadas británicas han “utilizado uranio empobrecido en proyectiles antiblindaje”.
A esta afirmación se sumó un portavoz del Departamento de Defensa estadounidense, quien señaló para The Associated Press que, “desde hace mucho, las municiones de DU han sido un elemento importante del arsenal militar”.
A pesar de la controversia en torno de la radiactividad —y no obstante el hecho de que los proyectiles de uranio empobrecido se producen en países como Rusia—, los ejércitos occidentales han utilizado municiones de este material de manera ininterrumpida. Y la razón, en buena medida, es que esos proyectiles son tan densos que penetran el blindaje de los vehículos enemigos.
Sin embargo, la comunidad científica no ha emitido una opinión concluyente sobre el impacto ambiental de las municiones de DU, y tampoco sobre los efectos del material en el cuerpo humano. Hasta ahora, las investigaciones se han concentrado en los efectos de las municiones en los militares veteranos, así como en las poblaciones civiles de las regiones que sirvieron de escenario a las guerras del Golfo e Irak.
CANDENTES DEBATES POR LA SALUD
“Los riesgos de salud que entrañan las municiones de uranio empobrecido aún son tema de candentes debates”, comenta para Newsweek el experto en tecnología militar David Hambling.
Aun así, el portavoz del Ministerio de Defensa británico afirmó que “una investigación independiente de la Royal Society ha determinado que los impactos de salud y ambientales derivados del uso de DU son, probablemente, muy limitados”.
Esa afirmación hacía referencia a un artículo publicado en 2002, en el cual, la prestigiada sociedad científica británica escribió que el riesgo de que una persona desarrollara cáncer a consecuencia de la radiación de municiones de uranio empobrecido “sería casi indistinguible del riesgo general de desarrollar cáncer a lo largo de una vida normal”.
La única excepción, agregaron los autores de la Royal Society, sería “una fracción muy reducida” de soldados; por ejemplo, los sobrevivientes de un ataque de estas municiones contra un vehículo blindado.
En ese mismo tenor, Hamish de Bretton-Gordon, coronel retirado que comandara las fuerzas de la división química, biológica, radiológica y nuclear (QBRN) del Reino Unido y la OTAN, dice a Newsweek que el nivel de “radiación es increíblemente reducido”.
“Si te encuentras dentro de un vehículo que recibe el impacto de un proyectil de uranio, lo que menos debe preocuparte es la radiación”, asegura Bretton-Gordon.
Al respecto, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) señala que, si bien el uranio empobrecido es “considerablemente menos radiactivo que el uranio natural”, cualquiera que se exponga a la radiación que emiten las dos formas corre el riesgo de desarrollar cáncer.
SIN “EVIDENCIAS CONCLUYENTES”
Aunque la OIEA agrega que “los estudios emprendidos a lo largo de muchas décadas no han aportado evidencias concluyentes sobre el riesgo de cáncer” que suponen las municiones de uranio empobrecido, la dependencia de la ONU hace énfasis en que deben “considerarse un carcinógeno potencial”, aun cuando no haya “evidencias definitivas del riesgo de cáncer”.
La exposición al DU puede ocurrir por inhalación, ingestión y por contacto con la piel, explica la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cuando un proyectil impacta contra una superficie dura, la munición suelta un polvo que, “en algunas circunstancias, puede representar un riesgo para la salud”, reconoció el gobierno británico en una declaración anterior.
Los efectos para la salud son consecuencia de la “naturaleza física y química” del uranio empobrecido, así como de la duración y la cantidad de exposición a la munición, añadió la OMS, en un estudio publicado en 2001.
Las fuerzas estadounidenses y británicas han utilizado municiones de DU desde hace décadas, y esos proyectiles se volvieron muy comunes a partir de la Guerra del Golfo, y se usaron también durante los conflictos de Irak y Afganistán.
Pese a todo lo antes dicho, los autores de un estudio de 2021, publicado en la revista British Medical Journal, afirmaron que, tras las guerras del Golfo y de Irak, se detectaron “posibles asociaciones entre la exposición al uranio empobrecido y los efectos de salud adversos” en civiles iraquíes que vivían en áreas donde se usó esta clase de municiones.
EL URANIO EMPOBRECIDO ESTÁ EN LA LISTA
Por su parte, el Departamento de Asuntos para Veteranos de Estados Unidos ha incluido el DU en el listado de materiales que conllevan “un riesgo de salud potencial si entran en el cuerpo”, bien sea mediante inhalación, ingestión, esquirlas incrustadas o heridas.
La Campaña para el Desarme Nuclear (CDN), organización que se opone al uso de municiones de uranio empobrecido, ha exigido un “estudio epidemiológico completo, independiente y a largo plazo, que abarque todos los lugares donde se haya utilizado”.
“Muchos estudios han descrito las amenazas de salud y ambientales inherentes al uso militar de este material. Y, sin embargo, el Reino Unido y Estados Unidos se niegan a reconocer, abiertamente, los riesgos”, acusó Tom Unterrainer, presidente de CND, en una declaración para Newsweek.
Las municiones de DU generan tanto “partículas radiactivas microscópicas como partículas químicas tóxicas que se diseminan en las inmediaciones del impacto, para después dispersarse a grandes distancias”, prosiguió Unterrainer. “Son esas partículas las que tienen consecuencias de salud y ambientales a largo plazo”, concluyó el jefe de CND.
“En mi opinión, el tema de la radiactividad no es más que una distracción, porque el peligro real [del uranio empobrecido] es su toxicidad como metal pesado”, interpuso Hambling.
En ese sentido, la OMS ha señalado que la “toxicidad química” está contemplada dentro de la toxicidad “radiológica”, ya que es muy probable que el DU ataque los riñones y los pulmones más que los otros órganos internos. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).