El 1 de junio, cuando regresamos a la nueva normalidad, comenzamos a mover la economía. En ese sentido, una parte fundamental que requiere atención inmediata es el almacenamiento de combustibles. Porque en Estados Unidos y en el resto del mundo este asunto ha estresado las economías ante la contracción de la demanda.
Nuestro vecino del norte tuvo, al cierre de mayo, alrededor de 255 millones de barriles de gasolina en Terminales de Almacenamiento y Reparto (TAR). En México, de acuerdo con un reporte de la Secretaría de Energía (Sener), existen 8 millones de barriles de gasolina, lo que equivale a diez días a una demanda de 780,000 barriles diarios.
La capacidad de almacenamiento a escala nacional es de 21.6 millones de barriles, de los cuales se utilizan alrededor del 30 o 40 por ciento en promedio.
En México son necesarias más inversiones para la construcción de nuevas Terminales de Almacenamiento y Reparto, sobre todo ante el fin de la vida útil de algunas que pertenecen a Pemex y ante la contracción económica en los próximos meses, pues habrá un presupuesto reducido para la empresa en los siguientes años.
Ante un mercado abierto, empresas como BP, ExxonMobil, Shell y Valero, que actualmente cuentan con permisos de importación de petrolíferos, podrán ingresar inversión para fortalecer la infraestructura de México que pueda asegurar una estrategia de largo plazo.
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Estas empresas tienen como premisa la reducción de costos de distribución, lo que permitirá ofrecer precios más competitivos, así como inversión en México en miles de millones de dólares, de aquí al 2023 en terminales e infraestructura de logística eficiente.
Hasta noviembre de 2019 había un total de 122 permisos de almacenamiento de petrolíferos. De estos, la empresa del Estado actualmente cuenta con 78, mientras que 44 son privados.
En un mercado parcialmente abierto, el negocio de los combustibles no está en las estaciones de servicio: deriva en la forma como se almacena y realiza el mezclado en dichas terminales.
El combustible que venden en la bomba y es adicionado en México es diferente en cada marca que hay en el mercado debido a que cada comercializador o distribuidor lo vende según los aditivos que adicionan en el mezclado, en conformidad con las normas mexicanas.
En los últimos años, en México la demanda promedio de gasolina es de aproximadamente 780,000 barriles por día. El 20 por ciento es producido por las refinerías de México y el 80 por ciento proviene de la importación. Esto representa alrededor de 624,000 barriles diarios; 500,000 barriles (80 por ciento) de combustible son importados por Pemex y 124,000 barriles (20 por ciento) por privados. Esto indica que existe un mercado potencial que requiere de inversión.
El almacenamiento de gasolina ha aumentado por la construcción de infraestructura, lo que hace posible acumular de 7.5 a 8 millones de barriles totales de gasolina cruda, cuya mayor parte proviene de la importación. Es ahí donde existe un mercado de “aditivación” que está en crecimiento, con base en la calidad de los combustibles en las estaciones de servicio conforme a la normatividad vigente.
La entrada del T-MEC podría dar lugar a una disminución de aranceles en las importaciones de aditivos, petrolíferos y materiales que mejoren la calidad del combustible, así como dar acceso a patentes y adelantos tecnológicos que ayuden a mejorar el costo para consumidor.
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El negocio de PEMEX no está en las bombas de servicio, sino en la venta de combustibles en las TAR. Hoy, ante el COVID-19, se reafirma este concepto de mejorar la rentabilidad de la empresa en conjunto con el mercado. Con base en lo reportado por Pemex el mes de abril, se observa una contracción del 48 por ciento en las ventas de gasolina de marzo a dicho mes, derivado de la reducción de la demanda nacional, que fue del 30 por ciento.
Al cierre de 2019 había alrededor de 70 proyectos de almacenamiento con capacidad nominal total de 45.5 millones de barriles e inversión total estimada de 4,000 millones 640,000 dólares focalizados en 22 estados.
Empresas como IEnova, Howard y Valero han apostado a invertir en México en almacenamiento y bajo una perspectiva de poder enviar combustibles desde sus refinerías o la compra del mercado internacional o nacional.
El almacenamiento de combustible es una prioridad para el país ante la nueva normalidad para hacer frente ante las actuales posiciones de los países para evitar que sus economías colapsen.
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía.