La raza de perros corgi, la preferida por la fallecida reina Isabel II, alcanza precios récord en el Reino Unido tras la muerte de la monarca, que durante toda su vida tuvo una treintena de estos ejemplares.
“Los precios que piden los criadores de corgis registrados tocaron hoy un récord”, informó este lunes un portavoz de Pets4Homes, un portal de internet de venta de animales de compañía en el Reino Unido.
El precio medio se duplicó en los últimos tres días, indicó esta fuente.
“En los anuncios más recientes, los precios para algunos corgis superan por primera vez la barrera de las 2,500 libras (2,780 euros)”, señaló.
El sitio registra una cantidad de búsquedas diarias de corgis diez veces superior a la de la semana pasada.
LA REINA ISABEL II, GRAN AMANTE DE LOS CORGI
Estos animales de pequeño tamaño se caracterizan por sus grandes orejas y unas patas desproporcionadamente pequeñas en relación al largo del torso.
La reina Isabel II era una gran amante de los corgi, una raza galesa de perros patas cortas, hasta el punto de haber criado ella misma un largo linaje de estos perros. A ellos se les permitía pasear con total libertad por el Palacio de Buckingham.
La suerte de estos perros estaba en suspenso, sin embargo, encontraron por fin un hogar: el de su hijo el príncipe Andrés.
Un portavoz del príncipe Andrés, tercer hijo de la reina, y de su exesposa la duquesa de York Sarah, anunció el domingo que se encargarían de Muick y Sandy, los dos corgis que sobrevivieron a la reina.
LA PASIÓN POR LOS CORGI
Muick llegó a Windsor a inicios de 2021 para acompañar a la reina, entonces confinada como todos los británicos, con otro cachorro llamado Fergus.
Fergus falleció semanas más tarde a la edad de cinco meses, en los tiempos sombríos posteriores a la muerte de su esposo el príncipe Felipe.
Para reemplazarlo Andrés y sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia, ofrecieron a Isabel II el pequeño Sandy con motivo de su 95 cumpleaños.
La pasión de la reina por estos perros comenzó con Susan, la primera corgi que le regalaron cuando cumplió 18 años en 1944. Según la prensa británica, la reina dejó de criarlos por temor a que sus corgis quedaran huérfanos tras su muerte.
Isabel II se ocupaba en lo posible de sus propios perros que la acompañaban en sus fines de semana en Windsor. Ella los nutría cuando tenía tiempo y le gustaba sacarlos a pasear. N
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