Aunque en Jalisco el ritmo de crecimiento económico es superior al nacional, somos una entidad con gran desigualdad social. Además, nuestro territorio concentra el 5% de la población pobre del país y los niveles de violencia y corrupción en los que vivimos continúan en ascenso.
Durante su toma de protesta como gobernador de la entidad, Enrique Alfaro señaló que en Jalisco «la desconfianza en la política generó un abismo que separa a los ciudadanos de sus gobernantes. La pobreza ganó terreno como un grave flagelo a la dignidad de las personas. La violencia nos obligó a resignarnos a vivir con miedo. La corrupción alcanzó niveles nunca antes vistos».
Efectivamente, la población jalisciense desconfía en gran medida de sus autoridades e instituciones, y los retos que enfrenta la nueva administración en materia de pobreza, desigualdad, violencia y corrupción son de gran calado.
Aquí presentamos la magnitud de estos rezagos.
Desiguales
Uno de los desafíos más importantes para el nuevo gobierno será el de reducir la pobreza y cerrar las brechas de la desigualdad. Todavía estamos muy lejos de alcanzar lo que los expertos llaman el círculo virtuoso de menor pobreza y desigualdad y mayor crecimiento económico.
Aunque desde el año 2010 el estado mantiene un promedio de crecimiento del 4%, este crecimiento, que es superior al nacional de 3.1%, no se ha traducido en una disminución importante de la pobreza y tampoco en mayor igualdad. Cabe destacar que los datos más recientes del Inegi muestran que en 2017 Jalisco registró una variación porcentual de su Producto Interno Bruto (PIB) de 2.6% y que fue la cuarta entidad que más aportó al PIB del país.
Jalisco concentra al 5% de la población que vive en situación de pobreza en el país, es decir, 2 millones 560 mil 600 jaliscienses son pobres (31.8% del total de la población estatal), de los cuales, 144 mil 900 son pobres extremos. Además, casi el 65% de la población estatal vive con al menos una carencia social, lo que contrasta con el 27.8% que no son pobres ni vulnerables.
Debe señalarse que, de acuerdo con los datos más recientes del Coneval, la pobreza en nuestro estado disminuyó en 5.2 puntos porcentuales respecto de la medición del año 2010 con lo que para 2016 había 206 mil 100 jaliscienses menos en situación de pobreza.
Asimismo, la población en pobreza extrema pasó de 392 mil 400 a 144 mil 900 en seis años. No obstante, la población vulnerable por carencias sociales incrementó en 105 mil 500 personas, y la vulnerable por ingresos en 160 mil 500.
El 37% de los municipios jaliscienses tiene más del 50% de su población en pobreza, en cinco de ellos (Mezquitic, Chiquilistlán, Atemajac de Brizuela, Hostotipaquillo y Chimaltitán) más del 70% de las personas son pobres, mientras que en dos (Mezquitic y Bolaños), la pobreza extrema es superior al 30%.
Adicionalmente, en el 62% de los municipios de la entidad ocho de cada 10 personas viven con al menos una carencia social, mientras que solo en el 5%, la población no pobre y no vulnerable es superior al 30%, destaca el caso de Juanacatlán en donde el porcentaje de la población no pobre y no vulnerable es de 40.8%.
Por otro lado, la edición más reciente de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) reporta que en el año 2016, los hogares de la entidad obtuvieron ingresos promedios trimestrales por 52,367 pesos, lo que significa que en cada hogar hay un salario promedio al mes de 17,456 pesos.
No obstante, el 10% más rico de los hogares jaliscienses tuvo, en promedio, ingresos por 162 mil 660 pesos al trimestre, lo que representa 1,807 pesos al día, mientras que el ingreso promedio del 10% más pobre fue de apenas 11 mil 626 pesos, o bien, de 129 pesos diarios.
Estas brechas de ingreso se perciben también entre el ámbito urbano y rural del estado, pues, mientras que en las localidades de más de 2, 500 habitantes el ingreso promedio trimestral fue de 54 mil 959 pesos, en las localidades rurales fue de 35 mil 277 pesos, lo que significa que los ingresos de los jaliscienses que viven en áreas urbanas son 1.5 veces más altos que los de los jaliscienses que viven en áreas rurales.
Además, no debemos olvidar la crisis de salud pública en la que nos encontramos y que requiere, con urgencia, de respuestas institucionales eficaces.
En Jalisco, datos del Coneval indicaron que en 2016 había un millón 415 mil 100 personas en vulnerabilidad por carencia de acceso a los servicios de salud, cifra que representa al 17.6% de la población estatal.
En ese contexto, los registros del Inegi evidencian que, entre 2006 y 2017 hubo 65 mil 322 muertes por diabetes mellitus, 14 mil 254 por enfermedades hipertensivas, y 59 mil por enfermedades isquémicas del corazón. En tanto, las defunciones que tienen como causa algún tipo de cáncer o tumor sumaron en dicho lapso 68 mil 350 fallecimientos.
De los más violentos
Otro de los temas que el nuevo gobierno del estado deberá atender con urgencia es el acelerado aumento de la violencia que se extiende, en sus distintas formas y manifestaciones, a lo largo de nuestro territorio.
Entre enero de 2015 y octubre de 2018 se cometieron en Jalisco 8 mil 132 homicidios. En el 61% de los casos se trató de homicidios dolosos, los cuales, en total, sumaron 5 mil muertes.
Además, en los 10 primeros meses de 2018 se acumularon 67% más que los registrados en todo 2015, cuando se registraron 957.
Con esta cifra de 5 mil defunciones por homicidio doloso, Jalisco ocupa el sexto lugar a nivel nacional con el mayor número de casos en el periodo señalado.
Además, el 52% de los homicidios dolosos registrados entre enero y octubre del año pasado ocurrió únicamente en siete estados (Baja California, Guanajuato, el Estado de México, Guerrero, Jalisco, Chihuahua y Veracruz) entre los que Jalisco ocupa la quinta posición con mayor número de casos.
En dicho periodo, la entidad registró en total mil 596 homicidios dolosos, de los cuales, 63% se cometieron con arma de fuego.
Al interior de nuestro estado, Guadalajara es el municipio con el mayor número de casos con mil 34 homicidios dolosos cometidos desde enero de 2015 y hasta octubre de 2018. Le siguen Zapopan, con 702 casos; San Pedro Tlaquepaque, con 639; Tlajomulco de Zúñiga, con 551; y Tonalá, con 372. En contraste, hay 12 municipios en los que, en el mismo lapso, solo se cometió un homicidio doloso.
Algo similar sucede en relación con los feminicidios, pues, con los 159 registros consignados entre 2015 y octubre de 2018, Jalisco es también la quinta entidad con más casos en el país, aunque, de acuerdo con las estadísticas oficiales, en Jalisco se observa una reducción del 65% en este delito, pasando de 62 casos en 2015 a 22 en los 10 primeros meses del año pasado.
Desconfianza y corrupción
La crisis de la violencia que permea nuestro país surge en un contexto en que la desconfianza de las personas hacia las autoridades de seguridad y la percepción de corrupción se encuentran en niveles muy altos.
En Jalisco, el 52.4% de la población mayor de 18 años desconfía algo o mucho de la policía preventiva municipal, 40.9% de los ministerios públicos y de la procuraduría estatal, 44% de la policía ministerial o judicial, 41.1% de la policía estatal y 31.9% de la policía federal.
Nuestra entidad se encuentra entre las 17 que superan el 90% de percepción de corrupción frecuente o muy frecuente.
Según los datos de la ENCIG, 2017, pese a que hubo una reducción de 3 puntos porcentuales respecto de 2013, cuando se reportó que el 94.7% de los jaliscienses tenía esta percepción, actualmente, el 91.7% de los habitantes de Jalisco sigue pensando que es muy común que exista corrupción en el estado. De hecho, los datos señalan que en el estado hay una tasa de incidencia de corrupción de 25 mil 129 delitos por cada 100 mil habitantes que tuvieron contacto con servidores públicos, la onceava más alta a nivel nacional y mayor que la registrada en 2015 cuando fue de 22 mil 332 delitos por cada 100 mil habitantes.