Casi la mitad de la población en Baja California depende del sistema de salud pública, que desde marzo pasado, lucha por combatir la pandemia. Mientras, las cirugías y atenciones de especialidades siguen suspendidas.
Desde que llegó la pandemia a Baja California, quienes tienen otras necesidades médicas han visto afectadas su salud y bienestar. Alrededor de 7 mil 500 cirugías han sido suspendidas desde marzo y lo mismo sucedió con las consultas externas, aquellas que son para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades con especialistas.
Estos pacientes deben esperar a que termine la emergencia sanitaria o pagar miles de pesos para tratarse en clínicas privadas, y para aquellos que perdieron sus fuentes de ingreso no es opción.
Claudia tiene menos del 30 por ciento de movilidad de su brazo izquierdo y aunque debería estar incapacitada, en mayo regresó a trabajar.
Es derechohabiente del Instituto Mexicano del Seguro social (IMSS), pero no puede renovar su incapacidad porque necesita un nuevo estudio clínico para ser revalorada.
“Necesito un nuevo dictamen para que se haga una extensión, para que me manden a mi casa, seguir con mi terapia y reposar, como parte de mi recuperación”, comenta.
Para el dictamen se necesita un estudio de electromiograma, que mide la actividad muscular.
El IMSS en Ensenada, donde ella vive, no cuenta con este servicio pero antes de la pandemia lo proporcionaba un particular, quien tuvo que suspenderlo por la contingencia.
“Todos los estudios están cancelados, tengo que esperarme a que se restablezca todo esto”, dice Claudia, quien trabaja como operadora de ensamblaje en una fábrica que elabora cerraduras para las puertas de hospitales y que hoy se considera esencial.
Su lesión ocurrió a finales del año pasado en su trabajo y hace cuatro meses fue operada en el Hospital General 8 de Ensenada, que hoy da atenciones de forma exclusiva a pacientes con COVID-19, a raíz del plan nacional de reconversión hospitalaria.
Un total de cuatro hospitales del IMSS fueron reconvertidos y tres más del Instituto de Servicios de Salud (ISESALUD) en Baja California.
En estos se ofrecen la mayoría de las especialidades médicas, como pediatría, ginecología y medicina interna, que se conocen como atenciones de nivel 2, además de cirugía cardiovascular y neurocirugía, servicios de nivel 3.
El 46 por ciento de la población en Baja California no cuenta con algún régimen de seguridad social, y depende de los servicios que proporciona ISESALUD, a través de los hospitales generales de Tijuana, Mexicali y Ensenada, hoy reconvertidos en hospitales COVID.
Solo en las instituciones a cargo de ISESALUD, se realizaban al mes cerca de 2 mil 500 cirugías electivas, aquellas que no se consideran urgentes.
Sin embargo existe una evolución natural de las enfermedades y lo que hoy no es urgente puede complicarse. En casos como el de Claudia ya existe un impacto en su calidad de vida.
Las enfermedades suelen presentar una evolución a los 100 días después del primer síntoma, según Miguel Ángel Díaz Mariscal, Académico Especialista de Urgencias y Cirugía de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC).
Pero dice que cada caso es particular y dependerá de cada paciente.
“Hay gente que tiene 15 o 20 años, toda su vida con una enfermedad y que es candidata a una cirugía electiva”, detalla.
La solución del sistema de salud pública ha sido definir el riesgo-beneficio, para evaluar cada caso.
“Hay varios factores como el tipo de sangre, si es diabético, si tiene un problema respiratorio”, agrega.
El Hospital General de Tijuana (HGT) proveía atención a personas con enfermedades crónico degenerativas, derrames cerebrales, retinopatía diabética e insuficiencia renal, entre otras.
Era el único hospital en el estado que realizaba operaciones de nivel tres, como cirugías cardiovasculares pediátricas y cardiopatías congénitas como los soplos del corazón. Realizaba mil 500 cirugías electivas anuales, además de 4 mil consultas con especialistas, que desde marzo han sido canceladas.
“Nada más imagínate dónde está toda esa gente. Es en la que se tiene que volver a pensar”, opina Alberto Reyes Escamilla, director del Hospital General de Tijuana.
“El día que nos avisaron de la reconversión del Hospital, tuvimos que trasladar a los 200 pacientes que ya teníamos aquí. Fue un reto pero se hizo, y toda la cirugía electiva se tuvo que esperar. A esa gente es a la que tenemos que atender, a la que se quedó pendiente”, detalla.
El Secretario de Salud en Baja California, Alonso Pérez Rico, asegura que no van hacer cirugías electivas ni consulta externa hasta que se tenga la certeza que el COVID-19 no es un foco de infección.
Al preguntarle cuánto más podría extenderse la suspensión de estos servicios, contestó que dependerá del número de pacientes en las clínicas de fiebre y de hospitalizados, además de la estimación de cuántos pacientes tendrán las siguientes tres semanas.
En transmisiones, Pérez Rico ha dicho que la mayoría del país posiblemente llegará al color verde, en el semáforo epidemiológico, cerca del mes de octubre.
Cuando se presente la oportunidad de sanar el rezago, no se realizarán jornadas ni aglomeraciones para evitar un contagio masivo, detalla el secretario.
“Estamos hablando de un ejercicio de meses para poder regularizar todo lo que suspendimos”.
Entre las razones que llevaron a posponer y cancelar las operaciones electivas está el riesgo de infección que representa para los pacientes, pues sus defensas bajan luego de una intervención quirúrgica, según Miguel Ángel Díaz Mariscal, especialista de Urgencias y Cirugía.
Es más probable que una persona pierda la vida si fue intervenida y se contagia de COVID-19. El riesgo puede aumentar hasta un 60 por ciento.
Por esa razón, a los pacientes que requieren de una intervención de urgencia se les hace una prueba antes de la cirugía para detectar si tienen el coronavirus.
Don José González, de 65 años, es uno de los miles de bajacalifornianos que esperan atención de salud por padecimientos que no son el virus.
A finales de junio visitó tres hospitales generales en menos de una semana por una hernia inguinal.
“Un martes lo operaron y el miércoles me dijeron que me lo llevara a casa. Le pusieron una bolsa de colostomía, pero hoy tuve que regresar porque al parecer no lo cocieron bien, se le abrió la herida. Hablé al 911 y me dijeron que buscara la manera de llevarlo yo”, describe la hija de don José González, mientras lo espera afuera del Hospital General de Rosarito.
Aunque estas atenciones no se consideran urgentes, hay padecimientos que causan dolor y llegan a complicar las actividades diarias de las personas.
En su regreso a la fábrica, Claudia, la operadora de ensamble que perdió parcialmente la movilidad de su brazo izquierdo, fue cambiada a un departamento de menor producción, donde se las ingenió para solo usar su brazo derecho.
“Me pusieron en una máquina donde pongo un soporte. En mi brazo izquierdo, el malo, hago una bola de papel debajo de la botonera para que se accione la máquina al tocarlo y poder recargar mi mano. Así evito levantar mi brazo porque es cuando más me duele”, cuenta.
Los hospitales privados podrían ser una alternativa para estos pacientes, pero los servicios hospitalarios y médicos especializados suelen ser costosos.
Sentado en una banqueta del Hospital General de Rosarito, el señor Martín espera noticias sobre su hija que ingresó hace seis horas porque dará a luz.
La sobreocupación en este hospital, que también atiende a Tijuana, le llevó a considerar otras opciones, pero salían de su presupuesto.
“Una clínica particular cobra como 20 mil pesos por el parto, si tuviera el dinero hubiera llevado a mi hija, pero la situación ahorita es más difícil”, explica.
Ricardo es otra persona que no cuenta con esos recursos.
Llegó un viernes por la noche al Issstecali con unos estudios en la mano por un posible infarto a causa de insuficiencia renal, según estudios realizados en el Hospital México.
En su consulta en el Issstecali tosió y le negaron la atención.
Su doctora pidió mandarlo a cuarentena por síntomas de COVID-19.
“Nada más porque son muy costosos los estudios y la hospitalización en un privado”, explica una familiar de Ricardo.
Para el doctor Miguel Ángel Díaz, una solución sería llevar las operaciones electivas a clínicas pequeñas donde la posibilidad de contagio se reduce.
Así se minimiza el riesgo de un posible contagio de COVID-19.
Otra de las alternativas para sanar el rezago es la reconversión de los hospitales generales como NO COVID y que se brinde atención en hospitales pequeños a los nuevos pacientes infectados de coronavirus, explica el secretario de Salud.
”Entiendo perfectamente que el COVID llega a Baja California en una situación no óptima en el sistema de Salud, pero no nada más es de ahorita, es de años así. Hicimos todo lo que pudimos, procuramos y a la fecha no hemos caído. Ya vamos a franco descenso”, dice Pérez Rico.