UN TUIT de Daniel Coronell, presidente de Univisión, alertó sobre lo que, en el Palacio de Miraflores, sede del gobierno de Venezuela, estaba ocurriendo: “Un grupo de periodistas de Univisión Noticias, encabezado por @jorgeramosnews, se encuentra retenido en el Palacio de Miraflores desde la tarde de este lunes por órdenes de Nicolás Maduro”. Tuits como este siguieron tras los únicos 17 minutos de la entrevista que el periodista Jorge Ramos había iniciado.
El equipo digital de Univisión en Miami inundó las redes sociales alertando sobre el robo de cámaras y tarjetas, y la retención de seis periodistas que habían acudido a la entrevista en Venezuela y que no se les permitía salir del hotel en el que se encontraban. En todo momento estaban bajo vigilancia.
El lunes 25 de febrero de 2019, el periodista mexicano Jorge Ramos esperaba el momento para entrevistar a Nicolás Maduro. Sin embargo, la mañana previa a la reunión el equipo de Univisión recorría las calles de Caracas del barrio de Chacao donde presenciaron a tres hombres que comían, desesperados, los restos de comida de un camión de basura.
“Las escenas no fueron un montaje”, señala Ramos en uno de los capítulos que lleva el mismo nombre en el libro 17 minutos(Editorial Grijalbo, 2021) respecto a la grabación de las personas que saciaban su hambre con los desperdicios de un camión de basura en un país donde el discurso oficial de Maduro se perpetuó con “una revolución que había mejorado el nivel de vida de los venezolanos más pobres”.
También lee: El periodismo está total o parcialmente bloqueado en el 73 % de los países: RSF
La tarde de ese 25 de febrero Ramos presentó el video a Maduro. Él no lo quiso ver, como se muestra en el video de la grabación que les fue filtrada después de haber sido hurtada. Maduro intentó cubrirlo con la mano. El movimiento —describe el autor— fue un tanto torpe que no logró hacerlo.
En entrevista con Newsweek México, Jorge Ramos señala que nunca lo habían detenido por hacer preguntas. Nunca lo habían obligado a quedarse en el hotel sin poder salir por hacer preguntas. Nunca lo habían deportado de un país por hacer preguntas. Todo esto había sucedido en Venezuela.
Tras preguntar a Jorge si 17 minutos fueron suficientes para entrevistar a Nicolás Maduro, el periodista señala que nunca lo es. “Teníamos planeada una entrevista de media hora, pero Maduro no lo aguantó. Él quería demostrar que no era un dictador y nosotros, que sí lo era. Al final se rompió (…) cuando le muestro el video en mi tableta de unos jóvenes comiendo de un camión de basura.
“Vengo de una época en la que desde Los Pinos se podía censurar a los medios de comunicación completamente, ahora eso es imposible. Por eso llama la atención que todavía en América Latina tengamos tres dictaduras: Venezuela, Nicaragua y Cuba”, señala.
—¿Cuál podría ser la forma actual de un dictador?
—Lo que se modifica es la manera de oponerse al dictador. Antes, para tumbar al dictador, había que salir a protestar y con un movimiento de masas tumbarlo. Maduro es el responsable de miles de manifestantes que se opusieron a su régimen así que, una manera de ejercer presión es a través de las redes sociales y escuchando las voces de los opositores.
“LAS REDES SOCIALES NOS HAN DADO VOZ”
Jorge Ramos pone dos ejemplos. Por un lado, la dictadura chilena de Augusto Pinochet y, por otro, la de la familia Somoza (Anastasio Somoza García y Luis Somoza Debayle), donde la revolución sandinista terminó con la dictadura en 1979.
—El arte es parte de estas propuestas, ¿qué aprendizaje te deja el arte en las manifestaciones y como parte de la memoria histórica de regímenes autoritarios?
—Es interesante porque se trata de ver en nuestro entorno esos mensajes llenos de rebelión y llenos de libertad. Y lo ves en el grafiti, lo ves en la manera en que la gente hace comentarios en el mercado, lo escuchas en las letras de las canciones, pero, sobre todo, lo vemos en las redes sociales.
“Las redes sociales nos han dado voz. Le están dando voz a estos movimientos de absoluta rebelión e insurrección que hay en las dictaduras latinoamericanas”.
Te interesa: Periodistas palestinos exigen a la ONU protección por violencia durante manifestaciones
—Sin idealizar el concepto de la democracia, ¿consideras que América Latina goza de una democracia libre para que las personas elijan a sus gobernantes?
—Yo sí quiero idealizar la democracia. Vengo de una generación en la que nos levantábamos en México, después de unas elecciones, y no creíamos en los resultados. Recuerdo que, después de las elecciones de 1988, del fraude mayúsculo en el que gana Carlos Salinas de Gortari, nadie creía los resultados de que en varias casillas él había ganado el 100 por ciento de los votos donde nadie se enfermó y todos votaron por él.
“Yo sí quiero idealizar esa democracia que tanto nos ha costado en México. Hay que aplaudir lo que los mexicanos hicieron en las pasadas elecciones intermedias. México es una democracia muy joven todavía. Está llena de problemas y solo hemos tenido dos elecciones que no han sido opuestas por otros candidatos como [Vicente] Fox en 2000 y ahora con [Andrés Manuel] López Obrador en 2018.
“Entonces, cuando solo se han tenido dos elecciones presidenciales que no son cuestionadas, basta con notar que a la democracia mexicana hay que protegerla”.
UN PAÍS LIBRE Y PELIGROSO
Al hablar de libertad de expresión, Ramos señala que, aunque hoy en día se disfruta de mucha más libertad de expresión en México, el país sigue siendo uno de los más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo. Sin embargo, es muy arriesgado para un periodista local criticar a su presidente o al narco que controla la región porque lo matan o vigilan a su familia.
Cifras de la organización internacional Artículo 19 México han registrado que, de 2000 a la fecha, se han documentado 140 asesinatos de periodistas en México en posible relación con su labor. Del total, 129 son hombres y 11 son mujeres.
En el sitio web de Artículo 19, el caso más reciente es el de Saúl Tijerina Rentería, colaborador de medios como Noticias en la Web y La Voz, a quien asesinaron el 22 de junio de 2021 en Ciudad Acuña, Coahuila.
De acuerdo con la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), los numerosos medios de comunicación comunitarios a menudo carecen de frecuencias de difusión legales y son perseguidos de manera regular.
“Por eso me preocupa cuando el presidente [Andrés Manuel López Obrador] utiliza las mañaneras para criticar a los periodistas en un país donde es peligroso ejercer el periodismo. Entonces, sí hay mucha más libertad para ejercer el periodismo en México, pero el riesgo sigue siendo enorme”, señala Jorge Ramos.
Te recomendamos: Ocho de cada diez muertes de periodistas son crímenes premeditados: Reporteros Sin Fronteras
—¿Qué pasó por tu mente mientras eran agredidos en Venezuela?
—He tenido entrevistas malas donde los entrevistados se me paran, como con Evo Morales; donde el entrevistado se molesta por las preguntas, como Álvaro Uribe en Colombia; o que me envían a un guardaespaldas, como Fidel Castro y Donald Trump, y me sacan del lugar, pero nunca me habían robado las cámaras y nunca me habían robado las tarjetas de video.
“México no es Venezuela y López Obrador no es Hugo Chávez ni Nicolás Maduro. De México me sigue sorprendiendo cómo el presidente López Obrador —y su gobierno— no se atreve a criticar dictaduras como la de Venezuela, Cuba o Nicaragua; a menos de que haya un plan de convertir a México en sede de las negociaciones entre Maduro y la oposición, como sugirió el canciller [Marcelo] Ebrard”.
Lo anterior, respecto a la conferencia de prensa matutina del pasado 4 de junio de 2021 en la que, de acuerdo con la versión estenográfica consultada por este medio, el canciller de la Secretaría de Relaciones Exteriores del país fue cuestionado acerca de si México podría ser sede de negociación entre Nicolás Maduro y la oposición en Venezuela, a lo que él contestó no poder confirmar ninguno de esos datos porque “puedo poner en peligro procesos que son muy complejos”.
Sin embargo, lo que sí pudo decir es que la posición de México, desde el encuentro en Montevideo en 2019 fue hacer una negociación entre ambas partes y tratar de buscar acuerdos. Esa ha sido la postura de México todo el tiempo. Entonces, “todo lo que nosotros podamos hacer para contribuir a que se dé un diálogo y se encuentren acuerdos entre los venezolanos, lo haremos”, se lee en el documento.
Para Jorge Ramos, “eso es lo único que entendería para tratar de explicar ese silencio cómplice”, concluye. N