A medida que la COVID-19 se disemina por todo el mundo, dejando a su paso decenas de miles de afectados en más de 150 países y territorios, la pandemia del nuevo coronavirus empieza a transformarse no solo en una crisis para la salud pública, sino también para la economía. De modo que, si tienes la fortuna de no enfermar, te aseguro que tu billetera sufrirá. Y mucho.
De hecho, es enteramente posible que ya haya empezado a sentir algunos malestares. Las únicas interrogantes críticas son cuánto padecerá y cuánto más se agravará.
Por ejemplo, quienes ahorran para la jubilación y otros objetivos a largo plazo han visto que, en cuestión de unas pocas semanas, el valor de las acciones de sus planos de retiro y pensión ha caído un promedio de 30 por ciento.
Cualquiera que tenga un pequeño negocio local o que labore en aerolíneas, hoteles, restaurantes, gimnasios, estadios deportivos, y salas de cine/teatro (sobre todo, los que trabajan por turnos) habrá recibido un fuerte golpe en el ingreso, toda vez que los consumidores dejan de consumir y la vida pública empieza a verse limitada a instancias de funcionarios gubernamentales y expertos en salud. Entre tanto, día a día aumenta el listado de conferencias, eventos y proyectos empresariales postergados o hasta cancelados.
Aun cuando la Reserva Federal de Estados Unidos hace esfuerzos para inyectar dinero en la economía y mantenerla a flote, y el gobierno de Washington ha propuesto un paquete de estímulo por un billón de dólares, los economistas de Goldman Sachs, JP Morgan Chase, Morgan Stanley y muchas otras instituciones consideran que, a estas alturas, es inevitable que Estados Unidos entre en una recesión. Es más, ya empiezan a surgir los primeros indicadores: en febrero, las ventas minoristas sufrieron la mayor caída en un año; y se espera que el cobro de beneficios por desempleo se dispare a mediados de marzo, antes que la economía estadounidense pueda reflejar las medidas para contener el virus.
Si bien no es conveniente que te dejes llevar por el pánico, es muy razonable que te preocupe el posible impacto de la pandemia tanto en el bienestar físico como en tu salud económica, y que empieces a prepararte tanto como sea posible para lo que está por llegar. Esto es lo que necesitas saber y lo que te conviene hacer.
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APUNTALA TUS FINANZAS
Mediante una andanada de tuits, gráficos y diatribas, asesores y expertos financieros insisten en que, a pesar de la caída del índice S&P 500, tenemos que abstenernos de vender nuestros activos en planes de jubilación, y también advierten que no cambiemos de planes de inversión solo porque las acciones se han desplomado. Me parece un buen consejo, porque es casi imposible comprar y vender acciones justo en el momento más oportuno, además de que numerosos estudios han demostrado que quienes lo hacen, terminan ganando mucho menos y hasta llegan a perder dinero.
Ahora bien, aunque dejes de ver las noticias y te resistas a la tentación de consultar el estado de tu cuenta de inversiones, las recesiones de mercado son cada vez más difíciles de ignorar cuando amenazan con llegar acompañadas de una recesión, alto desempleo y fuertes presiones en tu balance personal.
Los más vulnerables no son quienes supones: los jóvenes a punto de graduarse e iniciar sus carreras, y las personas mayores que están por jubilarse. Un artículo reciente del Centro para Investigaciones en Jubilación de Boston College, halló que los boomers más jóvenes (quienes hoy cuentan entre 55 y 60 años) han ahorrado mucho menos en sus planes de jubilación y pensión que los boomers más grandes; en parte, porque muchos quedaron desempleados durante la crisis financiera de 2008, y cuando reingresaron en la fuerza de trabajo, solo pudieron conseguir empleos que ofrecían salarios más bajos. Es decir, cuando eran cuarentones y estaban en camino a lo que debían ser sus años de ingresos máximos, los boomers más jóvenes perdieron impulso y nunca lograron recuperarse de la Gran Recesión, a pesar de que, a partir de ese periodo, la economía tuvo una expansión histórica y dio inicio la bonanza del mercado de valores.
Por desgracia, casi todos tenemos algo de qué preocuparnos frente a la economía actual. Estas son algunas sugerencias para que pongas en marcha tu plan de contingencia financiera.
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Incrementa tu fondo de emergencia. El momento perfecto para fortalecer agresivamente tu fondo de emergencia es cuando sabes que estás por enfrentar una emergencia real. Como la de ahora. Expertos en finanzas recomiendan que tengas una cuenta de ahorros en la que debes mantener lo necesario para hacer gastos esenciales durante tres a seis meses. La razón: no quieres endeudarte cuando existe el riesgo de perder el trabajo; y menos aún si pasarás algún tiempo sin percibir un ingreso que te permita pagar esas facturas.
Esta es una prueba muy simple que te permitirá determinar si has reservado lo necesario para una época de vacas flacas que, en este caso, podrían morir de inanición. Revisa tus estados de cuenta bancarios y crediticios para identificar cuánto gastas al mes en cosas necesarias -vivienda, comida, seguros- y luego, divide eso entre la cantidad que tienes en tu cuenta de ahorros. Si el resultado es menos de tres, te hace falta más dinero.
Una buena estrategia para incrementar rápidamente tu fondo de emergencia consiste en ahorrar tus costos operativos. Por ejemplo, si vas a empezar a trabajar desde casa, deposita en la cuenta de vacas flacas todos tus costos de viaje, almuerzo, tintorería y “hora feliz”. Lo mismo puedes hacer con lo que tengas dispuesto para comidas en restaurantes, películas, conciertos, eventos deportivos y todas las actividades de entretenimiento/ocio de las que no disfrutarás durante la pandemia.
Reduce tu sobreendeudamiento. De igual manera, es conveniente que bajes el saldo de tu tarjeta de crédito mientras aún recibes un sueldo regular. No es conveniente que dejes saldos pendientes de pago, aunque reconozco que esto agrava la estrechez de las familias que perciben pocos ingresos (situación en la que podrían encontrarse si tú o tu pareja terminan despedidos o con una licencia sin goce de sueldo). Además, necesitas desahogar tus tarjetas de crédito por si llegaras a necesitarlas.
A fin de pagar el saldo que has dejado crecer, pasa la deuda a una tarjeta que ofrezca cero por ciento de interés y un plazo de financiación bastante largo (lo ideal, 15 meses o más). Y si estás arrastrando deudas en dos tarjetas, considera liquidar primero la que tiene el saldo más bajo, sin importar cuál sea la tasa interés. Varias investigaciones han demostrado que esta estrategia de “pequeñas victorias” puede ser muy motivadora.
Trabaja en ti. Kevin Mahoney, planificador financiero de Washington D.C., recomienda que usemos esta crisis económica como una motivación para conseguir un título profesional o para tomar un curso de educación continua que nos ayude a depender menos del salario que percibimos como empleados de alguien más. Casi todos estos programas ofrecen opciones en línea; y si antes no lo hacían, muy pronto empezarán a brindar clases virtuales.
“Desarrolla tus destrezas y construye la red que necesites para generar ingresos de manera independiente”, propone Mahoney. Aun cuando reconoce que no es tarea fácil, señala que la posibilidad de generar dinero sin depender de un empleador podría reducir tus “temores de ser despedido durante una recesión”.
Aumenta el ahorro a largo plazo. No tenemos la menor idea de cuánto se prolongará la masacre que se ha desatado en el mercado de valores. Lo único que sabemos es que el precio de esos valores terminará por recuperarse y volverá a escalar. A decir de Ibbotson Associates, nunca – desde la Gran Depresión de 1926- hemos tenido un lapso de 15 años en que las acciones perdieran dinero y luego se hayan disparado durante un periodo prolongado. Aun así (como pueden testimoniar los boomers más jóvenes), si no ahorraste lo necesario desde el inicio y hasta mediados de tu carrera, permitiéndote invertir el ingreso para hacerlo crecer a lo largo de varios años, ni siquiera una época de precios crecientes puede garantizarte una jubilación confortable.
De allí que sea imperativo que trates de ahorrar más en este momento, cuando todavía tienes trabajo, percibes un sueldo, y tal vez gastas menos para ahorrar parte de tu presupuesto. La mejor manera de alcanzar este objetivo es incrementar la proporción que destinas a tu plan de jubilación -digamos, en uno o dos puntos porcentuales- o bien, pedir que tu empleador o tu compañía de servicios financieros reserve una cantidad fija de tu sueldo o chequera para depositarla en tu plan de jubilación cada vez que te paguen.
Ahorrar en un plan de jubilación te proporciona una red de seguridad, pero recuerda que no debes usarla a menos que sea absolutamente necesario. Si tienes dificultades financieras y te ves en la necesidad de echar mano de esa cuenta para pagar facturas, casi siempre tendrás la opción de solicitar un préstamo contra el plan de jubilación, a condición de que todavía tengas empleo o fondos disponibles si te has quedado sin trabajo. Aun cuando retirar parte de ese capital antes de los 59 años y medio (55 años, si perdiste el trabajo) suele conllevar una multa de 10 por ciento por retiro anticipado, hay circunstancias que te permiten exentar esa cuota; entre ellas, las facturas médicas muy elevadas, escenario que, en estos tiempos de COVID-19, es mucho más probable de lo que fuera hace unas semanas.
PIDE AYUDA CUANDO PUEDAS
Aun en el peor de los casos, podrás encontrar oportunidades y ayuda cuando más la necesites. Estas son un par de sugerencias para que aproveches las que están disponibles en este momento.
Refinancia tu hipoteca. Lo único verdaderamente positivo que ha salido de la crisis actual beneficia a los propietarios de viviendas: las tasas hipotecarias más bajas de la historia reciente. Según la Corporación Federal de Préstamos Hipotecarios (conocida en Estados Unidos como Freddie Mac), hace poco, la tasa promedio de la hipoteca de tasa fija a 30 años cayó a 3.29 por ciento, comparada con el máximo de 4.85 registrado en noviembre de 2018.
“Si estás pensando en refinanciar, nunca encontrarás un mejor momento para hacerlo”, asegura Jimmy Lee, director ejecutivo de The Wealth Consulting Group, compañía de consultoría financiera sita en Las Vegas.
El ahorro será sustancial, siempre y cuando conserves tu vivienda el tiempo suficiente para recuperar los costos de cierre de la nueva hipoteca (casi siempre, alrededor de dos a tres años). Por ejemplo, si aún te quedan 15 años de una hipoteca de 300,000 dólares con una tasa porcentual de 4.5 por ciento, podrías ahorrarte 1,500 dólares anuales si reduces la tasa en un punto porcentual. Y si pagaras los costos de cierre en 40 meses, amortizarías alrededor de 2 por ciento.
Lee sugiere que consideres esta opción si la refinanciación te permite reducir la tasa del préstamo actual en, al menos, medio punto porcentual. Hay muchas herramientas en línea que pueden ayudarte a investigar tus cifras, como la Calculadora de Refinanciación Hipotecaria de Discover.com.
Ahora bien, aprovechar estas tasas históricas para comprar una casa nueva es, sin duda, una propuesta arriesgada, pues para la mayoría de los compradores en potencia, una época de fluctuaciones económicas y empleos en riesgo no es el mejor momento para meterse en una nueva hipoteca.
Por otra parte, si tienes la posibilidad, considera que los clientes potenciales están postergando la decisión de comprar, ya que muchos anticipan una debilidad del mercado inmobiliario. De hecho, la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios de Estados Unidos espera que las ventas del próximo mes caigan alrededor de 10 por ciento respecto de sus proyecciones previas a la pandemia. Y una encuesta del sector reveló que hasta 20 por ciento de los respondedores afirma que el interés de los compradores de California y Washington (dos estados particularmente afectados por el coronavirus) ha disminuido de manera significativa.
Pide ayuda para el pago de tus cuentas. Según una encuesta de WalletHub, unos 67 millones de estadounidenses opinan que la crisis de salud actual les causará dificultades para pagar sus tarjetas de crédito. Por fortuna, casi la mitad de los emisores parece en disposición de dar una mano. Goldman Sachs/Apple anunció que, en caso necesario, permitirá que los tarjetahabientes omitan el siguiente pago sin cargar intereses. Y muchos otros proveedores -como American Express, Capital One y Wells Fargo- también han manifestado su intención de colaborar con los clientes que tengan problemas financieros.
CANCELA TUS PLANES DE VIAJE
WalletHub señala que unos 94 millones de estadounidenses han cancelado o pretenden cancelar sus vacaciones y demás planes de viaje debido a la pandemia. Más allá de las prohibiciones de viaje decretadas en Estados Unidos y otros países, el riesgo para la salud debe ser una consideración fundamental para quienes pretenden viajar en fecha próxima. Es más, pasarán muchos meses antes que volvamos a sentirnos seguros de tomar vacaciones.
Esto es lo que puedes hacer para no perder dinero al suspender tus planes de viaje, ya sea los que hayas reservado o los que estés visualizando para una fecha posterior.
Acude directamente a la fuente. Si quieres cancelar un vuelo, no trates de obtener un reembolso con el seguro de viaje que incluye la tarjeta de crédito de tu aerolínea. Ni siquiera las tarjetas premium contemplan el temor de viajar durante una epidemia o pandemia, sin importar cuán grave sea la situación. La única excepción: dicha cobertura aplica solo si demuestras que estás contagiado de COVID-19.
Lo mejor que puedes hacer es hablar directamente con la aerolínea. Muchas de ellas -incluidas American Airlines, Delta y United Airlines- están condonando la penalización de modificar las reservaciones hechas entre el 1 y el 31 de marzo, así como para los vuelos programados hasta el 30 de abril. Tus opciones son cambiar de vuelo (aunque tal vez debas pagar la diferencia de tarifa) o pedir la cancelación y usar el costo de ese boleto anterior para comprar uno nuevo (tendrás un año para usar el dinero). Eso sí, no esperes un reembolso en efectivo y, además, asegúrate de consultar las políticas más recientes de la aerolínea, ya que las condiciones y las fechas son muy susceptibles de cambio a causa de la rápida evolución de la pandemia.
El hotel podría resultar más fácil. “El hospedaje suele ser la cancelación más flexible en cualquier tipo de viaje, con o sin seguro. La mayor parte de la industria de la hospitalidad te permite cancelar entre 24 y 48 horas antes”, informa la neoyorquina Leslie Tayne, abogada especializada en deuda. “Por ejemplo, las políticas de Airbnb contemplan circunstancias atenuantes, por lo que si tu destino es una región que figura en las alertas de viaje de la Organización Mundial de la Salud, es muy probable esa empresa haga el reembolso completo cuando canceles la reservación”.
Paga la protección. Si te arriesgas a reservar un viaje para una fecha posterior de este año cuando hayamos dejado atrás la pandemia, vale la pena que desembolses dinero adicional en un seguro de viaje que te permita cancelar el proyecto por cualquier motivo, pues nadie sabe cuánto tiempo pasará para que la crisis se resuelva. Unos 21 días antes de hacer el primer pago de tu viaje, tendrás que comprar la cobertura complementaria, la cual protege 75 por ciento del costo total del viaje.
No hay duda de que esta estrategia es más costosa que el seguro de viaje convencional con restricciones; sin embargo, ante lo imprevisible y riesgoso de las circunstancias actuales, seguramente será dinero bien gastado. ¿Cuánto más tendrías que desembolsar? Según una cotización reciente de Travelex Select, unas vacaciones de 6,000 dólares, para dos adultos y en agosto supone un costo adicional de 350 dólares para tener el derecho de cancelar por cualquier motivo, alrededor de 100 dólares más que su esquema Travelex Basic, el cual no ofrece esa cobertura extra.
Hay una alternativa mucho más conveniente: espera a reservar tu viaje hasta que la COVID-19 no sea más que un recuerdo espantoso y lejano, en vez de la cruda realidad de hoy.
Es verdad que a nadie le gusta cancelar sus vacaciones. No obstante, puedes aprovechar una situación terrible poniendo todo el dinero que reservaste para tu viaje en una cuenta de ahorros que te ayude a sobrellevar las dificultades económicas que se avecinan. En estos tiempos, esa podría ser tu mayor victoria.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek