Unos investigadores han divulgado detalles nuevos e interesantes sobre un extraño “hongo zombi” que infecta a las hormigas carpinteras y modifica su comportamiento, con consecuencias grotescas.
Según el estudio publicado el 17 de julio en la revista Journal of Experimental Biology, una vez que Ophiocordyceps unilateralis sensu lato entra en el cuerpo de las hormigas, el hongo toma el control de sus movimientos haciendo que trepen a lugares elevados y muerdan la vegetación, quedando permanentemente sujetas por las mandíbulas.
Una vez en esta postura, el hongo devora el interior del cuerpo de la hormiga y suelta sus esporas infecciosas.
En una declaración para Newsweek, la Dra. Colleen Mangold, autora principal del estudio e investigadora postdoctoral del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Estatal de Pensilvania, explicó: “Después de dos o tres semanas de haber sido infectadas por el hongo, las hormigas empiezan a manifestar cambios de comportamiento. Por ejemplo, presentan espasmos musculares y tienen dificultades para moverse y caminar. A la larga, trepan a las partes más altas de la vegetación y muerden una ramita o la vena de una hoja. Poco después, la hormiga muere sujetando la vegetación con sus mandíbulas, lo cual permite que el hongo crezca hasta salir del cuerpo del insecto”.
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El equipo de Mangold señala que, si bien el hongo “coloniza extensamente” los músculos que controlan las mandíbulas (estructuras que forman parte de la boca de las hormigas), no parece afectar el cerebro.
Para su investigación, los científicos se propusieron esclarecer los mecanismos exactos mediante los cuales el hongo -que causa daños musculares generalizados- afecta específicamente los músculos mandibulares.
Mangold prosiguió: “Investigaciones previas han demostrado que el hongo crea redes interconectadas alrededor de las células musculares de la mandíbula del huésped. Nuestro objetivo era estudiar el aspecto tanto del hongo como de los músculos mandibulares en el momento en que el huésped queda fijo a la vegetación, ya que, tal vez, esas observaciones pudieran brindarnos pistas sobre lo que ocasiona que una hormiga infectada muerda”.
Sin embargo, el estudio sobre la infección micótica resultó muy complicado, ya que el hongo solo afecta a las hormigas que deambulan libremente, y no a las que viven en nidos. Por otra parte, Ophiocordyceps unilateralis sensu lato medra en ambientes muy húmedos, de manera que el equipo tuvo que recrear las condiciones en el laboratorio para tomar muestras de las esporas infecciosas.
Los científicos recolectaron y congelaron hormigas infectadas para luego estudiar sus estructuras corporales al microscopio electrónico.
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Ese análisis reveló que el hongo se había introducido en los músculos, pero sin afectar el sistema nervioso. Por el contrario, lo que encontraron fue evidencias de lo que los investigadores denominan “hipercontracción”.
En resumidas cuentas, el hongo rompe la membrana que recubre las fibras musculares mandibulares provocando que se contraigan con fuerza, y esa es la causa de que las hormigas queden sujetas a la vegetación. Así mismo, el equipo identificó la presencia de minúsculas partículas de una toxina -conocidas como vesículas-, las cuales podrían intervenir en la contracción y ocasionar espasmos musculares.
“Observamos que, al momento de morder la vegetación, los músculos mandibulares del huésped parecen estar experimentando una contracción muy fuerte”, prosiguió Mangold. “Entre tanto, determinamos que el hongo penetra físicamente en las células musculares del huésped, y también detectamos la presencia de vesículas extracelulares asociadas con las células micóticas”.
“Cabe la posibilidad de que dichas vesículas actúen como un medio de comunicación entre el tejido del huésped y el hongo -o quizá entre las células micóticas-, lo que podría contribuir a la contracción muscular en el momento de la mordedura”, aventuró Mangold. “En cualquier caso, hacen falta investigaciones adicionales para demostrar esta hipótesis”.
El equipo de la Universidad Estatal de Pensilvania enfatiza que hay mucho por investigar en cuanto a los mecanismos que el hongo utiliza para manipular al huésped.
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“En el próximo estudio intentaremos aislar esas vesículas a fin de averiguar si provienen del hongo o del propio huésped”, reveló Mangold.
El hongo zombi que afecta a las hormigas carpinteras es una de muchas especies de hongos parasitarios que han desarrollado relaciones altamente especializadas con plantas o insectos. En términos generales, estos hongos suelen penetrar las defensas externas de los organismos que infectan y luego se alimentan de sus cuerpos, casi siempre causando enfermedades y hasta la muerte de huésped.
La Enciclopedia Británica incluye un apartado sobre el género Septobasidium, un hongo muy peculiar que infecta a los insectos homópteros que se alimentan de los árboles. Este parásito hace que los insectos fijen sus probóscides [aparato bucal] a la corteza del árbol, donde permanecen succionando savia durante el resto de sus días.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek