El 9 de diciembre de 1979, las autoridades de salud anunciaron el mayor logro de la medicina moderna: la erradicación de la viruela, primera y única enfermedad humana que se considera extinta en el planeta. Sin embargo, transcurridas cuatro décadas, Estados Unidos y Rusia aún tienen muestras de este virus potencialmente mortal, por lo que persiste el debate sobre la necesidad de conservarlas o destruirlas.
Si bien no se ha esclarecido su origen, se sabe que esta enfermedad -causada por dos tipos de Variola virus– ya existía en el antiguo Egipto, pues los científicos identificaron pústulas en la cara de la momia de Ramsés V, faraón de la XX dinastía que gobernara aquel imperio entre los años 1147 y 1143 a.C. La enfermedad afecta solo a los humanos, por lo que se extendió a todo el mundo gracias al comercio y a la expansión de las civilizaciones, caracterizándose por un cuadro clínico que incluye fiebre, malestar general, dolor de cabeza, fatiga intensa, vómitos, diarrea y un sarpullido rojizo y plano en la piel de cara, manos, antebrazos y tronco, el cual evoluciona en pequeñas ampollas llenas de un líquido transparente que después se convierte en pus. Según diversos cálculos, la infección viral cobró las vidas de unos 300 millones de personas durante el siglo XX.
Tras un intento fallido de acabar con la enfermedad en 1959, se renovaron los esfuerzos de erradicación en 1967 y mediante un programa mundial de vacunación, la última persona infectada naturalmente de viruela fue identificada el 12 de octubre de 1977, en Somalia. Para el 9 de diciembre de 1979, la OMS anunció que el virus había sido erradicado, y llegado el 8 de mayo de 1980, durante la 33a Asamblea Mundial de la Salud, los Estados miembro que rigen la Organización Mundial de la Salud declararon que el mundo estaba libre de viruela. No obstante, debido a la Guerra Fría y en aras de la neutralidad política, aquel organismo decidió conservar en Occidente dos depósitos del virus, así como uno más en el Bloque Soviético.
Debido a la Guerra Fría y en aras de la neutralidad política, se decidió conservar muestras de este virus potencialmente mortal.
Hoy día solo quedan dos depósitos de Variola virus, los cuales están sujetos a estrictos protocolos de vigilancia y seguridad: el laboratorio de los Centros para Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos en Atlanta, Georgia; y el Centro de Investigación en Virología y Biotecnología del Estado Ruso (Vector), en la ciudad siberiana de Novosibirsk. En una declaración para Newsweek, el Dr. David Relman, profesor de microbiología e inmunología en la Universidad de Stanford, informa que la ubicación de ambos reservorios es de dominio público, y que lo único que se desconoce es la habitación y el congelador precisos donde se encuentran albergadas las muestras.
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La decisión de conservar muestras virales tenía la finalidad de mejorar las vacunas existentes, desarrollar tratamientos y medicamentos antivirales, y mejorar los métodos diagnósticos para la eventualidad de que la viruela hiciera su reaparición. Sin embargo, cualquier trabajo con Variola virus debe ser previamente aprobado por la Organización Mundial de la Salud, cuerpo que hace un inventario anual de las existencias e inspecciona ambos depósitos cada dos años.
Aun cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decretado conservar las muestras hasta alcanzar los objetivos terapéuticos, el Dr. Grant McFadden, director del Centro de Biodiseño para Inmunoterapia, Vacunas y Viroterapia en la Universidad Estatal de Arizona, dijo a Newsweek que “no se ha llegado a un consenso sobre cuán cerca están de alcanzar cada uno de esos objetivos”.
Por lo pronto, la decisión de preservar las muestras ha rendido algunos frutos. Por ejemplo, en 2018, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aprobó el primer fármaco propuesto para tratar la viruela. Pero al concluir la sesión de septiembre de 2018, las posturas de los integrantes del Comité Asesor de la OMS en Investigaciones sobre el Virus Variólico seguían muy divididas, si bien se llegó a la conclusión de que todavía era necesario conservar ambos depósitos para desarrollar un medicamento antiviral distinto del aprobado por la FDA.
McFadden agrega que, aunque unos especialistas insisten en que se han alcanzado los objetivos de la agenda de investigación, muchos otros apuntan a que solo se ha desarrollado un nuevo medicamento, en tanto que los modelos animales disponibles son inadecuados, y no se han hecho pruebas con la nueva generación de instrumentos diagnósticos.
Entre los proponentes de los depósitos se cuenta el Dr. David Relman, microbiólogo de la Universidad de Stanford, quien informa a Newsweek que es necesario utilizar el virus para evaluar la eficacia de las vacunas y los medicamentos en desarrollo. “Además, si destruimos las muestras y la enfermedad reaparece, perderíamos demasiado tiempo en obtener nuevamente el virus mediante la síntesis química”.
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Ahora bien, ¿qué pasaría si, como argumentan algunos, el virus fuera liberado accidental o deliberadamente? Debido a que muchas personas han dejado de vacunarse, estas brechas en la inmunidad podrían desencadenar una epidemia o hasta una pandemia muy mortífera, previene el Dr. Amesh A. Adalja, investigador del Centro para Seguridad en Salud de la Universidad Johns Hopkins. Por otro lado, el potencial de que Variola virus para usarse como herramienta bioterrorista es otra consideración crítica en la controversia sobre conservar los depósitos víricos existentes.
Algunos incidentes preocupantes han recrudecido el debate en los últimos años. Por ejemplo, en 2014 descubrieron viales no inventariados en un edificio de la FDA dentro del campus de los Institutos Nacionales de Salud en Bethesda, Maryland. En 2018, expertos en seguridad manifestaron inquietud por la publicación de un estudio que detallaba la replicación del virus de la viruela, argumentando que el artículo podría proporcionar una guía a los terroristas que quisieran producir el patógeno. Y apenas en septiembre de este año se registró una explosión en el laboratorio siberiano de Vector, aunque -por fortuna- las muestras virales no sufrieron daños.
Los depósitos del virus son seguros, “aunque no infalibles”, afirma el Dr. David Relman, profesor de microbiología e inmunología en la Universidad de Stanford.
En su declaración para Newsweek, Relman comentó que los depósitos del virus son seguros, “aunque no infalibles”, pero se dijo “mucho más preocupado por los esfuerzos para sintetizar el virus con sustancias químicas y reactivarlo con alguno de los métodos que han sido publicados hasta ahora”.
McFadden también teme esta eventualidad, así como la posibilidad de que existan muestras que no hayan sido identificadas.
En cuanto a Adalja, el investigador opina que ha llegado el momento de deshacerse de la viruela de una vez por todas. “Es necesario destruir las muestras”, sentenció. “Conforme pasa el tiempo, hay menos argumentos para justificar la decisión inicial de conservar virus viables”.
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“Estamos en 2019, y hemos logrado casi todos los objetivos, de modo que se ha vuelto innecesario mantener muestras víricas viables. En particular, porque ya conocemos su secuencia genética y podemos recrear el virus en caso de que haga falta”, agregó.
“Preservar y trabajar con muestras viables supone el riesgo de sufrir accidentes de laboratorio que terminen por diseminar la infección. Además, existe la posibilidad de que alguien dé mal uso a las muestras, o que estas caigan en las manos equivocadas y se utilicen con fines perversos”, prosiguió Adalja.
En respuesta, Relman insiste en que el argumento para la conservación es más fuerte que el de la destrucción. “Y será así hasta que podamos re-sintetizar el virus de la noche a la mañana. Y cuando esto ocurra, volveremos a correr el mismo riesgo, o tal vez uno mayor, a pesar de la destrucción [de las muestras virales]”.
Por su parte, McFadden se mantiene imparcial. “Hemos alcanzado muchos de los objetivos de investigación originales, pero es difícil refutar el argumento de que aún tenemos mucho por hacer”, comenta.
“Será muy difícil unificar las opiniones de la comunidad de investigación y de los expertos en salud pública especializados en Variola virus. Al menos, en un futuro próximo. Por ello, considero que la decisión final debe ser política”, añadió McFadden. “Es importante que tengamos estos debates sobre si la humanidad debe estudiar los patógenos más temibles o eliminarlos deliberadamente”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek