El presidente brasileño Jair Bolsonaro multiplica iniciativas para construir la Amazonía de sus “sueños”, incluyendo un proyecto de ley que abre las tierras indígenas a la minería, pero los defensores del medio ambiente y de los pueblos originarios denuncian que se avecina una “pesadilla”.
Otras medidas, como la designación de un misionero evangélico para ocuparse de asuntos relacionados con los indígenas aislados, muestran una voluntad de avanzar rápidamente con una agenda que mezcla los intereses de sectores del agronegocio con los de grupos ultraconservadores.
“Espero que ese sueño (…) se concrete. El indígena es un ser humano exactamente igual a nosotros, tiene corazón, tiene sentimiento, tiene alma, tiene deseo, tiene necesidades y es tan brasileño como nosotros”, dijo Bolsonaro al presentar el miércoles su proyecto de ley.
Las réplicas no tardaron.
“Su sueño, Bolsonaro, es nuestra pesadilla y nuestro exterminio, porque la minería trae muerte, enfermedades, miseria y acaba con el futuro de nuestros hijos”, afirmó Sonia Guajajara, coordinadora de la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB).
La determinación de Bolsonaro muestra que las críticas dentro y fuera de Brasil por la multiplicación de los incendios y el aumento de la deforestación no le han hecho mayor efecto.
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“Vamos a sufrir presiones de los ambientalistas. A esa gente ligada al medio ambiente, si un día pudiese los confinaría en la Amazonía, ya que les gusta tanto el medio ambiente”, ironizó el mandatario, que ve en esos reclamos conspiraciones extranjeras para apoderarse de las riquezas de Brasil.
“Enorme preocupación”
El proyecto de ley, que debe ser aprobado por el Congreso, es presentado como una reglamentación del artículo 231 de la Constitución, que trata del aprovechamiento de los recursos hidráulicos (energéticos) y de la búsqueda y extracción de riquezas minerales en tierras indígenas.
La falta de reglamentación, argumenta el gobierno, no ha hecho más que alentar “la inseguridad jurídica” y las actividades económicas ilegales.
Algunos puntos de ese proyecto prevén el “pago de indemnizaciones a las comunidades indígenas afectadas por la restricción del usufructo de sus tierras”, la “autonomía de los pueblos indígenas” para actividades mineras y la búsqueda de “consentimiento” de las comunidades locales para que terceros puedan llevar a cabo esas mismas actividades.
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El gobierno también anunció este jueves una exclusión de representantes de la sociedad civil en el Fondo Nacional del Medio Ambiente (FNMA), que tiene un papel de estimulación de actividades económicas sostenidas.
Se trata de medidas que “no son inesperadas, porque el gobierno actúa desde su inicio [en enero de 2019] de forma totalmente distinta de lo que se venía haciendo, comprometiendo los intereses de los pueblos indígenas y de la preservación ambiental”, dijo a la AFP el ex viceministro de Medio Ambiente y director del Instituto Democracia y Sustentabilidad, Joao Paulo Capobianco.
“Esas iniciativas causan una enorme preocupación, porque tenderán a provocar muchas disputas entre los propios indígenas, agravando la inestabilidad”, agregó.
“Un zorro en el gallinero”
La designación del antropólogo y misionero evangélico Ricardo Lopes Dias al frente de la Coordinación de Indígenas Aislados de la Funai (el organismo oficial a cargo de cuestiones indígenas) fue comparada por la oenegé Survival Internacional a la de “meter a un zorro en un gallinero”.
Se denomina indígenas “aislados” a aquellos que no tienen contacto permanente con otros grupos humanos y la Funai buscó tradicionalmente respetar un aislamiento cada vez más amenazado por las actividades madereras y agropecuarias.
Lopes Dias fue de 1997 a 2007 miembro de la Misión Nuevas Tribus de Brasil (MNTB), también conocida como Ethnos360, una entidad de origen estadounidense que promueve la evangelización de los pueblos originarios.
Sin embargo, aseguró en los últimos días que, en caso de ser nombrado, actuaría como antropólogo, y no como evangelizador.
Una promesa que fue recibida con escepticismo.
“Nuestras familias sufrieron históricamente con la actuación de misioneros proselitistas, muchos de ellos de la MNTB, que forzaron el contacto con nuestros abuelos y abuelas. Un contacto forzado a través de mentiras, violencia y amenazas de muerte”, reaccionó la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (COIAB).