CRECÍ en Sídney, Australia, en un ambiente muy masculino. Siempre supe que era bisexual, pero solo tuve relaciones con hombres y recuerdo que me sentía muy reprimida. Me sentía sofocada de una manera que no me permitía expresar mi sexualidad abiertamente.
Fue cuando dejé Australia y me mudé a Whistler, en Canadá, cuando tenía 19 años, que me sentí capaz de ser un poco más abierta. Luego, cuando emigré a Londres en 2009, realmente empecé a sentirme libre. Pienso que alcancé una edad —tenía casi 29 años— en la que pensé: sé que soy bisexual y sé que deseo mujeres; necesito entrar en línea y ver si puedo hallar alguien. Siempre he tenido lazos increíblemente fuertes con mujeres, pero cuando viajé al extranjero fui capaz de explorar esos lazos de una manera sexual.
Por entonces la gente usaba sitios web como Craigslist o Gumtree para conocer parejas potenciales, porque las aplicaciones para tener citas no existían. Yo quería hallar una pareja porque estaba acostumbrada a tener sexo con hombres y deseaba mujeres. Pensé que tal vez me sería más fácil si una situación involucraba ambos sexos. Pero no tenía conocimiento en absoluto del poliamor como concepto. No creo que muchas personas tuvieran conocimiento de ello por entonces.
Pronto hallé un anuncio de una pareja que estaba casada y buscaban una muchacha con la cual relacionarse sexualmente y sociabilizar con ella. No quería decir necesariamente que sería cosa de una sola vez. Me reuní con esta pareja para una copa y nos llevamos bien de inmediato; hubo una química muy clara al instante. Decidimos que nos reuniríamos de nuevo, y cuando lo hicimos, tuvimos sexo. Fue maravilloso en realidad. Tal vez fue la primera vez que me sentí completa sexualmente.
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Pero la química era tan emocional como era sexual. Cuando digo que me sentía completa por entero, mucho de ello proviene de la parte emocional; proviene del sentir que me oían y sentían. La conexión entre los tres era maravillosa y los vi una y otra vez.
Por entonces estaba más o menos saliendo con otro hombre, pero en realidad no estaba tan interesada porque la química entre la pareja casada y yo era muy intensa. Después de tres meses de salir con la pareja, este otro hombre quiso llevarme en una cita de Londres a Nueva York. Recuerdo haber pensado que era una situación chiflada, pero sonaba divertido. Y como era libre de hacer lo que quisiera, me fui con él. Pero mientras estaba de viaje, me vi hablando por teléfono con la pareja todo el tiempo, y todos estábamos molestos. Caímos en cuenta: está bien, esto es real. Nosotros tres, yo y la pareja, tuvimos un momento en el cual entendimos que la relación era más seria. Pienso que esto sucede mucho alrededor de los tres meses.
Regresé de Nueva York y creció la relación con la pareja. Siempre pensamos que se agotaría después de un tiempo, pero terminamos juntos por tres años y medio. Fue grandioso e increíblemente intenso. Fuimos a algunas fiestas juntos, pero no dormimos con alguien más a menos de que lo hiciéramos como un trío. Dentro de la relación, a veces dormía solo con la esposa y a veces solo con el esposo, pero la mayoría de las veces éramos los tres. Y nunca hubo celos. La palabra “poliamor” proviene de la palabra griega para “muchos” y la palabra latina para “amor”, y yo creo que debes sentirte a salvo y segura dentro de ese arreglo de muchos amores.
Pero en el poliamor, como en cualquier otra relación, tienes que tener límites muy claros y comunicación muy transparente. La ruptura en las relaciones sucede, a menudo, por problemas de comunicación y límites. En perspectiva, pienso que el matrimonio de esta pareja había empezado a romperse y el esposo luego nos engañó a la esposa y a mí. Por entonces, toda esa situación fue devastadora. En mi mente yo era la novia y ellos estaban casados, así que debía ser yo quien se fuera. Pero todavía soy buena amiga de ambos, y la esposa y yo en realidad vivimos juntas y participamos en mi segunda relación poliamorosa.
MI VIDA DIO UNA VUELTA EN U
Ella y yo nos percatamos muy rápido de que, al ser bisexuales, todavía deseábamos hombres. Las citas por internet acababan de empezar y, de repente, se hizo mucho más fácil hallar hombres que estuvieran interesados en una relación poliamorosa. Nosotras éramos las partes principales de la relación, pero tuvimos tres amantes masculinos diferentes por seis u ocho meses cada uno, con unas cuantas pruebas y errores en medio. Era difícil hallar alguien que aceptara la situación y entendiera que éramos la pareja primaria y que no se inclinara más por una que por la otra. Mucha gente, a causa del constructo tradicional de una relación, se inclinaba por una mujer en particular.
Pero alrededor de tres años y medio después, a los 36 años, pasé por una etapa de mi vida en la que di una vuelta en U en mi carrera y decidí que quería una relación “tradicional”. Quería casarme y tener una vida más convencional. También estaba en una edad en la que empezaban a hacerme muchas preguntas: “¡Oh! ¿No estás casada?”, o “No tienes hijos, ¿no quieres hijos?”. Sentí muchísima presión social.
Así, dejé mi relación poliamorosa y cambié de carrera. Traté de tener relaciones convencionales con unos cuantos hombres, pero no funcionó. Me sentía sofocada y atrapada en esas relaciones, y no sentía esa completitud que sentía cuando era capaz de experimentar hombres y mujeres al mismo tiempo.
Ahora tengo 41 años y todavía duermo con hombres y mujeres. Comencé una aplicación para citas destinada a relaciones con mentalidad abierta. Sí tuve otra relación poliamorosa duradera con un hombre, que terminó a principios de 2021. También introducíamos mujeres en nuestra relación y él en verdad entendía que se trataba de amor y completitud. Nos separamos por razones muy diferentes, y todavía estamos un poco en un limbo con respecto a la relación. Pero sigo siendo buena amiga de él y de todas mis exparejas.
Mi familia nunca me ha juzgado ni tratado mal por mi sexualidad. Mi mamá lo acepta bien, al igual mi hermana. No discuto mis relaciones con mi hermano: él es muy conservador en ese sentido; soy su hermana pequeña y creo que él no quiere pensarme como alguien sexualmente abierta. Mi padre es más o menos igual: sabe definitivamente que soy poliamorosa y bisexual, pero él siempre describió a mi pareja femenina duradera solo como una “muy buena amiga”. Es solo su forma de comunicarse.
En realidad, no tengo contacto con las amistades con quienes crecí en Australia, pero todos mis amigos aquí en Londres en los últimos 12 años lo han aceptado de manera increíble. Desde mi perspectiva, el poliamor es 100 por ciento más aceptado de lo que solía serlo cuando me embarqué por primera vez en una relación poliamorosa. Por ejemplo, ahora hay definiciones muy nítidas de lo que es poliamor, relaciones monógamas o intercambio de parejas, y esto ha traído más aceptación. Obviamente, juzgo esto a partir de mi experiencia, y vivo en Londres. Por supuesto, hay zonas del mundo donde esto es muy diferente y las relaciones y la sexualidad no tradicionales no se abrazan tan abiertamente.
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Pienso que en parte es por ello que yo y mi socia comercial creamos una plataforma de citas para personas con mentalidad abierta, para abrazar la sexualidad. Me sentí reprimida por muchísimo tiempo. Me tomó mucho tiempo ser abierta sobre mi bisexualidad y sentirme cómoda comunicando que me gusta el sexo.
Siempre habrá quien te critique. Hablo sobre mi sexualidad abierta, pero también soy muy sensible. Nadie quiere ser juzgada o criticada por ser ellas mismas, sobre todo cuando no lastimas a nadie. Pero pienso que la sociedad está cambiando y el conversar más sobre estos temas propicia aquello.
Por supuesto, este año ha sido doloroso porque sufrí un rompimiento. Soy una persona muy apasionada y emocional, por lo que sí siento cosas, pero no me arrepiento de nada. Soy feliz con todas las decisiones que he tomado en mi vida. N
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Gillian Myhill es cofundadora de la aplicación de citas BARE. Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad de la autora. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.