El viernes 5 de abril, el presidente Donald Trump se trasladó a la frontera estadounidense con México para visitar Calexico, California, donde celebró la conclusión de algo que la Casa Blanca ha descrito como el primer segmento del nuevo muro fronterizo del presidente.
El viaje ocurrió inmediatamente después que Trump amenazara -y se retractara- con cerrar toda la frontera sur de Estados Unidos para detener la oleada migratoria procedente del llamado “Triángulo Norte de Centroamérica”.
“¡El Congreso debe unirse y eliminar de inmediato los resquicios de la frontera! Si no actúa, se cerrará la frontera o secciones grandes de la frontera. ¡Esto es una emergencia nacional!”, declaró el mandatario, a través de su cuenta Twitter.
Si dejamos de lado la decisión presidencial de declarar una emergencia nacional para asignar fondos a la construcción de un muro que -a decir de muchos expertos- no funcionará, veremos que Trump tiene razón en cuanto a que hay una crisis humanitaria en la frontera sur de Estados Unidos.
En marzo, funcionarios fronterizos notificaron encuentros con cerca de 100,000 migrantes, alrededor de 30% más que en febrero. La mayor parte de los detenidos en la frontera son familias que intentan cruzar a Estados Unidos. Esas cifras y datos demográficos representan un aumento alarmante con respecto de años precedentes, y apuntan una escalada migratoria que no se había visto desde la primera década del presente siglo.
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La semana pasada, Jeh Johnson, exsecretario de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama, dijo a MSNBC que “tenemos una crisis muy real… El martes hubo cuatro mil detenidos. Tengo entendido que mil [detenidos] saturan el sistema, así que no puedo imaginar lo que ocasionarán cuatro mil en un solo día”.
Kevin McAleenan, comisionado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP), dijo el mes pasado que su dependencia había llegado al “punto de quiebre”, y que no podían hacer frente al flujo de migrantes que buscan asilo. La semana pasada, circularon perturbadoras imágenes de familias migrantes encerradas en un estacionamiento cercado bajo un puente próximo a El Paso, Texas, las cuales orillaron al comisionado a confesar que, literalmente, no disponen de otro lugar para procesarlas. “CBP enfrenta una crisis humanitaria y de seguridad sin precedentes a todo lo largo de la frontera suroeste. Y esa crisis no es más evidente que aquí, en El Paso”, informó McAleenan en un comunicado.
En estos momentos, hay unos 13,400 migrantes en custodia. CBP considera 4,000 es una cantidad excesiva.
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Pero ¿qué causó esta crisis?
Pues bien, Trump apuntaría a la falta de un muro, o acusaría a México de no detener a los migrantes que cruzan su territorio.
Sin embargo, la raíz del problema son las condiciones de los países centroamericanos de los que huyen esas familias.
La gran mayoría de los migrantes proviene de Honduras, Guatemala y El Salvador, una región conocida como el Triángulo Norte de Centroamérica, donde viven con tasas récord de homicidios, violencia pandillera, extorsión, escasez de alimentos y suministros vitales, y muy pocas perspectivas de trabajo.
Hoy día, El Salvador es el país sin guerra más peligroso del mundo. En 2015, el diario hondureño La Prensa llevó a cabo una investigación y concluyó que salvadoreños y hondureños desembolsan, respectivamente, alrededor de 390 millones de dólares y 200 millones de dólares anuales en las cuotas de extorsión del crimen organizado. Las pandillas suelen atacar a las familias pobres y, si no pagan, las amenazan con actos de violencia.
Estos problemas derivan de años de inestabilidad política en América Central, donde las guerras civiles y los conflictos de guerrilla han propiciado la proliferación de pandillas poderosas. Por otra parte, la red de narcotráfico centroamericana se ha fortalecido con los esfuerzos de Estados Unidos para cerrar las rutas de este comercio en México, Colombia y el Caribe.
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Las familias que se convierten en objetivo de las pandillas no pueden hacer gran cosa. De hecho, algunos cálculos han determinado que hasta 95% de los delitos cometidos en la región quedan impunes.
Entre tanto, el cambio climático y las armas estadounidenses que fluyen hacia América Central están exacerbando la situación regional.
Y encima, el temor de que Trump dificulte más el cruce fronterizo ha conducido al aumento repentino de esta migración.
Así es como Trump combate el problema
El presidente ha decidido ignorar la crisis humanitaria de América Central para concentrarse en castigar a los países que integran el Triángulo Norte, debido a que permiten que sus ciudadanos emigren a Estados Unidos.
La semana pasada, Trump anunció que interrumpiría los 450 millones de dólares anuales destinados a la ayuda humanitaria en Guatemala, Honduras y El Salvador.
Este viernes, Trump hizo una declaración a la prensa: “Ya no enviaremos dinero allá. Les estamos dando una ayuda tremenda. Hemos detenido los pagos.
https://newsweekespanol.com/2019/04/honduras-secuestro-migrantes-veracruz/
Más tarde, agregó en Twitter que esos países no estaban correspondiendo a la ayuda que Estados Unidos enviaba para programas de asistencia humanitaria y desarrollo.
“Después de muchos años (décadas), México está deteniendo una gran cantidad de gente en su frontera sur, sobre todo originarios de Guatemala, Honduras y El Salvador”, escribió Trump. “TODOS han tomado nuestro dinero durante años, y hacen ABSOLUTAMENTE NADA por nosotros. ¡Igual que los demócratas del Congreso!”.
Si se interrumpen esos fondos, fracasarán los esfuerzos de seguridad conjuntos para prevenir la violencia pandillera. Apenas un día antes del anuncio de Trump, Estados Unidos acordó contribuir a la financiación de un programa para acabar con la trata de personas y el crimen organizado en el Triángulo Norte de Centroamérica. Pero ahora, esa iniciativa no recibirá fondos.
Algunos expertos argumentan que la decisión podría ser perjudicial a largo plazo, ya que debilitará la influencia de Estados Unidos en esos países, empujándolos a buscar financiación en China o Rusia. En un comentario para The New York Times, Adriana Beltrán, directora de seguridad ciudadana de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, advirtió que si Trump interrumpe esa ayuda “se pondrá la soga al cuello”.
La semana pasada, el mandatario estadounidense amenazó con cerrar la totalidad de la frontera sur e interrumpir el comercio, pese a que México es el tercer socio comercial más importante de Estados Unidos. El año pasado, las transacciones fronterizas ascendieron a cerca de 615 mil millones de dólares, y alrededor de 1.2 millones de empleos estadounidenses dependen del comercio con México.
https://newsweekespanol.com/2019/03/trump-amenazar-cerrar-frontera-migrantes/
Al sentir la presión tanto de la izquierda como de la derecha, Trump corrigió su postura. “Les haremos una advertencia de un año, pero si las drogas no paran o no disminuyen de manera significativa, impondremos aranceles a México y sus productos, en especial a los autos. Y si eso tampoco detiene las drogas, cerraremos la frontera”, volvió a amenazar.
Estas advertencias para el vecino del sur ocurren justo cuando Trump está negociando un nuevo tratado comercial entre Estados Unidos, México y Canadá.
La estrategia política de Trump
Entre tanto, el presidente está aprovechando la crisis para obtener una ventaja política. La mañana del viernes, la campaña Trump 2020 hizo circular un correo electrónico con un video en el que figuran los candidatos demócratas que han minimizado la situación en la frontera sur.
“Los demócratas se niegan a reconocer que hay una crisis en nuestra frontera sur, e incluso están haciendo campaña con una plataforma de fronteras abiertas”, acusó Kayleigh McEnany, secretaria de Prensa Nacional para la campaña Trump. “Desde antes de asumir el cargo, el presidente ha sido un líder inequívoco en el tema de la inmigración ilegal, y no descansará hasta que nuestra frontera esté asegurada”.