La eugenesia es un concepto a menudo asociado con los horrores de la Alemania nazi. Pero como lo explora Adam Pearson, activista por los derechos de las personas con discapacidad, en una nueva serie documental, la ideología tuvo sus raíces en la Gran Bretaña del siglo XIX, y todavía afecta a la gente que vive hoy día.
Conocido como el “padre de la eugenesia”, el británico Sir Francis Galton, científico y estadista victoriano, desarrolló la teoría, ya desmentida, de que los individuos tildados de “superiores” según factores como su raza o clase podían ser manipulados socialmente. A su vez, debería evitarse que aquellos considerados como biológicamente inferiores y “faltos de inteligencia” tuviesen hijos, argumentó él.
Eligiendo cuidadosamente las teorías de su primo Charles Darwin, quien fue un pionero de la teoría de la evolución, Galton desarrolló una clasificación de humanos; por ejemplo, colocando a los aborígenes australianos un “grado” abajo de los africanos.
En las décadas posteriores, estas ideas han inspirado políticas horrendas, desde el asesinato de miles de personas con discapacidad en la Alemania nazi hasta la esterilización de decenas de miles de personas en Estados Unidos a principios del siglo XX.
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Newsweek le preguntó a Pearson, un presentador y activista contra el bullying, lo que aprendió mientras filmaba Eugenics: Science’s Greatest Scandal para BBC Four junto con la periodista científica Angela Saini.
¿Las teorías relacionadas con la eugenesia eran oscuras de inicio, o derivaban de una auténtica curiosidad científica y fueron usadas incorrectamente después?
Todo deriva de una curiosidad, y la ciencia es un arma de gran poder para el cambio. La magnitud en que suceda el cambio, y más significativamente, cómo se permite que suceda, se reduce a las personas quienes lo poseen. En este caso, el poder estuvo en manos de hombres a quienes —en lo que ahora sabemos que fue un uso incorrecto— se les permitió seguir sin oposición.
¿Cuáles son algunas de las políticas que fueron influenciadas por o basadas en las teorías de la eugenesia?
Una de las más grandes, en lo tocante a la discapacidad, fue la Ley de Deficiencia Mental de 1913. Aun cuando la ley no se aplicó antes de 1919, debido a que nosotros [Gran Bretaña] estábamos en guerra, esta significó que los individuos que eran tildados de “imbéciles” con base en el intelecto y la moralidad, podían ser segregados de la sociedad y literalmente encerrados en un manicomio. La cantidad involucrada y la pérdida de libertad, con el beneficio de la retrospección, es en verdad pasmosa y desgarradora.
¿Cuáles fueron las cosas más impactantes que aprendió mientras filmaba el programa?
Fuimos a uno de los primeros ejemplos de estos manicomios en Leeds [Reino Unido], un lugar llamado Meanwood Park. Mark Davis [un fotógrafo y archivista], a quien conocí, estaba fascinado con todo el lugar y ha guardado enormidades de archivos de su historia.
Si sumas la cantidad de años que sirvió a sus 35 internos más duraderos —quienes no habían cometido un crimen aparte de tener discapacidad—, resulta en poco menos de 2,000 años. En verdad desgarrador.
¿Hay momentos de la filmación que se destaquen?
No hubo un momento en particular, pero hubo una sensación abrumadora de que “este pude ser yo”. Si hubiera nacido en esa época, definitivamente me habrían mandado a uno de esos manicomios, o peor aún, me habrían llevado al campamento nazi Aktion T4 y ejecutado como una de las 300,000 personas con alguna discapacidad asesinadas durante el régimen de Hitler.
Como activista por los derechos de las personas con discapacidad, ¿cómo le hace sentir el aprender sobre la eugenesia y crear este documental?
Honestamente, he pasado por todo el espectro de emociones. He sentido ira hirviente, gran dolor e incluso congoja moderada. Entrevisté a un hombre llamado Harvey Waterman [un hombre de ochenta y tantos años] a quien mantuvieron en uno de estos manicomios, un lugar llamado St. Lawrence’s [en Caterham, Surrey, Reino Unido].
Como periodista y activista, no soy ajeno al dolor, pero esta es la única entrevista que tuve que interrumpir a la mitad. Fingí que necesitaba ir al baño y tenía que tomarme un tiempo para recomponerme. Aunque, lo más importante, me sentí inspirado y esperanzado: haber conocido a varios activistas, junto con profesionales médicos y científicos, creo que las armas de la ciencia ahora están en manos más seguras.
¿Cuánto sabía de la historia de la eugenesia antes de empezar a filmar? ¿Piensa que es un tema del que hay suficiente consciencia?
Conocía el término, como deberían hacerlo todos, aunque no estaba consciente de la magnitud de cuán bien respetada era. Incluso Winston Churchill [primer ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial] fue un gran patrocinador de la eugenesia y lo que representaba.
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¿La gente todavía sufre los efectos de la ideología? Tengo entendido que conoció a una mujer que fue esterilizada.
Sí, Elena [Gorolova]. Fue esterilizada debido a complicaciones médicas durante el parto; esa fue la respuesta médica. Sin embargo, hay una cantidad desproporcionada de mujeres gitanas romaníes de su país, la República Checa, a quienes les pasó esto.
Ella estableció un grupo de campaña y, tras años de luchar por la justicia, los políticos finalmente aprobaron un proyecto de ley con el fin de compensarlas. Esto solo demuestra que aun cuando el término eugenesia ya no se utilice, el pensamiento eugénico todavía está vivo, bien y prosperando en la sociedad.
En medio de un clima político divisor que vio a supremacistas blancos reunirse en Charlottesville en 2017, ¿le preocupa que se recurra de nuevo a las teorías de la eugenesia?
Sí, me preocupa, pero, de la misma manera, me gusta pensar que hemos aprendido lo suficiente del pasado para ser capaces de detener tal propaganda y pensamiento eugénico en cuanto surja.
Prosiguiendo, ¿cómo podemos evitar que ideas que recuerden a la eugenesia se propaguen, en especial conforme los científicos hacen grandes avances en campos como la genética y la llamada mejora humana?
Tenemos toda un área de la ciencia llamada bioética, cuya única labor es asegurar que todo este debate de los “bebés de diseñador” no suceda, y que la ciencia y la medicina siempre sean usadas para la mejora de los pacientes, no para hacer una sociedad maestra.
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Publicado en coperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek