EL MOVIMIENTO integrista de los talibanes le pidió al presidente Joe Biden que continúe con el histórico acuerdo de paz al que llegaron su predecesor y la corriente islamita afgana, ello en medio de preocupaciones porque la nueva administración estadounidense reconsidere el acuerdo.
Donald Trump firmó el histórico acuerdo en febrero pasado y prometió retirar las tropas de la guerra más prolongada en la historia de Estados Unidos a cambio de la paz y compartir el poder entre el gobierno en Kabul, reconocido internacionalmente, y los talibanes, conocidos oficialmente como el Emirato Islámico de Afganistán.
La violencia en curso y las disputas políticas persistentes han suscitado un grado de escepticismo sobre el acuerdo tanto en casa como en el exterior, pero los talibanes siguen firmes en su apoyo al pacto.
“La meta es la independencia del país y la estabilidad de la paz”, dijo Mohammad Naeem, portavoz de los talibanes, en una declaración enviada a Newsweek. “El acuerdo alcanzado entre el Emirato Islámico y los Estados Unidos de América es el mejor medio para esto”.
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Aun cuando Biden también ha ofrecido apoyo a una salida en Afganistán, él y sus funcionarios también han insinuado algunas reservas para con el acuerdo que heredaron hace menos de una semana. Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional, discutió el asunto el viernes con su par afgano, Hamdullah Mohib.
Sullivan “subrayó que Estados Unidos apoyará el proceso de paz con una acción diplomática sólida y regional, la cual buscará ayudar para que los dos bandos logren un acuerdo duradero y solo político y un cese al fuego permanente”, según un comunicado de la Casa Blanca.
El mensaje anunció que la administración de Biden revisará el acuerdo de paz firmado hace casi un año.
“[Sullivan] también dejó en claro que la intención de Estados Unidos de revisar el acuerdo de febrero de 2020 entre Estados Unidos y los talibanes incluye el evaluar si los talibanes cumplían con sus compromisos de cortar sus nexos con grupos terroristas, de reducir la violencia en Afganistán y de comprometerse en negociaciones significativas con el gobierno afgano y otras partes interesadas”, decía la declaración.
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Después de la llamada, Naeem reiteró el compromiso de su grupo y enfatizó la necesidad de que la nueva administración también muestre el suyo.
“Todos deben respetar lo que prometieron en el acuerdo”, comentó Naeem a Newsweek. “Por nuestra parte, estamos comprometidos con lo que prometimos, y queremos que el otro bando también respete lo que se prometió en el acuerdo. Con esto podemos llegar a la meta deseada”.
En cuanto al gobierno afgano, la posibilidad de que Estados Unidos revise el cumplimiento de los talibanes del acuerdo de paz fue bien recibida por altos funcionarios.
Mohib dijo que “reafirmaba que Afganistán continúa comprometido con nuestra sociedad fundamental con Estados Unidos y trabajaremos de cerca juntos en seguridad, paz, contraterrorismo y compromiso regional”, durante su llamada con Sullivan.
“Aceptamos trabajar por un cese al fuego permanente y una paz justa y duradera en un Afganistán democrático capaz de preservar las ganancias de las últimas dos décadas, protegiendo los derechos de todos los afganos, y continuar con las reformas”, expresó Mohib en una declaración.
“LOS TALIBANES NO CUMPLIERON CON SUS COMPROMISOS”
Sediq Sediqqi, viceministro del interior para estrategia y política de Afganistán, tuiteó el viernes que el acuerdo de paz “hasta ahora no cumplió con la meta deseada de ponerle fin a la violencia de los talibanes y traer el cese al fuego deseado por los afganos. Los talibanes no cumplieron con sus compromisos”.
Al día siguiente, Abdullah Abdullah, presidente del Alto Consejo Afgano de Reconciliación Nacional, se reunió con Ross Wilson, diplomático estadounidense ante Afganistán, y Scott Miller, general del ejército estadounidense y comandante del Apoyo Resuelto de Operaciones de la OTAN, para discutir “opiniones sobre el proceso de paz, la segunda ronda de conversaciones y los desarrollos en política y seguridad más recientes en el país”, tuiteó Abdullah.
Al contactarlo para que comentara, Roya Rahmani, embajadora afgana ante Estados Unidos, le refirió a Newsweek su artículo de opinión publicado el martes en The Washington Post.
“Se ha hecho un progreso importante por la paz, pero Afganistán ha experimentado niveles sin precedentes de violencia desde que se firmó el año pasado el acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes. Aun cuando hay negociaciones de paz en curso en Doha, Catar, el pueblo afgano no ha visto la paz manifestarse en su suelo”, escribió Rahmani.
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“Sabemos que el proceso de paz es precisamente eso, un proceso, y debemos tener paciencia”, continuó. “Pero también debemos recordar cuánto está en juego en estas negociaciones. Todos los días, hombres, mujeres y niños viven con miedo de perder sus derechos, su democracia o incluso sus vidas”.
La embajadora afgana añadió que “la administración de Biden tendrá que lidiar con esta cruda realidad cuando formule su política en Afganistán, y la fecha límite para tomar una decisión se acerca rápidamente”, y señaló mayo de 2021 para la salida total de las tropas estadounidenses.
“Dado que las condiciones se han violado en repetidas ocasiones, Estados Unidos ahora debe decidir cómo proceder”, agregó.
Biden se ha convertido en el cuarto presidente estadounidense que ha supervisado las operaciones militares en Afganistán, un conflicto que ahora cumple 20 años. Iniciado después de los ataques del 11/9 de 2001, la guerra encabezada por Estados Unidos diezmó al régimen talibán, acusado de albergar milicianos de Al-Qaeda, pero suscitó una insurgencia en represalia, la cual ha recuperado grandes porciones de la nación en años posteriores.
Al-Qaeda se formó en Afganistán en la década de 1980, durante la guerra allí entre los soviéticos y los muyahidines rebeldes, que recibieron apoyo de la CIA. La victoria de los insurgentes llevó a facciones en conflicto y la formación de los talibanes en la década de 1990, quienes dominaron la lucha por el poder durante el cambio de siglo.
Entre los principios fundamentales del acuerdo de paz del grupo con Estados Unidos está que a Afganistán nunca más se le permitirá ser usado como refugio de organizaciones extranjeras designadas como terroristas, como Al-Qaeda o el grupo miliciano Estado Islámico, que también ha establecido una celda yihadista local, conocida como ISIS-Khorasan.
El grupo, también llamado ISIS-K, se ha visto implicado en una serie de eventos sangrientos durante una racha reciente de violencia, de la que algunos funcionarios también han culpado a los talibanes. Se han cometido ataques recientes contra funcionarios del gobierno, las fuerzas de seguridad, civiles y mujeres de diferentes profesiones, incluidas juezas, periodistas e intelectuales.
TALIBANES LIBERADOS Y REINCIDENTES
Dos juezas de la Suprema Corte de Afganistán fueron acribilladas la semana pasada en la capital por asaltantes en un ataque aún no reivindicado y del cual los talibanes han negado toda responsabilidad.
El problema de los prisioneros también provoca tensiones entre facciones afganas rivales. La administración del presidente afgano, Ashraf Ghani, ha liberado a más de 5,000 talibanes detenidos a cambio de alrededor de 1,000 miembros de las fuerzas de seguridad bajo custodia de los rebeldes.
Mohib le reveló a la prensa local el domingo que hasta 600 miembros de los talibanes fueron arrestados de nuevo, supuestamente por unirse otra vez a las filas del movimiento armado.
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Mientras tanto, otras naciones también han aumentado su involucramiento en el futuro político de Afganistán. Shah Mahmood Qureshi, ministro del Exterior de Pakistán y cuyo país es un actor clave para facilitar la diplomacia con los talibanes, instó a la administración de Biden el sábado a comprometerse con el acuerdo de paz existente como lo planteó Trump, y el martes llegó una delegación de los talibanes para conversaciones en Irán, un rival de Estados Unidos que también pide una retirada puntual de los militares estadounidenses en Afganistán.
El Ministerio del Exterior afgano hizo declaraciones públicas en respuesta a ambos eventos y expresó su aprecio por “las acciones de todas las partes que apoyan sinceramente el proceso de paz afgano”, a la par que criticó a los talibanes por supuestamente no respetar el acuerdo.
“Esperamos que los talibanes cumplan con las demandas legítimas del pueblo afgano de detener el derramamiento de sangre y asegurar una paz duradera, y respetar la solicitud rotunda de los países de la región y el mundo de asegurar un cese al fuego y llegar a un acuerdo de paz amplio a través de un diálogo significativo y honesto”, dijo el ministerio el martes. “Los talibanes necesitan saber que su manera actual de continuar la guerra y el derramamiento de sangre son odiados ampliamente tanto por Afganistán como por la región y el mundo”.
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Irán, Rusia y China han rechazado las acusaciones estadounidenses de apoyo directo a los talibanes durante la presidencia de Trump. Biden discutió los “informes de Rusia y ofreció recompensas por soldados de Estados Unidos en Afganistán” y otras pareas de fricción entre Washington y Moscú durante una llamada el martes con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Biden ha sugerido un enfoque de política exterior que asuma con más prontitud conversaciones con los aliados y socios de Estados Unidos alrededor del mundo. Al mismo tiempo, ha usado un lenguaje que imita el de Trump, quien anunció una retirada de las tropas estadounidenses hasta 2,500 en sus últimas semanas en el puesto.
“Biden le pondrá fin a las guerras eternas en Afganistán y Oriente Medio que nos han costado inmensurablemente en sangre y tesoro”, declara el sitio web oficial del presidente estadounidense. “Como lo ha argumentado desde hace mucho, Biden traerá a la gran mayoría de nuestras tropas de vuelta a casa desde Afganistán y enfocará estrechamente nuestra misión en Al-Qaeda e ISIS”. N
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek