PATRICIA Betanzos, psicóloga de Médicos Sin Fronteras (MSF), atiende desde hace casi dos años a personas solicitantes de asilo en Matamoros, Tamaulipas, en el norte de México. Ella asegura que las mujeres han sufrido violencia sexual en la ruta hacia Estados Unidos, además de cargar con el miedo de ser secuestradas o con la responsabilidad completa del cuidado de sus hijas e hijos.
Todos estos factores, sumados a la desgastante espera, impactan su salud mental, quitándoles, a algunas, las ganas de vivir.
—¿Cuál es la situación actual de las personas migrantes que esperan en Matamoros?
—Ha habido un gran impacto desde que el nuevo presidente de Estados Unidos anunció el cambio de las políticas para solicitar asilo*. La mayoría piensan que va a cumplir con el compromiso que hizo de darles la oportunidad de reunificarse con su familia. Esto ha favorecido su estado de ánimo. Vuelven a tener ilusión y esperanza de poder cumplir con las metas que tienen y el propósito por el cual salieron de su país: buscar seguridad, mejorar su situación económica o reunirse con su familia.
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—¿Cómo han impactado las bajas temperaturas en la salud de las personas que duermen, sin protección, en tiendas de campaña o en la calle?
—Yo me sorprendo porque todas estas personas son muy resilientes. Creo que en estos días han pasado mucho frío, teniendo en cuenta que son carpas de plástico, están a la intemperie y realmente no cuentan con las cobijas o la ropa adecuada. Y pensar que dentro de esta población puedes encontrarte desde bebés recién nacidos hasta personas de la tercera edad. Hemos identificado problemas respiratorios, que tratan de curar con remedios caseros o asistiendo a nuestra consulta médica, pero no es tan constante porque tienen miedo a ser aisladas.
—¿Cómo están las mujeres?
—Son más vulnerables. Podemos ver a muchas solas o acompañadas por sus hijos e hijas. Entonces no solo tienen que hacerse responsables de ellas, sino también de sus niños y niñas. Ellas están expuestas a diferentes riesgos, como ser secuestradas o violentadas sexualmente. Esto, sumado a la carga del cuidado para cubrir las necesidades más básicas, las deja mucho más vulnerables.
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—¿Qué riesgos han identificado en las mujeres migrantes?
—Ellas son muy conscientes de que al salir de su país se van a encontrar con probables eventos de violencia sexual, también llegan a ser testigos de violencia, asesinatos o amenazas. Tienen miedo a ser secuestradas o reclutadas de manera forzada por grupos armados dentro de su país o fuera. Se enfrentan, además, a la discriminación.
—¿Cuál es el proceso psicológico que lleva a cabo MSF para tratar a las mujeres migrantes que se acercan?
—Desde que las personas comenzaron a asentarse en el campamento, hemos trabajado a nivel comunitario y clínico. Hablamos de la importancia que tiene la atención en salud mental para que estén al tanto de las posibles reacciones psicosomáticas que pueden tener ante eventos que se tornan difíciles para ellas, como son los dolores de cabeza constantes, los dolores de espalda o los problemas para conciliar el sueño. Si no tienen apetito o solo se alimenten una vez al día, les decimos que no es normal.
“Cuando ya lo saben, comienzan a poner atención a estos síntomas, y ya cuando se acercan les platicamos que somos una organización internacional, que promovemos un ambiente de confianza para ellas, lo que las favorece. A nivel clínico se realizan intervenciones individuales o familiares, y cuando identificamos personas que ya han desarrollado trastornos psiquiátricos, les ofrecemos acceso a tratamiento farmacológico”.
—¿Cuáles son los diagnósticos que han identificado en las mujeres?
—Hablaría de tres trastornos importantes que hemos estado trabajando: el primero es el estrés postraumático; es decir, después de un evento de violencia inesperado se desencadenan muchas reacciones en su cuerpo y en su estado de ánimo. Por otro lado, estas mujeres ya tienen más de un año esperando, entonces hay muchas cuestiones que las oprimen y que las preocupan, y algunas las llevan hasta un estado depresivo. Lo detectamos cuando hay una desesperanza, falta de interés en realizar sus actividades diarias, como levantarse, hacer el desayuno o prender el fuego. Actividades que reflejan la falta de ánimo, fatiga o pérdida de energía para realizarlas.
“El insomnio o la hipersomnia se hacen constantes todos los días. Hemos detectado casos en los que ellas ya no quieren vivir, porque se torna muy difícil la situación y ya no encuentran sentido a sus vidas. Se complica más, no solo la estancia dentro del campamento, sino también la situación familiar en sus países. Al no encontrar salida vienen esos pensamientos de muerte, donde algunas de ellas ya no tienen la esperanza o la ilusión de que pueda mejorar su futuro. Igual es importante mencionar que también está relacionado con la espera tan larga que han tenido que afrontar en el campamento.
—¿Qué tipo de duelos acarrean estas mujeres?
—En cuestión de duelo es más relacionado con la separación y cambio de vida. El hecho de salir de su país, perder su hogar, porque tenemos que ver el duelo no solo como la pérdida de una persona, sino la pérdida de algo, y ellas han perdido su lugar de origen, su casa, sus familiares, creo que se enfrentan constantemente a esto, al darse cuenta de las necesidades que tienen dentro del campamento y al recordar que en algún momento tuvieron estabilidad económica y seguridad con su familia. Estas mujeres, en su mayoría, son profesionales, sin embargo, perdieron esa identidad. A mí me impresiona cuando estoy hablando con ellas y les pregunto su nivel de escolaridad, algunas de ellas me dicen que son enfermeras o médicas.
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—¿El rol de cuidadoras afecta su salud?
—Sí, claro. Porque estas mujeres no solamente tienen que estar al cuidado de sus hijas e hijos, dándoles de comer, lavando la ropa o manteniendo limpia la carpa. También tienen que buscar leña para prender sus fogones, traer agua y trasladarse a los lavaderos.
—¿Hay más riesgo de que sufran violencia sexual?
—Desafortunadamente sí, en las distintas formas de violencia sexual (violación, abuso, acoso), no solo en un evento, pues están más expuestas a distintas formas, como la trata de blancas, intercambio de sexo, prostitución, esto debido a distintos factores, como la necesidad económica, el desconocimiento de sus derechos, viajar solas, grupos del crimen organizado las ven como blanco fácil.
“Sin embargo, la violencia sexual sigue siendo un tabú, son pocas las mujeres y hombres que lo hablan, muchas de las mujeres saben que durante el trayecto hacia la frontera estarán expuestas y vulnerables a sufrir estas situaciones. En cuanto a la violencia sexual, nosotros dentro del campamento no hemos tenido casos menores de 72 horas del evento, pero sí hemos atendido mujeres que han referido ser sobrevivientes de violencia sexual en el trayecto tras salir de su país. Lamentablemente, cuando ellas nos comentan esta situación ya han pasado más de 72 horas y no se les ha brindado atención médica completa.
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—Y con respecto a su salud sexual y reproductiva ¿qué actividades realizan?
—Les brindamos información para darles la apertura de asistir a consulta, en donde la médica les brinda la información necesaria. Hay mujeres que llegan solas o con sus hijos y son abordadas por otros hombres de su mismo país u otros. Como no tienen el hábito, conocimiento o libertad de elegir algún método para evitar algún tipo de embarazo no deseado, han aumentado los casos de embarazos.
“En 2020, en el proyecto de Reynosa y Matamoros, MSF realizó 2,126 consultas médicas y 2,547 consultas de salud mental a mujeres. También es importante resaltar que el 85 por ciento (106) de casos de sobrevivientes de violencia sexual que hemos atendido son mujeres”.
—¿Qué has aprendido de estas mujeres?
—Son mujeres con una fuerza a reconocer. La lucha de ellas es diaria. Tienen que mantenerse fuertes para sus hijos y para ellas mismas. Ellas buscan ayuda profesional para sanar esta cuestión emocional. Eso nos brinda cierta tranquilidad, porque, aunque siendo tan valientes, también tienen la necesidad de recibir ese acompañamiento. Las invito a hacer una revaloración, para que se miren desde el primer día que llegaron a consulta y reconozcan sus avances. Es impresionante porque se refuerzan sus capacidades y este anhelo de seguir viviendo y luchando.
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—¿Cuál es tu mensaje para este 8 de marzo?
—Todas las mujeres tienen la libertad de elegir, de buscar una mejor vida, de no sentirse culpables por las veces que lo han intentado y no han podido. Siempre habrá mujeres que ayuden a otras mujeres para que puedan seguir adelante.
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*El 19 de febrero, el gobierno de Estados Unidos anunció la apertura de la frontera para la recepción de solicitudes de asilo de manera gradual. MSF recuerda que son miles los migrantes y solicitantes de asilo en la frontera y el resto de México que siguen abandonados a su suerte o la espera de su resolución.
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Desde diciembre de 2018, MSF ha atendido a población migrante en la ciudad de Matamoros. Al principio contó con actividades psicosociales para población retornada de Estados Unidos durante los meses altos de deportación. A partir de agosto de 2019, que se implementó el Protocolo de Protección a Migrantes (MPP) en Matamoros, MSF integró un equipo médico, psicológico y de trabajo social en el área del campamento improvisado de los solicitantes de asilo. N
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Laura Panqueva Otálora es jefa de comunicación de Médicos Sin Fronteras para México y Centroamérica.