Cuando tenía 19 años un auto me atropelló y tuve que guardar cama. Me deprimí y dejé de comer, pero luego subí muchos kilos de peso al paso de los años. Todavía pesaba mucho y estaba confinada en casa cuando recibí a mi perro Bruno. Yo tenía 23 años y él era la única alegría que tenía por entonces. Era el único que no me juzgaba y no me veía con burla por mi sobrepeso. Me amaba sin importar las circunstancias y él significaba mucho para mí.
Continué rescatando perros, y me quedé con uno que falleció el 6 de enero de 2016. Esa fue la razón por la cual fui y encontré a Azzurra Diamante a comienzos de 2016, porque Bruno ahora estaba solo. Azzurra, una perrita, tenía ocho semanas de edad cuando la recibí, así que creció con Bruno. Eso era todo lo que ella conocía: a Bruno y a mí. Azzurra era mi segunda alegría y yo vivía para ambos. En realidad, no tengo amigos a causa de mi sobrepeso, no podía hacer nada, en verdad. Ni siquiera podía ir al cine, porque era demasiado gorda para los asientos, así que mi vida giraba solo alrededor de mis perros.
Pero, en realidad, yo solo estuve presente los primeros meses después de recibir a Azzurra porque por entonces estuve en el hospital. En abril de 2016 me diagnosticaron cáncer metastásico de lengua y orofaríngeo, y a finales de julio me extirparon la lengua. Por ello, hasta comienzos de 2017, no me sentía bien y entraba y salía del hospital. Incluso cuando regresaba a casa del hospital, estaba enferma en cama. La perrita Azzurra y Bruno estaban conmigo, pero yo estaba en una silla de ruedas y recibía mucha ayuda. Alguien tenía que quedarse conmigo y cuidar de los perros porque yo no podía pasearlos o sacarlos. Podía manejar, pero alguien tenía que empujarme en una silla de ruedas hasta el auto y ayudarme a subir.
Un día, a finales de la primavera de 2017, manejé hacia una gasolinera con Bruno y Azzurra. Estaba a solo 800 metros de mi casa. No podía salir del auto, y ahora no recuerdo si vi a alguien o había alguien conmigo, pero cuando regresé de la gasolinera, Azzurra se había ido. No me di cuenta de que había saltado fuera del auto hasta que regresé y fui a sacarlos del carro.
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Entré en pánico porque ella es una perrita de apariencia hermosa: es una olde english bulldogge de pura raza y ojos azules. Yo sabía que alguien se la llevaría, y eso es lo que debió pasar. Alguien debió agarrarla y no quería regresarla.
Mis amigas pusieron volantes por toda la ciudad y llamamos a la policía, los refugios de animales y veterinarios, pero fue un callejón sin salida. Manejamos por todos lados, la buscamos durante semanas. Yo tenía un tubo de traqueostomía en el cuello por entonces a causa de mi cirugía del cáncer, por lo que no podía hablar. Mi amiga tenía que preguntarle a la gente si había visto a Azzurra y mostrarle una fotografía de la perrita, pero nadie sabía nada, ni siquiera la gente en la gasolinera. Así que era el fin.
No fue que dejara de pensar en ello, sino que en cierto momento sentí que, si alguien la había encontrado y quería regresarla, lo haría. Si no quería, no había nada que pudiera hacer.
Pensaba en Azzurra todo el tiempo. Recuerdo que publiqué en Facebook: “Te extraño, espero que estés bien doquiera que estés”. Esa era mi mentalidad al paso de los años. Cada año, los recuerdos de mi perrita aparecían en Facebook y yo pensaba en ella.
De no haber tenido a Bruno y Azzurra en casa, no estoy segura de que habría sobrevivido al cáncer. Ellos eran todo para mí, los veía como mis hijos y la razón de que tenía algo que hacer.
¿CÓMO ENCONTRÉ A MI PERRITA?
Me recuperé y, con el tiempo, también perdí decenas de kilos del peso que había subido. Pero Bruno falleció en agosto de 2021 de cáncer. Murió dos semanas después de que yo cumplí cinco años libre de cáncer. Cuando llegué a los cinco años libre de cáncer, recuerdo que les dije a todos: “Bruno no se siente bien. Pienso que él está esperando hasta que yo llegue a este punto”. Después de que él murió, recuerdo que le dije en mi mente: “Bruno, ahora que estás en el cielo, espero que puedas ver que tu hermana está bien doquiera que esté allá afuera”. Pocos meses después, encontré a mi perrita Azzurra.
El lunes 11 de enero de 2022 estaba sentada en una silla con mi estilista cuando recibí un correo electrónico en mi teléfono. Lo leí rápidamente y tuve que leerlo de nuevo porque pensé que estaba imaginando cosas. Vi el nombre de Azzurra, que no había visto en años. El correo decía que mi mascota perdida, Azzurra Diamante, había sido localizada y me daban un número al cual llamar.
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Empecé a llorar. Mi estilista tuvo que darme un pañuelo y dejó de cortarme el pelo por un minuto. Luego les llamé y me dijeron que la tenían, pero que estaban en Henderson, Tennessee. Terminó siendo un viaje de 16 horas.
Azzurra debió escaparse de quien la tenía, pero terminó en el pórtico de alguien. Por suerte, era una mujer defensora de los animales, y ella publicó sobre Azzurra en Facebook preguntando si alguien era su dueño. Alguien respondió diciendo que eran sus dueños, pero la mujer entonces les dijo que no les regresaría a Azzurra sin esterilizarla, porque parecía que la habían preñado de más. En ese momento, según me dijeron, los dueños dijeron que ya no la querían. Azzurra fue colocada en un refugio en Henderson, y cuando finalmente fue llevada al veterinario para esterilizarla, ellos escanearon su microchip y luego el control de animales me contactó.
Increíblemente, al perro que estaba en la jaula junto a Azzurra en el refugio donde la tenían en Henderson lo habían llamado Bruno. Me dijo la mujer del refugio que ese fue el primer nombre que se le vino a la cabeza. Ella no sabía nada de mí en ese momento.
Salí de Nueva York la tarde del jueves 13 de enero, y llegué a Henderson al día siguiente. La mujer del refugio acompañó a Azzurra hacia mi auto, y pienso que Azzurra vio a mi nuevo cachorro Pancake antes de verme a mí. Ella en verdad se emocionó, saltó de inmediato al frente y le dijo ‘hola’ a él. Luego, cuando se dio la vuelta, pienso que se percató de quién era yo, porque me daba una y otra vez la pata y me besaba la cara. Fue como si reanudara donde nos quedamos. Se paró en el asiento delantero y estaba lista para irse, como solía estarlo. Pensé que nunca la volvería a ver, así que fue como si estuviera soñando. Se sentía como una escena de película.
Desgraciadamente, no puedo llevar a Azzurra a casa en Nueva York, ya que no tengo un lugar propio. He estado sin hogar y viviendo con mi abuela desde hace unos años, y ella no quiere dos perros allí. Espero recaudar el dinero suficiente para comprar una casa rodante donde pueda vivir con mis perros, ya que por ahora me he quedado en el auto y en hoteles. Pero ahora le puse a Azzurra un collar con rastreo GPS, así que, si huye, puedo localizarla en un mapa en mi teléfono. Me dirá exactamente dónde está ella.
Mi vida ha completado su círculo. He pasado por lo que necesitaba pasar —mi accidente, el subir de peso, el cáncer y la pérdida de peso, y perder y encontrar a Azzurra— para enseñarme las lecciones que debía aprender. Ahora trato de ayudar a otros a entender que todos pasamos por malos momentos, es parte de la historia y nos ayuda a ser quienes estamos destinados a ser.
Espero que vernos a Azzurra y a mí reunidos después de todo les restaure algo de fe. Hay demasiada magia a nuestro alrededor en la vida. Solo espero que mi historia y mi travesía pueda ayudar a otros a ver la belleza de la vida. N
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Jen Costa es de Queens Village, Nueva York. Puedes contactarla en Facebook en Strong Heart Action y saber más sobre su GoFundMe aquí. Todas las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad de su autora. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.