La alerta sísmica a las 13:16 horas es apenas audible en el Centro Histórico de Oaxaca. En los negocios, los empleados y clientes continúan con sus actividades de manera normal, lo mismo que en restaurantes y cafés.
Más aún, en la facultad de Arquitectura 5 de Mayo de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO), la comunidad estudiantil no aplica ningún tipo de protocolo. A una cuadra, en la oficina de Castro del Gobierno del Estado, los trabajadores salen inclusive con cascos y chalecos fluorescentes.
La memoria tan corta dejó en el olvido aquel septiembre de 2017, los trágicos 19 de 1985 y del año pasado en que se registraron terremotos que hicieron sucumbir edificios, escuelas y multifamiliares en la Ciudad de México.
El recuerdo doloroso de aquel 7 de septiembre de 2017, cuando el terremoto de 8.2 con epicentro en Pijijiapan, Chiapas, dejó 92 personas muertas en Oaxaca, miles de viviendas destruidas y daños en infraestructura pública como hospitales, escuelas y edificios de gobierno en la región del Istmo de Tehuantepec, parece haber sido tan breve.
Los años casi desaparecieron la remembranza de aquel sismo que cimbró el estado aquel 30 de septiembre de 1999, en el que también perecieron personas y los escombros se apilaban por doquier en la capital oaxaqueña y Huajuapan de León.
Apenas un año después, la ausencia de una actuación consciente, la carencia de planes laborales y familiares son evidentes: automovilistas conduciendo, transeúntes paseando, visitantes tomando fotos del teatro Macedonio Alcalá.
La difusión masiva sobre el Mega simulacro permearon en la sociedad, el sonido de las alertas chillantes pasó desapercibido en el centro de la capital, pocos atendieron los protocolos, apenas en algunas calles.
La esperanza, sin embargo, está en las instituciones educativas de nivel básico y medio básico, cuyas comunidades salieron de sus salones y se concentraron en patios. Inclusive en la secundaria “Genaro Vásquez” del municipio de Santa Cruz Xoxocotlán, la Brigada de Rescate y Escuadrón Oram (BREO), llevó a cabo un simulacro de edificio colapsado.
Mientras tanto, en palacios municipales también se activaron los protocolos de desalojo y resguardo ante un eventual sismo.
Oaxaca concentra el 68 por ciento de los movimientos telúricos del país, y ha sufrido pérdidas de vidas humanas y materiales en años recientes y pasados, devastación a consecuencia de los temblores. Una historia que se repite.