
¿Es posible construir un lenguaje verdaderamente inclusivo y con perspectiva de género? ¿Podríamos lograrlo sin dañar la belleza de nuestro idioma? Sí. Pero es urgente dejar de confrontar perspectivas difícilmente reconciliables y empezar a pensar, en conjunto y desde la mayor neutralidad posible, en aportar soluciones.
¿Qué tal si construyéramos una especie de formulario mental en el que podamos introducir las frases excluyentes y que nos aparezcan una o dos opciones incluyentes / inclusivas para utilizar y sustituir la forma actual de expresarnos? Algo así como un Traductor de Google, pero de lenguaje no sexista.
Sería un verdadero cambio de chip, y ojo: es importante pensar que todo cambio requiere autocrítica y flexibilidad, por lo que, cediendo un poco por aquí y por allá, hay posibilidad de llegar a construirlo. Y no hay mejor manera de hacerlo que ponerlo en práctica, cada vez con mayor constancia.
La solución podría radicar en incentivar el uso de las palabras neutras, como «quienes», «alguien», «personas», «seres humanos», «personal», «población», y un sinfín de colectivos que nos pueden sacar del problema.
Es fundamental plantear un ajuste en el que todas las palabras se puedan escribir y también pronunciar en voz alta, evitando la imposibilidad fonética a la que nos llevan opciones como «amigxs» o «amigos/as».
También es muy importante pensar en no hacer un uso indiscriminado de solamente una o dos de todas las opciones que se presentan a continuación, sino una mezcla armoniosa donde no se saturen los discursos con repeticiones y cacofonías.
El objetivo es empezar a buscar «una solución para cada problema» para, con el tiempo, encontrar una palabra o frase inclusiva que sustituya a cada palabra o expresión que actualmente no lo es.
Las opciones pueden ser las siguientes:
Los sustantivos colectivos designan grupos de elementos o individuos y son aquellos que podríamos utilizar con mayor frecuencia, pensando en que engloban per se a hombres y mujeres y simultáneamente contribuyen a la economía del lenguaje, es decir, a no alargar las frases y volver tediosos los discursos.
Así, con una sola palabra podemos nombrar a todas las personas que necesitamos nombrar, sean hombres o mujeres o un grupo mixto. Ejemplos:
Parecería fácil identificar todos los casos en los que podemos realizar el cambio. Pero hay situaciones en las que atribuir diversidad al lenguaje se complica y se necesita mayor reflexión. Para ello podemos empezar con un primer ejemplo en el que usaremos una frase muy conocida: un extracto de nuestro himno nacional.
Es interesante llevar a cabo el ejercicio de sustituir la famosa frase del «más si osare» por colectivos:
No suena muy bien, pero vale la pena al menos pensarlo y, con base en este primer ejercicio, podemos ya empezar a pensar en todo lo demás: en cada cosa que es posible cambiar sin complicar innecesariamente nuestro idioma ni hacer cambios excesivos y prescindibles en su estructura.
Aquí van más opciones:
Hay palabras que tienen «marcas de género» en sus últimas letras que nos permiten distinguir perfectamente a quién nos referimos: «niña / niño», «señor / señora», «maestra / maestro», «alumna / alumno», «ciudadana / ciudadano», «todas / todos», «nosotras / nosotros».
En estos casos la dificultad viene cuando se engloban ambos géneros nombrando al conjunto de hombres y mujeres a través de una sola palabra mediante el uso de un «masculino neutro» como: «niños», «alumnos», «ciudadanos», «maestros».
Frente a ello, hay que buscar nuevamente colectivos y sustituir:
niños = infancia
alumnos = alumnado
ciudadanos = ciudadanía
maestros = personal docente
Asimismo, se sugiere usar la palabra «nosotros» únicamente cuando se trata de hombres y «nosotras» solo cuando se trata de mujeres. Cuando se habla tanto de hombres como de mujeres, utilizar «quienes» o «las personas»; por ejemplo:
En otros casos, con omitir es más que suficiente:
Cuando definitivamente no existe la posibilidad de marcar el género al final de la palabra, pero es posible reconocerlo a través de su artículo (en palabras como asistente, transeúnte, artista o cantante) la sugerencia es en favor de la economía del lenguaje, por lo que no se desdoblarían ambos artículos, y se recurriría nuevamente a los sustantivos colectivos:
OJO: Si se trata solo de mujeres se sugiere: «las asistentes»; solo de hombres: «los asistentes».
OJO: Si se trata solo de mujeres se sugiere: «las transeúntes» y si es únicamente en referencia a hombres sería: «los transeúntes».
Cuando se engloban hombres y mujeres a través del masculino neutro, pero no existe un colectivo que nos sirva para hacer la sustitución, podemos hacer alguno de estos trucos:
Cambiar el sujeto de la oración:
Cambiar la forma verbal:
¿En qué casos podemos apelar a la tolerancia global y buscar acuerdos comunes en beneficio de todas las personas hablantes de lengua española? Ciertamente, en este camino hacia una solución plural y congruente encontramos algunos pasadizos sin salida, por lo que aquí la propuesta es exhortar a que los grupos más inflexibles sean flexibles, solo por el bienestar común.
Aquí algunos ejemplos de casos en los que podrían ceder quienes defienden de manera acérrima la estructura de la lengua:
Otros ejemplos donde se sugiere sí desdoblar sustantivos en forma masculina y femenina son los siguientes (habría que analizar qué frases aplican para este caso; en su mayoría serán aquellas en las que ya se agotaron las opciones anteriores y siguen sin ser incluyentes):
Finalmente, aquí pueden ceder los colectivos feministas más radicales:
Seguir usando el masculino como género neutro cuando se trata de animales o cosas. Es decir, solo utilizar la sustitución de palabras sugerida a lo largo de este texto cuando se esté hablando de personas (niñas, adolescentes o mujeres).
La razón es que estos ajustes surgen de construcciones culturales y luchas sociales humanas que no afectan ni benefician al género de seres inanimados o especies animales. Por lo que no es necesario complicarnos con ambos temas y podemos seguir escribiendo:
Laura Ilarraza es comunicóloga, orgullosamente egresada de la UNAM, editora de México Social y de las revistas estatales de Newsweek México en Guanajuato, Coahuila, San Luis Potosí y Querétaro.