De 18 países de Latinoamérica, México ocupa el puesto 17 en participación laboral femenina, de acuerdo al último infome del Banco Interamericano de Desarrollo.
El informe explica que durante los últimos 60 años, la participación femenina ha aumentado, pero que aún hay diferencias marcadas en la ocupación femenina.
En el caso de México, es uno de los tres países con menor ocupación de mujeres en los trabajos, donde la cifra no llega a 6 de 10 personas del sexo femenino con un empleo, obteniendo un 58.5% promedio.
Los otros dos países con participación baja de las mujeres en las fuerzas laborales son: Honduras con un 55.9 por ciento y Guatemala, con un 50.1% de mujeres en pareas laborales.
Esto deja a México muy por debajo del promedio de 66.00 que hay en América Latina, donde los tres países con más mujeres que trabajan son: Uruguay con 80.5; Perú con 79.6 y Colombia con 74.2.
Dicha participación se basó en mujeres de entre 25 y 54 años de edad y destacó que Perú y México tienen varias similitures en nivel de educación, pobreza y desigualdad.
Sin embargo, Perú está por encima de México por 20 puntos. La razón es porque en áreas urbanas donde viven el 80% de las mujeres que trabajan, la brecha es de 15.4 puntos. En las áreas rurales, esta aumenta a 43 puntos en cuestiones de participación femenina.
El BID explica que las diferencias entre ambos países se debe a una “mayor inserción de las mujeres peruanas en empleos precarios caracterizados por la no remuneración monetaria y altos niveles de informalidad”.
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Explica también que en Perú, el 37% de las mujeres que trabajan lo hacen por su cuenta, en comparación al 14% de mujeres mexicanas que tienen una labor similar.
En cuestión de informalidad el nivel alto es para Perú, con un 61.2% de mujeres trabajadoras contra 57.2% de mujeres en México que trabajan en zonas urbajas y rurales en la informalidad.
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Lo que explica la organización es que las diferencias “deben fundamentalmente a las diferencias en el comportamiento laboral de las mujeres con bajo nivel educativo, no indígenas, casadas, con hijos pequeños y cónyuges con bajos ingresos”.
Por ello, dentro de sus acciones recomendadas a los países, pide: más centros de cuidado infantil, planificación familiar, ampliación de licencias de maternidad y paternidad, más educación y una debida corresponsabilidad en los hogares, así como una flexibilidad laboral (pero que esta no ayude a reforzar los roles de género que se consideran como obsoletos).
(Con información del Banco Interamericano de Desarrollo).