Dieron fama a Tijuana hace dos siglos, pero hoy se sabe poco. Nadie sabe cuánta agua cálida hay en la ciudad, pero miles de turistas las siguen disfrutando.
Cada semana, Imelda Leyva acude a un balneario de aguas termales en Tijuana para calmar sus dolores lumbares.
Le ayudan a relajarse porque tienen una temperatura de 37 grados centígrados.
Además se les atribuyen propiedades curativas por su contenido de minerales como el calcio, hierro y fósforo.
“El médico me recomendó utilizar las aguas termales”, dice Imelda, de 45 años.
Y personas como ella las visitan para aliviar reumas, sanar enfermedades de la piel y enfermedades respiratorias leves.
La historia de las aguas termales en esta región es más antigua que la misma Tijuana, y en su honor se han nombrado sitios y proyectos de todo tipo.
Uno de los bulevares más importantes de la ciudad se llama Agua Caliente, al igual que un centro escolar, un hipódromo, una plaza y una banda de música regional mexicana.
La popularidad de las aguas termales tuvo su auge nueve años antes de que se fundara Tijuana, de acuerdo al Coordinador del Archivo Histórico del Instituto Municipal de Arte y Cultura, Emmanuel Robles.
“Para 1880 hay un boom de los llamados ‘health seekers’, es decir buscadores de salud”, dice.
Cuenta que un flujo de estadounidenses llegó a la “soleada costa de California” desde ciudades como Nueva York y Chicago, donde los climas fríos facilitaban la aparición de enfermedades respiratorias, que eran causa de mortandad en aquella época.
Luego viajaron al sur, a Baja California y encontraron alivio en las aguas termales de Tijuana.
Por eso el historiador considera que jugaron un papel clave en el desarrollo de esta frontera.
Pero del estado actual de las aguas cálidas y azufrosas que inspiraron negocios y atrajeron a miles de visitantes, se sabe poco.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua) no sabe cuánta del agua en Baja California es termal.
Aunque sí registra dos negocios que tienen concesión para extraen aguas termales en Tijuana, Vita Spa y Valparaíso, el balneario en el que Imelda es cliente.
Ambos negocios se ubican a un costado del Río Tijuana, a la altura en que se cruza con las vías del tren que lleva a Tecate, y en la misma zona que la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas.
En los años 20, las instalaciones de esta escuela dieron vida a lo que fue el Complejo Turístico de Agua Caliente, mejor conocido por sus juegos de azar en el casino, hipódromo y balneario.
Era la época de la prohibición estadounidense, y este complejo alcanzó fama internacional, y atrajo turistas acaudalados y estrellas de Hollywood, como Rita Hayworth y Charles Chaplin.
Pero en 1938, con Lázaro Cárdenas como presidente de México, se decretó la abolición de los casinos, el complejo se convirtió en preparatoria y las aguas termales dejaron de ofrecerse ahí.
Luego Valparaíso comenzó a ofrecerlas en 1949 y Vita Spa se sumó en el 96.
“No son las únicas aguas termales que hay en Baja California. Está el Cañón de Guadalupe y cerca de la bufadora también se mencionan unas y otra que está rumbo a Ensenada”, dice el historiador.
Pero en Conagua no pueden precisar dónde, ni en qué volumen se encuentran.
Homey Bon Santoyo, Director Técnico de la Cuenca Península de Baja California, detalla que en esta entidad existen 48 acuíferos, y que no es posible determinar cuáles contienen agua termal, ni en qué porcentaje.
“No lo clasificamos así. Dentro de nuestros estudios no está el caracterizar o decir tal acuífero tiene agua termal”, dice Homey Bon Santoyo.
Explica que el 100% del agua que proviene del subsuelo, se trata como subterránea. Y que las personas interesadas en obtener agua termal deben pasar por el mismo proceso que alguien interesado en extraer el agua que se usa para limpiar o para beber, tras un proceso de purificación.
El problema es que si la autoridad no precisa la calidad del agua disponible, se corre el riesgo de sobre concesionar, de acuerdo a Alfonso Cortez, investigador adscrito al Departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente, en el Colegio de la Frontera Norte.
El uso que podemos darle al agua depende de sus características en cuanto a temperatura y grado de salinidad, entre otras, según Cortez.
Y en el caso del agua termal, dice que únicamente sirve para fines recreativos, porque tiene una geoquímica distinta a la del agua que utilizamos para bañarnos y lavarnos los dientes.
Sin embargo, la Conagua se basa en el volumen general del agua para determinar cuántas concesiones puede dar.
“Hay una deficiente medición para determinar el status de los acuíferos. No hay estudios sistemáticos donde se vea cómo va cambiando la calidad del agua a través del tiempo”, comenta el investigador.
El organismo responsable de gestionar el agua es la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y en su Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) tiene 37 concesiones activas, algunas desde 1994, para extraer aguas subterráneas en Tijuana en la modalidad de servicios.
Solo dos de esas concesiones se usan para extraer agua termal, según un cruce de información con datos de Conagua y la Secretaría de Economía.
—¿A qué le atribuye que solo ustedes y Valparaíso ofrecen ese servicio?
—A nuestra ubicación, responde Silvia Millán, directora de Vita Spa.
Ambos negocios son vecinos del balneario original, que solo funciona como escuela.
Además “sacar otra vez el agua caliente del lecho del río sería un poco problemático”, dice el historiador.
Robles recuerda que en los tiempos del casino, las lluvias desbordaban el Río Tijuana y las aguas termales se cubrían de lodo.
Para evitar que el casino fuera inundado, se construyó un borde de protección, y este fue el primer intento de canalizar el río, dice.
Opina que la construcción del canal ha sido impedimento para extraer más agua termal.
Y es que el ciclo del agua funciona igual para ésta, que para la potable.
Se evapora y condensa, luego cae en forma de lluvia y se escurre en la superficie o se filtra hasta formar depósitos subterráneos.
Pero el concreto que recubre el canal del Río Tijuana limita la cantidad de lluvia que puede filtrarse al suelo, impregnarse de minerales y calentarse.
También limita el espacio para la extracción.
“Al estar canalizado es imposible sacar estas aguas termales”, explica Robles.
Silvia Millán, de Vita Spa, dice que basar un negocio en este servicio es arriesgado.
“No puedes enfocar un negocio al agua termal porque va a llegar un punto de ¿qué pasa si ya no sale el agua termal?”, dice Millán.
“La verdad si me preocuparía, porque me han servido mucho”, dice Imelda sobre sus visitas a las aguas termales.
Y Homey Bon Santoyo, de Conagua, acepta que sería útil conocer la calidad del agua que está disponible en el estado. Así sabrían qué esperar, y si es apta para desarrollar ciertas actividades, pero habría que reformar la Ley de Aguas Nacionales, comenta.
También habría que asignar recursos para esos estudios, según el investigador de Colef.
“Te hablo del caso de Baja California, pero esto ocurre en todo el país”, comenta Cortez.