Se trata de una enfermedad “rara”, “increíble”, pero también “devastadora”, a raíz de la cual los pacientes afectados “sufren terriblemente”. El francés Emmanuel Mignot ha dedicado su carrera al estudio de la narcolepsia, hasta encontrar su causa y arrojar algo de luz sobre uno de los grandes misterios de la biología: el sueño.
Su descubrimiento, en el corazón de los meandros de nuestro cerebro, le ha valido este jueves un importante premio en Estados Unidos, el Breakthrough Prize, junto al japonés Masashi Yanagisawa, que llegó a conclusiones similares al mismo tiempo.
Gracias a las investigaciones de ambos se están desarrollando actualmente fármacos que prometen revolucionar el tratamiento de este y otros trastornos del sueño. Los narcolépticos, que representan aproximadamente una de cada 2,000 personas, no pueden evitar quedarse dormidos repentinamente.
Algunos también se ven afectados por una parálisis temporal repentina (cataplejía).
“Estoy bastante orgulloso, porque lo que descubrí está marcando una gran diferencia para mis pacientes. Es la mejor recompensa que se pueda obtener”, dijo a la AFP el profesor universitario de Stanford, California, a cuyo consultorio acuden narcolépticos de todo el mundo.
Hace 30 años, cuando acababa de licenciarse en medicina y ciencias, Mignot decidió viajar a Estados Unidos durante su servicio militar con el fin de estudiar el funcionamiento de un fármaco entonces utilizado contra la narcolepsia.
La enfermedad era “prácticamente desconocida” y “nadie la estudiaba”, recuerda. Pero él “quedó completamente fascinado”.
“Pensé: esta enfermedad es increíble, la gente se queda dormida todo el tiempo, no tenemos idea de por qué, y si pudiéramos encontrar la causa podríamos entender algo nuevo sobre el sueño”, explica a la AFP este investigador de 63 años.
LOS PERROS NARCOLÉPTICOS DE EMMANUEL MIGNOT
Stanford contaba en la época con perros narcolépticos y Mignot se propuso hallar el gen que les generaba la enfermedad. Una empresa titánica, porque en ese momento las técnicas de secuenciación del genoma eran primitivas.
“Todos me decían que estaba loco”, recuerda el científico, quien ahora vive con un perro narcoléptico, Watson, al que adoptó.
“Pensé que iba a tomar algunos años, y tomó 10”. Finalmente, en 1999, llegó el descubrimiento: un receptor ubicado en las células cerebrales que en los perros narcolépticos funciona de manera anormal.
Este receptor es como una cerradura, que solo reacciona en presencia de la llave adecuada, es decir una molécula, descubierta al mismo tiempo por el japonés Masashi Yanagisawa, que la denominó orexina (también llamada hipocretina).
Un neurotransmisor producido en el hipotálamo, en la base del cerebro, por una población muy pequeña de neuronas. Inmediatamente, Mignot realizó las primeras pruebas en humanos. Y los resultados fueron impresionantes. Por ejemplo: que los niveles de orexina en el cerebro de los pacientes narcolépticos son nulos.
Normalmente, esta molécula es producida en grandes cantidades a lo largo del día, especialmente por la tarde, lo que permite luchar contra la fatiga acumulada.
En los perros, la cerradura está rota, pero en los humanos falta la llave para abrirla. Esa diferencia explica por qué la enfermedad puede ser heredada en perros, pero no en humanos.
“Uno no hace un descubrimiento así dos veces en la vida. Encontrar la causa de una enfermedad”, se maravilla el francés.
¿NARCOLEPSIA PROVOCADA POR EL VIRUS DE LA GRIPE?
De momento, la mayoría de los pacientes son tratados con una combinación de anestésicos para que duerman profundamente por la noche y anfetaminas para despertarlos durante el día. Pero al administrarse en los ensayos un fármaco que imita a la orexina los resultados fueron “verdaderamente milagrosos”, dice Mignot.
En los pacientes se produjo una verdadera “transformación” y lucían con “ojos diferentes”. Estaban “tranquilos”, dice el científico.
El desafío sigue siendo desarrollar una formulación que proporcione la dosis adecuada en el momento adecuado. Varias empresas, incluida la japonesa Takeda, están trabajando en el tema, y algunos medicamentos podrían ser autorizados en los próximos años.
También son posibles aplicaciones para otras enfermedades: por ejemplo, para pacientes deprimidos que tienen dificultad para levantarse, o para otros que están en coma y les cuesta despertar, señala el investigador.
Mignot está ahora tratando de demostrar que la narcolepsia es provocada por el virus de la gripe. Según él, el sistema inmunitario, encargado de defendernos de las infecciones, puede llegar a confundir las neuronas productoras de orexina con determinados virus de la gripe, y atacarlas.
Sin embargo, una vez muertas, estas neuronas no se renuevan y los pacientes ya no producen orexina en su vida.
“Me interesé en cómo actúa el sistema inmunitario en el cerebro”, un terreno “explosivo”, dijo Mignot.
En cuanto al misterio del sueño, admite estar fascinado: “¿Qué es lo que hace el sueño que sea tan importante y que tengamos que dormir todos los días?”. “Todavía no lo entendemos”. N