En México existen varios proyectos y emprendimientos relacionados con la economía circular y el reciclaje. Sin embargo, hacen falta reformas estructurales que resuelvan los vacíos legales que aún existen para apoyar a las personas que se dedican a esta labor. Esos vacíos dificultan formalizar el trabajo que los centros de acopio de residuos sólidos urbanos realizan en las comunidades, cuyo impacto no solo es positivo en lo ambiental, sino también en lo social y educativo.
Jahír Mojica, especialista en desarrollo e implementación de proyectos de economía circular y tecnologías de bajo carbono, explica a Newsweek México que en el país la clasificación de actividades económicas que contempla la Secretaría de Economía muchas veces no identifica la labor del reciclaje.
En México aún se utilizan los términos “manejo de desechos”, “remediación ambiental” y “servicios ambientales”. Sin embargo, no hay una categoría propiamente que identifique la labor de los recicladores o reparadores, trabajos que recientemente comenzaron a emerger o reposicionarse.
“Hay mucha gente dedicada a estos temas. En ningún país he visto tantos emprendimientos y tantas personas involucradas en el asunto de economía circular como en México”, señala Mojica, también fundador y director general de SUEMA, agencia de innovación dedicada al apoyo de la industria y comunidades.
UN TRABAJO DE TODOS Y PARA TODOS
La Dra. Alethia Vázquez Morillas, del área de Investigación de Tecnologías Sustentables del Departamento de Energía de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, explica por su parte que en México todavía falta mucho para alcanzar una economía circular.
“Hay mucho trabajo que hacer por parte de los gobiernos, tanto en aparatos legislativos como ejecutivos, en el manejo de recursos y residuos. Hay un papel importante que tienen que hacer las empresas [al] rediseñar sus productos. La idea es hacerlos más duraderos, más reutilizables y reciclables y contribuir en la generación de mecanismos de acopio y brindar información real y completa a los consumidores”, explica la experta.
Para que la práctica de la economía circular en México se vuelva parte de la comunidad intervienen patrones culturales, formas de consumo, sociedad, acceso a la información, educación y servicios. Incluso temas de género. “Por supuesto, también los ciudadanos al gestionar y separar sus residuos en el reaprovechamiento de estos”, añade.
RECICLAR EN PANDEMIA
Con la llegada del SARS-CoV-2 a México y el aislamiento social obligatorio en el mundo, Jorge Iván Garduño, un hombre dedicado a la comunicación, amante de los libros y la jardinería, vio en el encierro la oportunidad de acercarse al reciclaje. En mayo de 2020, confinado en casa, notó la cantidad de residuos que se generaban al día, principalmente orgánicos. Eso lo llevó a preparar su primera composta e iniciar una hortaliza.
“Previo a la pandemia comencé a tener un acercamiento con el tema del reciclaje porque ayudar a la ecología y al medioambiente era algo que desde joven me ha llamado la atención. Fue cuando empecé a meterme en el tema del reciclaje”, cuenta en entrevista con Newsweek México.
En México, según un comunicado de UNAM de julio de 20021, se generan 42 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos al año, y solo el 14 por ciento se recicla.
Además, 70 por ciento de la basura termina en rellenos sanitarios que, en gran parte, son tiraderos a cielo abierto donde se genera contaminación del suelo y agua. Eso también desemboca en afectaciones para la salud.
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De esta forma, Jorge Iván se animó a generar un cambio en su forma de consumo con la creación de composta. Un par de meses después, la tierra y los desechos orgánicos que incorporó en la composta dieron resultados en su jardín y árboles frutales.
A partir de ello decidió separar otros residuos de su día a día, como vidrio y PET. Compró dos nuevos contenedores pensados para estos materiales. Después de comenzar a separar estos residuos preguntó en el centro de acopio de su localidad qué otros materiales se podían reciclar.
“Me dijeron que, básicamente, todo. Todo lo que quiera. Me hice consciente del desperdicio que una sola persona puede generar y cómo una sola persona puede llegar a ser sustentable con composta y hacer su hortaliza. Esto llevo haciéndolo un año y medio”.
UN ACOPIO QUE CREA REDES
Para Jahír Mojica, director general de SUEMA, un centro de acopio puede ser también el “nodo” de una gran red de ciudadanos que tienen conciencia ambiental. A esa red se suman negocios locales que buscan hacer la diferencia. A lo largo del país se encuentran estos centros de acopio o centros de barrio donde se crean redes de colaboración en beneficio de muchos.
“Tú vas y puedes vender [o donar] tus materiales, te puedes ganar unos pesitos o simplemente ayudar a las personas que están ahí. Esos pesitos les ayudan a hacer la diferencia para llevar algo de ingresos a sus familias”, añade Mojica.
Los centros de acopio de reciclaje también generar campañas o programas para hacer separación de residuos. Desde los negocios igualmente se crean hábitos para dar un buen destino a los materiales. Con toda esta labor, “los centros [de acopio] son una herramienta poderosa para crear comunidad y barrios con tejido sociales”, señala.
En la alcaldía Benito Juárez de la Ciudad de México se encuentra Reci-Club, un centro de acopio autodenominado “de barrio”. Poco a poco ha logrado involucrar a la comunidad para hacer la separación de sus residuos.
Este centro de acopio cuenta con 30 años de fomentar la cultura de reciclaje con la separación de materiales como papel y latas de aluminio. Reci-Club fue fundado por Bertha Padilla, quien durante 20 años dirigió este proyecto con múltiples campañas de recolección en escuelas, principalmente.
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Miriam Hernández, miembro de Reci-Club, se encarga de llevar los números en este centro de acopio. Asimismo, contacta compradores de materiales, genera alianzas o proyectos nuevos de educación, capacitación y cursos, entre otros.
“Cuando llegamos a este espacio físico la gente lo veía tan bonito que pensaban que era una cafetería o una carpintería. Siempre hemos buscado que sea un centro de acopio lo más ordenado posible”, explica.
En una visita a Reci-Club, este medio pudo constatar cómo vecinos y locatarios aledaños llegan a este centro de acopio para donar o vender los materiales separados.
De acuerdo con Miriam, en Reci-Club se busca que la gente conozca que los materiales pueden estar limpios al momento en que son entregados al acopio. Esto ha generado que la comunidad aprenda qué materiales se pueden reciclar.
“Hay vecinos que empezaron trayendo una sola botella a la semana y, ahora, pasan casi cada tercer día con los residuos que han aprendido a separar y preparar. Incluso, nuestros vecinos colaboran con sus donaciones al centro de acopio”, cuenta.
“Los compañeros de los comercios aledaños vienen y dejan las cajas con las que empacan sus productos. Viene la gente del mercado, de los negocios de enfrente y de los condominios. La labor ha sido importante en el sentido de lo que se puede reciclar y cómo ordenarlo. Poco a poco se fue involucrando la comunidad”.
EMPLEOS VERDES
Si bien el impacto que puede generar un centro de acopio de reciclaje dentro de una comunidad puede ser ambiental, socialmente estos espacios también generan empleos verdes. Estos, además de ser ambientales, son una alternativa de trabajo para las comunidades que cuentan con una infraestructura de manejo de residuos.
“Sobre todo los centros de acopio de los barrios o comunitarios que están abiertos al público son fuentes de empleo y de economía para las familias de la localidad”, añade Jahir Mojica, especialista en proyectos de economía circular y tecnologías de bajo carbono.
Un centro de reciclaje promueve también un tejido social donde se enseña a los habitantes que un material considerado basura es un insumo para alguien que lo va a procesar y comercializar.
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Los centros de acopio tienen un impacto poderoso. “Nos dan información, pero nada como vivirlo al tener el hábito de llevar tus materiales a reciclar. Este hábito puede impactar a otras generaciones, por eso trabajamos mucho con ese concepto de centros de acopio o centros de reciclaje comunitarios, donde la gente puede hacer voluntariados y saber qué ocurre ahí”, añade Mojica.
Al igual que Reci-Club, Jorge Iván ha logrado impactar a otras personas en la cultura de reciclaje y consumo responsable que emprendió durante la pandemia. Hoy, junto con su familia y dos familias más comparten esta nueva forma de vida, lo cual ha dejado en ellos la satisfacción personal de reducir la generación de residuos en casa y sus entornos. N