Magdalena Apasco, Etla, Oaxaca.- El amarillo de los girasoles ilumina el campo de don Jorge Pérez Merlín, un agricultor de más de 60 años que dio un giro de 180 grados a la tradición campesina de la zona, para recuperar la productividad de su tierra y restablecer la población de abejas en esta localidad del Valle Eteco.
Hasta el año pasado, su parcela era en su totalidad destinada a la milpa, sin embargo la falta de productividad y el desgaste del suelo lo llevaron a variar su cultivo. Y así llegaron los girasoles a su tierra.
Esas flores color amarillo intenso que miden más de un metro y medio son la primera cosecha de don Jorge, quien con una sonrisa en el rostro, recibe a los visitantes, les permite tomarse fotografías y recorrer el campo sin costo alguno.
Él sabe que esas flores no son comunes en Oaxaca, así que se enorgullece cada que algún desconocido llega a su plantío que mide alrededor de un cuarto de hectárea. “Pásenle, vean las flores, tómense fotos”, alienta a las familias que descienden de sus vehículos.
Los girasoles dan la espalda al sol que está por ocultarse, se mueven con el viento que refresca la tarde. Adentro del plantío un grupo de personas realiza una sesión fotográfica, mientras los niños corren entre los girasoles.
La celebración por estas flores continúa entre selfies, suspiros, el calor que comienza a descender. Los visitantes eligen los girasoles (cada uno tiene un costo de 10 pesos), los señalan y los nietos de don Jorge los cortan.
“También trabajamos con abejas y sabemos lo importantes que son, por eso decidimos inclinarnos por este plantío, porque a ellas les gusta mucho el polen y producen más miel, eso es importante para nosotros”, afirma el agricultor.
La parcela parece un oasis entre tanta tierra recién arada. Este abril es el primero que cosecha girasoles y don Jorge confía en que continuará la producción el próximo año y algunos otros, para recuperar la tierra.
En esta localidad con tradición en la extracción de la cantera verde, escultura con la piedra con la que fue construida la ciudad de Oaxaca, así como el parque industrial, un campo de girasoles es un respiro para el campo, los visitantes, los pobladores, las abejas y el propio suelo.