Por una mala praxis del servicio de Ginecología y Obstetricia, deficiencias en el seguimiento médico, a una mujer de 20 años le tuvieron que quitar la matriz debido a que le dejaron restos de placenta y coágulos de sangre tras practicarle una cesárea.
La Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo (CDHEH) instruyó al Órgano Interno de Control (OIC), de la Secretaría de Salud estatal (SSH), emprender una investigación en contra de ocho médicos del Hospital General de Pachuca y dar inicio a los procedimientos legales respectivos.
De acuerdo con la recomendación R-ZA-00001-22, el 25 de noviembre de 2019, la joven acudió al nosocomio porque iba a dar a luz a su bebé, en lo que aparentemente sería un parto normal; sin embargo, un día después, se le practicó una cesárea por complicaciones con su presión arterial.
Una vez que salió del quirófano la llevaron a piso y comenzó a presentar fiebre. Aunque la madre hizo del conocimiento de los médicos y personal de enfermería los síntomas de su hija, estos le dijeron en repetidas ocasiones que era normal.
Sin embargo, el 30 de noviembre, un doctor la revisó y dijo: “Esto apesta, no tiene el color que debe tener”, pese a que anteriormente una médica tuvo conocimiento de que de la vagina de la paciente había salido un líquido café oscuro, con olor desagradable e insistió en que era normal porque estaba drenando, por lo que fue ingresada a Urgencias para que le practicaron un legrado, debido a que le habían dejado restos de placenta y coágulos de sangre.
Tras el proceso, siguió la inflamación en su estómago, al grado de parecer que le iba a reventar y presentó un olor corporal desagradable, pero los médicos insistieron en que era normal.
Por lo que la madre de la joven decidió llevarla a un hospital particular, donde la diagnosticaron como delicada y la intervinieron quirúrgicamente: le tuvieron que quitar la matriz.
Giovanny Flores I Pachuca