DE POLÍTICA Y ALGO MÁS
«Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él. Coartada de todos los errores, explicación de todas las desgracias. Los hinchas tendrían que inventarlo si él no existiera. Cuánto más lo odian, más lo necesitan. Durante más de un siglo, el árbitro vistió de luto. ¿Por quién? Por él»: Eduardo Galeano.
En los últimos meses se ha visto una abierta confrontación entre el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova. El choque de visiones comenzó con el ejercicio constitucional de revocación de mandato. Desde el Ejecutivo es donde paradójicamente se promueve y se impulsa la consulta. El problema, como en casi todo, eran los recursos, su excesivo costo. Desde el INE se pedían recursos extra para poder realizar la consulta como la ley manda, y desde el Ejecutivo se rechazaba una ampliación presupuestal.
Lo anterior derivó en exponer los altos sueldos de los funcionarios del Instituto Nacional Electoral, sus prestaciones, sus seguros médicos, etcétera. Desde la máxima tribuna se les exhortaba a hacer recortes y vivir en austeridad republicana, pintando al INE como un organismo que cuenta con una altísima credibilidad, y que se ha desempeñado como un árbitro y organizador electoral que da certeza al sufragio efectivo de los ciudadanos, pero que es frívolo, despilfarrador y opulento.
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El contraste de opiniones y la rivalidad pública continúa y se va acrecentando. Pareciera que el presidente Andrés Manuel, ante la falta de rostros y figuras notables en los partidos de oposición, encontró en Lorenzo Córdova, el consejero presidente del INE, un adversario con el cual poder encender los ánimos y polarizar las aguas de cara a los tiempos electorales.
Por otro lado, se ha visto a un Lorenzo Córdova, que se caracterizaba por ser discreto y cauteloso, más cómodo en su papel contestatario, asumiendo su papel como un defensor del INE y de sus atribuciones y prestaciones que marca la ley. Se le ha visto más protagonista y participativo en diversos espacios en los medios de comunicación, donde ya encendió las alarmas de algunos que se empiezan a cuestionar sus verdaderos motivos. Y hasta se le ha cuestionado sobre sus ambiciones políticas con miras a sentarse en la silla del águila.
Si bien es cierto que en el INE se goza de salarios y prestaciones de primer nivel, vale la pena el cuestionarse si eso es malo. El árbitro electoral debe estar lo más blindando posible ante cualquier intento de corromperlo. Tener un trabajo con un salario digno no debe de ser satanizado de facto.
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En breve se enviaría desde el Ejecutivo una propuesta de reformar al INE. De esta aún no se conoce el fondo que se debatirá en el Congreso de la Unión. Habrá que estar atentos a su contenido. El árbitro electoral desde su surgimiento marcó un antes y un después en la vida democrática de México. Antes de que existiera el organismo como un órgano verdaderamente autónomo las elecciones en nuestro país eran mera simulación y el partido en el poder designaba a los gobernantes de entre sus candidatos como un mero trámite. No es casualidad que un partido hegemónico se haya mantenido en el gobierno por más de 70 años.
El fortalecimiento de un árbitro electoral autónomo, sólido y confiable cambió el curso de la democracia en México. Si una reforma se encamina a fortalecerlo sería por el bien de todos. Si se busca debilitarlo y resaltarle autonomía se podría vivir un retroceso peligroso para la vida democrática de la república. N
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Carlos Jiménez Rodríguez, liberal, librepensador, 34 años de edad, licenciado en cine y televisión, maestro en administración pública, columnista, se ha desempeñado como servidor público en la Ciudad de México y como asesor legislativo en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.